Desde mi picoesquina

Una derecha enfurruñada

La derecha sólo defiende la democracia cuando el poder es suyo. Prevengámonos, pues, contra estas invectivas derechistas

L.O.

L.O.

Diego Jiménez

Diego Jiménez

«La donna è mobile, qual piuma al vento, muda d’accento e di pensier». Esta popular aria de la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi, podríamos aplicársela estos días a Núñez Feijóo, obsesionado por catar los mullidos sillones de La Moncloa, y a sus corifeos de la derecha. Esta derecha obsesiva y antipatriótica, anticonstitucionalista, aunque digan defender la Constitución de 1978 (CE78), y nostálgica de un pasado que ya no ha de volver, anda estos días a la greña. Cosa que no es novedad. Han pasado de la consigna de ‘derogar el sanchismo’ a intentar el apoyo del sanchismo (abstención del PSOE) para acceder al Gobierno, y, cuando esa pretensión les ha fallado, ahora propugnan, sabedores de que la investidura está imposible, el lanzar a la gente a la calle.  

Y es que, como decía hace unos días la articulista Rosa María Artal, en España sólo puede gobernar la derecha, por las buenas o por las malas. Según ella, ahora, «tras la derecha desahogada del PSOE» (González, Guerra, Lambán, García Page…), comparece José María Aznar, tras los ecos de Ayuso, marioneta política que manejan él y Miguel Ángel Rodríguez». 

Pienso también que para los defensores de los intereses de la patronal y de la banca (que no de los intereses de la gente de a pie,no nos engañemos), todo triunfo izquierdista es ilegítimo, por lo que seguirán machacando a un hipotético gobierno progresista.

Nueva actitud frentista.

 La presidenta de la Comunidad de Madrid, con esa lengua viperina que le caracteriza, se atrevió a afirmar hace unos días, en relación con la amnistía a los condenados del procés, que «nos llevan al combate, como en el siglo XX», haciendo alusión a los dos bandos de la Guerra Civil, como corresponde a una política que, como sus compañeros y compañeras de filas, viene justificando el golpe de Estado de julio de 1936. 

En ese amplio coro de ‘defensores’ de la CE78 y de la unidad de España (ya hemos citado arriba que se ha añadido la derecha desahogada del PSOE) se ha destacado Aznar, haciendo un llamamiento a rebelarse contra esa amnistía que, según él, lleva a la destrucción de la CE78 y de España y equiparando ese rechazo a la amnistía con la campaña del ‘Basta ya’ contra ETA. Una barbaridad si se tiene en cuenta que el futuro gobierno progresista estaría arropado en esa decisión por 178 diputados/as del Congreso. Oriol Junqueras, recordando que las invectivas de Aznar coinciden en la fecha con el centenario del golpe de Estado de Primo de Rivera (septiembre de 1923), ha comparado las declaraciones del expresidente con ese hecho histórico; una actitud pregolpista que ha señalado también, sin cortapisas, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.

Coincido con Ignacio Escolar en que ni entonces ni ahora ha defendido Aznar los principios de esa CE78, de la que sólo parecen preocuparle dos ‘trocitos’ de dos artículos: el artículo 1.3 (España es un reino) y la primera mitad del artículo 2 (referido a la indisoluble unidad de la nación). Porque a esta derecha que Aznar representa, le sobra la segunda mitad del artículo 2, el que reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones.

Y por si todo ello no bastara, al coro se ha sumado también el Poder Judicial, con su presidente al frente, deslegitimando una hipotética amnistía.

Unos constitucionalistas no tan constitucionalistas.

 El PP no puede alardear de defender la CE78 ni de erigirse en garante de su cumplimiento, mucho menos reivindicar una actitud ética ante la política, cuando es sabido que lleva cinco años oponiéndose a la renovación de los órganos judiciales; cuando, desde las cloacas del Ministerio del Interior, no tuvo reparos en urdir, con la ‘policía patriótica’, toda una operación de espionaje de rivales políticos; cuando nos llevó a una guerra ilegal en Iraq, con las consecuencias sabidas y mintiendo sobre la autoría de aquellos atentados de Atocha de 2004; cuando fue responsable de la muerte de 62 militares españoles en aquel inseguro Yak 42, en Turquía, y volvió a mentir y engañar a las familias en la identificación de las víctimas; cuando el partido ha sido condenado por casos flagrantes de corrupción…

Y en relación con los corifeos de la derecha del PSOE (esa derecha desahogada que cité arriba) que se muestran ahora tan constitucionalistas y preocupados por la unidad de España, citemos la operación orquestada con el PP para impedir, en su día, el acceso de Andalucía a su autonomía por la vía del artículo 151; los coqueteos de sus líderes con la operación Armada, en esa ópera bufa que fue el 23F de 1981; la guerra sucia contra ETA armando a los GAL; y, para terminar, el rosario de casos de corrupción que salpicó a este partido entre los años 1989 -1996, denunciados a diario desde los editoriales de El Mundo por un pertinaz e inmisericorde Pedro J. Ramírez. 

La amnistía, una necesidad, pese al enfurruñamiento de la derecha.

El Constitucionalista Javier Pérez Royo opina que «cualquier medida que se acuerde para pasar página será un paso adelante en la recuperación de un espíritu integrador de acuerdo con las diferencias territoriales». Cree que «la CE78 es condición ‘sine qua non’ para la autonomía de Cataluña, pero, a su vez, la autonomía de Cataluña también lo es para la democracia española: sin la contribución de los nacionalismos catalán y vasco, no es posible que España se autogobierne de manera democrática».

 De ahí que la integración de Catalunya en el Estado tenga que operar de manera indefinida. Y ello exige, en este momento, «una ley de amnistía que ponga el contador judicial a cero». (Añadiría yo, de acuerdo con lo expresado por varios colectivos sociales, que una futura ley de amnistía debería extenderse a los condenados por delitos de opinión).

Y ello, pese a la oposición de esta derecha española permanentemente enfurruñada, refractaria a la democracia, nada extraño si tenemos en cuenta que uno de los protagonistas de la Transición, Manuel Fraga, fue un destacado colaborador del régimen franquista. Item más: la derecha tolera el sistema democrático siempre y cuando no peligren sus intereses de clase; cuando no es así, propende al autoritarismo, al golpismo y, como se ha demostrado históricamente, al fascismo, como en las primeras décadas del pasado siglo XX. 

Y como botón de muestra, dos ejemplos finales: (1) El golpe de Estado de Pinochet contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 contó con la ‘comprensión’ y el velado apoyo de la democracia cristiana de Eduardo Frei. (2) En un momento determinado de su discurso en las Cortes republicanas, José Calvo Sotelo, líder del monárquico Bloque Nacional, dijo aquel día 16 de junio de 1936 (precisamente 27 días antes de su asesinato), atribuyéndose, como hace hoy nuestra derecha, ser la auténtica representación de la nación: 

«…Y ahí y allí hay diputados con gentes pertenecientes a la pequeña burguesía y a profesiones liberales que a estas horas están arrepentidas de haberse equivocado el 16 de febrero (de 1936) de dar sus votos al camino de perdición por donde nos lleva a todos el Frente Popular». Palabras que fueron la antesala del golpe de Estado contra la República de un mes después.

Lo dicho: la derecha sólo defiende la democracia cuando el poder es suyo. Prevengámonos, pues, contra estas invectivas derechistas.

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