Limón&Vinagre

Raquel Díaz: Vida, muerte y resurrección

Raquel Díaz arrastra graves lesiones neuronales y una parálisis que afecta su cuerpo, pero no su voluntad. Se enfrenta a una resurrección para ayudar a otras mujeres. Para que, a ti, no te pase

Raquel Díaz , exmujer de Pedro Muñoz, a su llegada al juicio en la Audiencia Provincial de León.

Raquel Díaz , exmujer de Pedro Muñoz, a su llegada al juicio en la Audiencia Provincial de León. / EFE

Emma Riverola

No, a mí no me pasará... ¿Cuántas mujeres se han refugiado en este conjuro? Yo sabré darme cuenta, yo no caeré en la trampa, yo escaparé a tiempo. O, peor aún, ese pensamiento casi esotérico de yo lo cambiaré, como si la alquimia otorgada tradicionalmente a las mujeres -esa mezcolanza de santa, cuidadora y mujer fatal- pudiera obrar el milagro. La estadística negra de la violencia machista desbarata toda ingenuidad. Ni siempre es fácil reconocer al agresor bajo la máscara del enamoramiento ni, mucho menos, reaccionar el instante preciso en que todos los límites son traspasados.

Quizá ella también lo pensaba cuando sonreía a la cámara. Entre las escasas fotografías que arroja la hemeroteca destaca una de abril de 2019. Una reunión de trabajo de una decena de personas. Una mujer, la más próxima al fotógrafo, se gira y mira directamente al foco. Vestida con un suéter de cuello alto blanco, luce melena oscura y una sonrisa que parece confiada y amplia. Es Raquel Díaz (Villablino, León, 1976). Entonces, la flamante candidata de Coalición por el Bierzo. También entonces, víctima de violencia de género.

La vida está trufada de cruce de caminos, y no siempre es fácil dar marcha atrás cuando se ha elegido el peor. En 2015, Díaz se enfrentó a la encrucijada que marcaría su vida. O quizá fue un poco antes, con la muerte de sus padres. Ambos fallecidos a los 58 años de cáncer. Esa sensación pegajosa de tristeza y abandono que enturbia la mirada. Cuando conoció al hombre que acabaría apaleándola y lanzándola por el balcón, ambos tenían otras parejas.

Dicen que el hombre es político. Era. Ahora es un acusado en el banquillo tras un año y medio en libertad a la espera de juicio. Antes, dos años en prisión preventiva. Dicen que es un hombre de temperamento bronco y altivo, especialmente con las mujeres. También seductor. Dicen que fue cambiando de siglas políticas hasta crear su propio partido: Coalición por el Bierzo. Que supo crear una red clientelar que, después, se puso en marcha para tratar de atenuar su caída en desgracia. (A ella nada le amortiguó el golpe). Dicen que también es buen padre y abuelo. Dicen.

Boda con miedo

De ella tardó en decirse, porque hubo quienes quisieron poner sordina al desgarro de su voz y porque ella misma calló. Se tragó los golpes que empezaron muy pronto, ya al inicio de la relación. Dos años después, su hermana fue a visitarla. Mientras se encontraba en la vivienda oyó como el hombre la arrastraba por las escaleras. Ella se lamentaba, él gritaba. En diciembre de 2018 se casaron, Díaz tenía miedo.

Si esto fuera una ficción, gritaríamos a la protagonista que huyera, que cerrara la puerta tras ella y corriera sin mirar atrás. Pero el relato es real. Tanto como ese temor que fosiliza la voluntad. Porque la sombra del hombre se convierte en una legión de insectos que se cuela por todos los resquicios, que enreda cada paso y que traba cualquier salida. De aquí solo saldrás muerta, dice él/ellos. De aquí solo saldré viva, se repite ella/ellas.

A mí no me pasará. ¿Cuántas veces lo debió pensar en su vida la joven Raquel Díaz? Ella, tan activa, tan bella. Deportista, risueña, con don de gentes. Y abogada. Y profesional de turno de oficio de violencia de género de Ponferrada. Sí, imposible leer esta frase sin dejar escapar un suspiro de desconcierto.

El 27 de mayo de 2020, él la lanzó por el balcón, bajó a la calle con un bate de béisbol y siguió golpeándola con furia en la cabeza. «Zorra, hija de puta, ¿sigues viva?», le gritó. Después la arrastró dentro de la vivienda, y le disparó en el vientre con una pistola de perdigones. Él dijo que ella había bebido, que se había caído. Hasta 17 lesiones encontraron en el cuerpo de Díaz. Él estaba seguro de que ella no sobreviviría, de que su versión moriría para siempre. También los médicos eran pesimistas. Pero despertó.

A todo el relato de los hechos se le debe añadir la presunción de inocencia del acusado. Estos días se está celebrando el juicio. Ya han empezado a declarar los primeros testigos de los maltratos continuados. Entre las pruebas hay, al menos, una llamada al 112 y una grabación en la que se escucha a Díaz pidiendo ayuda. Nadie acudió en su auxilio. Ella también ha declarado. Arrastra graves lesiones neuronales y una parálisis que afecta su cuerpo, pero no su voluntad. Él se enfrenta a una condena de 18 años. Ella, a una resurrección para ayudar a otras mujeres. Para que, a ti, no te pase.

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