Verano en la ciudad

Mónica López Abellán

Mónica López Abellán

Cuando empieza el calor, se produce en la ciudad una estampida hacia las zonas de costa, buscando la brisa marina, y los pueblos del interior, para ganarle unos 4 o 5 grados al termómetro y hacer, sobre todo, las noches más llevaderas. Incluso aunque uno aún no esté de vacaciones y eso implique conducir todos los días de regreso, mientras el resto de la familia disfruta de estas condiciones.

Por diversas circunstancias, nosotros este año no hemos organizado ningún largo viaje fuera del país, ni tampoco una escapada en nuestro territorio durante la época estival. La llegada de la pequeña y otros imprevistos han complicado los planes, y hemos decidido pasar este verano de una forma diferente.

Así, aprovechando las horas y los días de menos calor, estamos organizando algunas actividades que nos permiten sentirnos como auténticos turistas, descubriendo cosas nuevas en nuestro propio entorno.

Esta semana, además de visitar la actual exposición ubicada en la Cárcel Vieja, sobre la historia y restauración de la misma, algo que solemos hacer habitualmente, hemos acudido al Museo de la Catedral de Murcia.

No era solo la primera vez de mis hijos, también fue la mía. Nada más entrar me sorprendió la relación entre los elementos más antiguos y el uso de soluciones y materiales modernos para adaptar el espacio; creando, entre otras cosas, una bonita pasarela de cristal, que permite visualizar los restos arqueológicos del subsuelo.

El lugar me encantó. Pasamos allí una hora y algo, resguardándonos del calor de mediodía, pero hubiera podido estar muchas horas más. 

Admiramos, junto a nuestro hijo pequeño, que ya se interesa por estas cosas, el fantástico San Jerónimo, y una exquisita y delicada Virgen de la Leche, ambos de Salzillo; además del sarcófago romano de Las Musas y una bellísima y anónima madonna en mármol blanco, entre otra muchas cosas.

Esta semana que viene queremos llevar a los pequeños al Museo Arqueológico y al Museo de la Ciencia y el Agua, que tiene muchas opciones para ellos. La bebé no recordará, seguramente, nada de estas visitas, aunque yo estoy segura de que siempre algo queda, pero el niño ya nos decía la otra noche paseando por Murcia con un helado en la mano, que quería que lo llevásemos «a un museo para enseñarle cosas». Lo que me pareció realmente maravilloso, y me confirmó que este no será un verano perdido. Será nuestro verano en la ciudad.

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