Crónicas de Titirimurcia

El sufrimiento del político

Antonio López

Antonio López

Hay que ver lo ingratos que podemos llegar a ser cuando juzgamos a los políticos que nos gobiernan y administran. Como meros ciudadanos contribuyentes no somos capaces de comprender la enorme responsabilidad que supone arrastrar sobre sus espaldas la pesada carga de decidir lo que es bueno para nosotros y gastar nuestro dinero en cosas que la mayoría de veces nuestros limitados intelectos no pueden llegar a comprender, ¿y quién mejor que ellos sabe lo que nos conviene?

El trabajo del político es tan duro que puede llegar a resultar insoportable; la asistencia a inauguraciones de todo tipo de eventos, con fotografía incluida y en muchos casos discurso inaugural fingiendo interés y preocupación por el asunto en cuestión, es una labor realmente dura, muy especialmente cuando hay que hacer declaraciones a la prensa y dejarse retratar para salir por televisión, aunque sea local y afín al partido al que representan. 

Las fotografías son muy importantes para el político, debe salir en muchas, cuantas más mejor, y salir en todos los periódicos posibles, de esa manera la gente pensará que hacen muchas cosas, cuidar la imagen, la indumentaria, la posición corporal y la expresión facial es fundamental, no es lo mismo inaugurar una verbena que ir a un entierro, hay que saber diferenciar, y es que a fuerza de inaugurar cosas llega un momento que algunos políticos no saben muy bien dónde se encuentran.

Otra de las complejas actividades que desarrolla el político es la participación activa en cualquier espectáculo lúdico que se presente en su jurisdicción, con la obligatoriedad de disfrazarse de cuanto sea necesario, huertano, sardinero, nazareno (de varias cofradías), moro, cristiano, cartaginés, romano y si esto sigue así alguno terminará yendo a los toros vestido de torero, o mejor aún de toro, disfraz más adecuado para según qué anatomías.

No crean que resulta sencillo tragarse un millón de misas, conciertos, presentaciones, desfiles, procesiones, e inauguraciones de todo tipo de eventos por disparatados que resulten; con tal de figurar he visto a algunos inaugurar hasta peluquerías y zapaterías.

Por si fuera poco además tienen que gobernar y eso no es fácil, tomar decisiones que afectan a los demás es muy duro, sobre todo para los demás. Habitualmente cuando entra una nueva corporación lo primero que hace es subirse el sueldo, en eso suelen estar todos de acuerdo, gobierno y oposición, como consecuencia la segunda decisión es subir los impuestos, medida algo impopular pero el político se sacrificará, todo sea por el interés general; en aras del bien común harán obras públicas innecesarias, cambiarán cuanto sea necesario, expropiarán, recalificarán y llevarán a cabo todo lo que ellos consideren oportuno aunque le jodan la vida a los ciudadanos, los empobrezcan y les arrebaten sus derechos, su voz y su voto; bueno, el voto no porque ese lo entregaron ingenua y voluntariamente en las últimas elecciones, y ya se sabe, ‘Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita’.

¿Y saben lo mejor de todo? Que pase lo que pase el político solamente asumirá su responsabilidad política, no como el resto de contribuyentes que estamos sometidos a responsabilidades civiles y penales; ya tendrían que ponerse las cosas muy mal para que un gobernante dimita, aquí no dimite ni Dios, y si fuese necesario un sacrificio para eso están los subalternos, una legión de pelotas, normalmente inútiles, segundones del partido, que son contratados como asesores y cargos menores, dispuestos en todo momento a ser cesados para asumir las responsabilidades que el ‘Jefe’ no asume, salvarle el culo y que este conserve su sillón y aquí no ha pasado nada. Aquí paz y después gloria.

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