Verderías

Cuatro mil niños de Gaza

Niños palestinos en un refugio de la ONU.

Niños palestinos en un refugio de la ONU. / Abed Rahim Khatib / DPA

Herminio Picazo

Herminio Picazo

Ya van cuatro mil niños muertos en Gaza desde el 7 de octubre, ese día hubo también muchos niños muertos israelíes. Ahora, díganlo otra vez: cuatro mil niños muertos en Gaza; y repítanlo, si acaso en voz alta: cuatro mil niños muertos en Gaza. Cuatro mil futuros segados, cuatro mil montones de huesos, cuatro mil niños que ya no lo son, cuatro mil sonrisas borradas, cuatro mil madres rotas, cuatro mil niños de Gaza.

Pero imaginen que son tan solo cien y cuéntelos conmigo, a ver si entre ambos lo resistimos.

Un niño muerto, dos, tres, cuatro (el rostro deforme), cinco, seis, siete (chupete ensangrentado), ocho, nueve, diez (juguetes rotos), once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis (ojos cerrados), diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, (herida abierta), veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro (el cuello segado), veinticinco, veintiséis (la lágrima seca), veintisiete, veintiocho (una mano que cuelga), veintinueve, treinta (sangre en el pelo).

Treinta y uno, treinta y dos (el rictus en la cara), treinta y tres, treinta y cuatro (un vientre abierto), treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete (la hemorragia que no cesa), treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta (hermanito que mira el cuerpo sin entender nada), cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres (pañal a dos metros), cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis (muñeca destrozada), cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve (una oreja colgando), cincuenta.

Cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuenta y tres (el rostro en guiñapo), cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco, cincuenta y seis, cincuenta y siete (mejillas laceradas), cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, sesenta (pierna amputada), sesenta y uno, sesenta y dos, sesenta y tres (dolor insoportable), sesenta y cuatro, sesenta y cinco (la sonrisa borrada), sesenta y seis, sesenta y siete, sesenta y ocho, sesenta y nueve, setenta (una muñeca sucia aún entre las manos).

Setenta y uno, setenta y dos, setenta y tres (huesos machacados), setenta y cuatro, setenta y cinco, setenta y seis (cuerpos infantiles amontonados), setenta y siete, setenta y ocho, setenta y nueve, ochenta (los brazos cruzados sobre el pequeño cuerpo).

Ochenta y uno, ochenta y dos, ochenta y tres, ochenta y cuatro (silenciosos en la morgue), ochenta y cinco, ochenta y seis, ochenta y siete (el pelo calcinado), ochenta y ocho, ochenta y nueve (los ojos entreabiertos), noventa, noventa y uno, noventa y dos, noventa y tres, noventa y cuatro (harapos en el cuerpo), noventa y cinco, noventa y seis, noventa y siete (la boca abierta congelando el último grito), noventa y ocho, noventa y nueve, cien.

Quizás sea un mal recurso literario, pero les propongo que terminen de leer esta columna, volviendo a contar niños de Gaza y añadiendo descripciones terribles, pero ahora cada uno de ustedes en su cabeza y comenzando en el uno y terminando en el cuatro mil.

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