Murcian@s de dinamita

Pity Alarcón, una periodista de raza

Pity Alarcón.

Pity Alarcón. / INMA G. PARDO

Pascual Vera

Pascual Vera

Pity es Pity. Y lo es tanto por amistad como por haber sido el apelativo que eligió su familia para llamar a aquella Piedad que nació en Guadix y que muy pronto marchó para otros mundos relacionados siempre con la comunicación. Así la llamamos todos y así se reconoce. Y la reconocen.

Pity es una buena interlocutora, como este cronista ha tenido ocasión de comprobar cuando nuestros caminos se han cruzado en distintas ocasiones y eventos, como aquellas veladas literarias en las que teníamos ocasión de hablar de lo divino y, sobre todo, de lo humano.

Aquella jovencita que estudiaba en el Instituto Laboral de Guadix, para quien la radio era como un juego desde sus comienzos, vio despertársele el gusanillo de la comunicación cuando estaba aún estudiando, hasta el punto de que su primera opción profesional fue ya su ingreso en La Voz de Granada, medio en el que entró gracias a unas oposiciones.

Hoy, muchos años después de eso, Pity se congratula de su bagaje plural, en numerosos lugares y medios, en los que ha hecho de todo: musicales, política, informativos, culturales, programas de entretenimiento…, todas y cada una de esas facetas en las que se ha involucrado le ha aportado conocimiento y han configurado su personalidad, además de conformar una dedicación profesional apabullante, abriendo terrenos en los que a menudo no había habido un precedente femenino.

Radio Juventud de Málaga, Radio Nacional de España en Zaragoza, Radio Nacional de España en Madrid y, por fin, TVE, lugar en el que ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional.

Hace mucho tiempo que Pity dejó de experimentar aquel escalofrío de nervios y –por qué no– de orgullo como el que experimentó cuando vio su nombre en letras de molde, como se decía entonces, en el periódico Patria de Granada, pero estoy seguro de que, cada vez que se pone delante de una cámara, un micrófono o un papel en blanco, sigue sintiendo esa responsabilidad por informar y hacerlo lo mejor posible, como la excelente profesional que es y ha sido durante décadas.

Ella habla también de esa responsabilidad que tenía el hecho de dar los Diarios Hablados de RNE, un papel en el que no cabían fallos. Y también en aquellos viajes informando sobre la visita del Papa Juan Pablo II a España, acontecimiento que cubrió como Jefa de Equipo, o los nervios que vivió durante la noche del 23F. Y es que, el devenir de los acontecimientos, y la necesidad de contarlos, se diría que han impulsado a nuestra periodista a vivir varias vidas.

Eso la ha llevado a preguntarse si obró bien cuando tomó la decisión de aceptar la dirección de RNE en Murcia y más tarde la de TVE, responsabilidades que la apartaron, de alguna manera, de su pasión por hablar o escribir para los medios. Una pregunta retórica en toco caso, porque si bien estos cargos la apartaron de esa labor que tanto le apasiona, le permitieron dirigir un ente en plena ebullición que supo llevar con destreza durante 17 años. Y que, además, ha compensado de alguna manera con esa labor en el diario La Opinión, donde habla de los temas más actuales con esa ausencia de pelos en la lengua –en la pluma en este caso– que le ha caracterizado siempre y en cantar, indefectiblemente, las verdades del barquero que siempre hemos agradecido sus lectores y escuchantes.