Las Trébedes

Mi bautismo de alta velocidad

En resumen, viaje largo, tren incómodo. No puede ser, me digo, si esto junto con el aeropuerto era lo que decían que Murcia necesitaba para despegar económicamente

Renfe estrena el primer servicio de Alta Velocidad, Avlo

Renfe estrena el primer servicio de Alta Velocidad, Avlo / AVLO

Carmen Ballesta

Carmen Ballesta

Al fin llegó el día en que iba a viajar en un tren de alta velocidad, de Murcia a Madrid. A estas alturas, empezaba a parecer que no haber subido a un tren de estos era como permanecer anclada en la prehistoria y al margen del progreso y la modernez.

En realidad, la primera sorpresa fue que este tren tarda solo un cuarto de hora menos que el antiguo y cómodo Talgo, pero qué importa, me intento convencer, si es más moderno, más elegante, más cómodo, más guay, más todo… y sobre todo si no quiero saber quién paga el billete de cuyo coste yo solo he puesto siete euros (es la promoción el nuevo Avlo, ya veremos en el futuro). Cuando una se dispone a disfrutar de algo largamente esperado, cuando una tiene muchas ganas de algo, cuando se ha cultivado la ilusión, una no se rinde ante el primer tropezón, de modo que el hecho de que cuando se inició la marcha fuéramos ‘de culo’, es decir, sentados mirando en contra de la marcha, que es algo que detesto y que he procurado evitar con firmeza durante toda mi vida, no me rendí. Así fuimos hasta Alicante. Mi ilusión estaba, pues, casi intacta, cuando desde Alicante ya íbamos a favor de la marcha.

En determinado momento, fui al aseo, y recibí otro revolcón. Olía a pis retestinado con una fuerza que el también potente olor del ambientador, desinfectante o el producto químico que fuera no lograba ni disimular, aunque es cierto que a simple vista el acero inoxidable estaba limpio. Bueno, me dije, qué quieres, la física, la química no siempre vencen a la fisiología. Reconoceré ya que mi incapacidad para lograr que saliera agua por el grifo del lavabo, teniendo la palma de la mano bien cargada de gel para lavarme, me llevó a la idea de que hubiera una cámara oculta, pues debió de ser digno de verme evolucionar allí dentro: toqué, rocé y apreté todo botón o cosa con apariencia de botón o de sensor que descubrí en el habitáculo, pasé la mano bajo el caño más cerca y más lejos, más deprisa y más despacio, busqué infructuosamente el antiguo pedal, y todo fue en vano. Menos mal que había papel y puede deshacerme del gel, más o menos. El desaliento no hacía presa en mí: todo se avería de vez en cuando, es inevitable.

Al cabo, ya estábamos en Albacete. Miro mi reloj y me cuesta creerlo. Con la emoción no me había dado cuenta de que hemos tardado nada menos que una hora y cincuenta y seis minutos. No puede ser, pienso. Si son menos de 150 kilómetros, el tren de alta velocidad ha sacado una media de ¡menos de 75 kilómetros por hora! ¿Alta velocidad? Según la Unión Internacional de Ferrocarriles, simplificando, merecen tal nombre los trenes y vías que permiten alcanzar con seguridad una velocidad de más de 200 km/h. En fin, nada ni nadie va a amargarme la experiencia, estoy empeñada. Sí, vale, tarda una barbaridad, sí, más que en coche, me digo, pero en el tren has venido leyendo, escribiendo (con mucha dificultad, eso sí, por los bandazos y traqueteo notables); y, además, da mucho servicio, fíjate que ha parado en Orihuela y en Elche, además de en Alicante. Y desoigo valientemente, todavía, esa otra voz que me dice que hay tan solo unos 20 km entre Orihuela y Murcia y otro tanto entre Elche y Alicante y que hablamos de un tren de alta velocidad. Pero reconozco que ya a estas alturas empiezo a flaquear y no puedo acallar del todo la voz que me dice que la velocidad será la que sea, pero la infraestructura es de alta velocidad, es decir, ha costado una millonada y la ha pagado el Estado, o sea, todos los contribuyentes. Pero no quiero amargarme, no es momento de pensar esas cosas, ea.

A la vuelta ya sí se completaba mi experiencia, pues regresé en un AVE-AVE, nada de barato (que ahora se dice ‘low-cost’), uno auténtico. La cosa se torció pronto, porque la única información que tuvimos durante más de 30 minutos de retraso era que se informaría «oportunamente de la vía y hora de salida». No pasa nada, ommmmmmm. Descubro con disgusto que saqué asiento número 1 y los asientos con ese número van de espaldas a la marcha también en el moderno y fantástico tren de alta velocidad. ¿De verdad? Pues sí. Me repongo, no pasa nada, todavía conservo suficiente emoción como para aceptar estoicamente la contrariedad y no permitir que me amargue la experiencia. Descubro que el asiento es incómodo y que los pasajeros apenas tenemos espacio para los pies, mi vecina de enfrente se disculpa diciendo que tiene las piernas largas porque cada vez que se mueve me pisa. Y yo temo no poder estirar las mías tras otras tres horas y media de viaje, menuda alta velocidad. Como el vagón va lleno, temiéndome la algarabía, pido unos auriculares a la azafata y me dice que se le han acabado, que vaya al vagón cafetería que «allí hay una caja con muchos» (sic), pero mi sonrisa regresa cuando al poco viene con auriculares para los pasajeros que habíamos pedido. Enchufo los auriculares y, de los seis canales, no se oye nada en cuatro; en uno se oye ruido de nieve y en el 6 se oye una película o algo así, misterioso, porque las pantallas están apagadas. Tampoco hay prensa, ni nada gratis. Ya empiezo a perder ilusión, la verdad. De nuevo hacemos el periplo por la geografía española, recorriendo más de 100 km extras, que a ver quién que tuviera que ir a Madrid desde Murcia pasaría por Alicante y Cuenca. Se repite la dificultad para obtener agua en el lavabo, con iconos que más me parecen diseñados para un juego de ingenio. Les ahorro la mala educación del revisor, porque me da vergüenza ajena. En resumen, viaje largo, tren incómodo. No puede ser, me digo, si esto junto con el aeropuerto era lo que decían que Murcia necesitaba para despegar económicamente, no puede ser. ¿Miles y miles de millones de euros invertidos para ganar un misérrimo cuarto de hora? Me gustaría que me lo explicasen.

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