La Feliz Gobernación

El PP, a la calle

El presidente regional, Fernando López Miras, durante la movilización contra la amnistía en Madrid el pasado 24 de septiembre.

El presidente regional, Fernando López Miras, durante la movilización contra la amnistía en Madrid el pasado 24 de septiembre. / PP

Ángel Montiel

Ángel Montiel

López Miras estará mañana en Barcelona en la gran manifestación de la derecha (PP/Vox) contra la innombrada aministía que prepara Pedro Sánchez. La unidad de acción contra éste disipa las diferencias entre las dos alas, si las hubiera. El acontecimiento será sólo el preludio de otros de esas características que perfilan el tipo de oposición que protagonizará Feijóo, ya ensayado el fin de semana anterior a su intento fallido de investidura. El lema para esta fase, salvando las diferencias, calca el de su paisano y fundador del PP, Manuel Fraga: «La calle es mía».

Quien vino proclamando la centralidad ha tomado de la mano a Vox y se ha echado a la calle bajo pretexto de una situación límite para el Estado derivada de los posibles pactos para la investidura de Sánchez, sobre quien arrecian las consignas de demonización. Feijóo, arrastrado por el sector Ayuso, se dispone a hacer ruido a fin de tapar las suspicacias internas acerca de la solidez de su liderazgo. Al sumarse a los impulsos de la madrileña ésta queda engullida en la nueva dinámica y se dibuja menos como alternativa.

Esta estrategia de oposición arrastra en bloque a todo el partido y a su gran poder autonómico, permanentemente movilizado, de manera que presidentes como López Miras van a viajar mucho próximamente a este tipo de concentraciones y van a aparecer más en los medios de comunicación para hablar de política nacional que de los asuntos de que les toca ocuparse en sus respectivos territorios.

La actual legislatura iba a ser para López Miras la de la gestión, el punto flaco de sus anteriores periodos de gobernación. Pero la frustración del PP en el ámbito estatal y la fragilidad del liderazgo de Feijóo, incapaz de cumplir el encargo que le comandaron los barones, obligará al murciano a echarse a la calle y a convertir una vez más su discurso territorial en un manual de quejas y victimismo ante el Ejecutivo central, si es que Sánchez sobrevive a pesar de todo. Vamos a tener un Gobierno regional atado a la pancarta.

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