La Feliz Gobernación

La remontada

¿Existen señales que puedan justificar una impresión optimista de la izquierda? Algunas hay, y las viene proporcionando el propio PP

Ilustración de Miguel López-Guzmán

Ilustración de Miguel López-Guzmán

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Como una ola, tu amor llegó a mi vida / Como una ola de fuerza desmedida / De espuma blanca y rumor de caracola / Como una ola (Interpretada por Rocío Jurado)

La ola arrancó en las municipales y autonómicas y avanza inexorablemente a las generales con el PP y Vox surfeando sobre las encuestas en busca de la playa sobre la que extenderse. ¿Quién podría tener ascendencia sobre Eolo y Poseidón para cambiar el rumbo de los vientos y disolver esa ola?

Ay, esa izquierda tan proclive al optimismo histórico. En los círculos del PSOE y de Sumar creen atisbar aires de remontada, y lo proclaman. Es lo que toca para animar a su electorado en la recta final, pero ¿existen señales que puedan justificar esa impresión? Las hay, y las viene proporcionando el propio PP. Veamos.

La insistencia de Núñez Feijóo en que debe gobernanar la lista más votada es el más claro indicio de que cree que puede ganar, pero no sumar para alcanzar el poder. Su ingenio, que su partido no ha cumplido en Extremadura o Canarias, desvela la inquietud de quedarse colgado de la brocha. El PP ganará, pero no es seguro que pueda gobernar. Esa sería la remontada.

Otro factor de confianza para la izquierda. La construcción del sanchismo como el mal sin mezcla de bien alguno está surtiendo su efecto, sin duda, pero no es letal. Si el personal aceptara ese constructo, las expectativas del PSOE andarían por los ochenta diputados. Y, sin embargo, resiste a los elementos. Acusa los golpes, pero en medida moderada para la contundencia con que se producen los ataques. Pedro Sánchez tendría que estar mucho más noqueado por las encuestas si el retrato con que lo pintan las derechas hubiera calado en los estratos en que lo intenta el PP. El socialista resiste más de lo esperado. Nuevo escalón para intentar la remontada.

Más. El miedo a que la ultraderecha se instale en el Gobierno puede parecer amortizado, pero... En el PP creen que ese dóberman está sobrevalorado como palanca de movilización para la izquierda. Sin embargo, desde otra perspectiva, el análisis es diferente. Se apela a que los socialistas ganaron en el 82 porque les había precedido un intento de golpe de Estado, e hicieron lo propio en 2004 a causa del rechazo a la guerra de Irak y los atentados del 11M. Ahora, el efecto que los impulsaría sería: «Que viene la ultraderecha».

Pero ¿es suficientemente fuerte el miedo a Vox para activar de manera decisiva el voto progresista? En principio cabría decir que el miedo a Vox lo comparten a partes iguales, aunque por distintos motivos, PSOE/Sumar y el PP. Para los votantes de la izquierda está plenamente asumido que Sánchez y Yolanda Díaz van a gobernar con un programa compartido, y no les incomoda, pero en la derecha hay un problema importante: Vox puede asumir el programa del PP, pero el PP no puede asumir el programa de Vox. Esta es la razón principal por la que Feijóo eludió el debate a cuatro, un debate en el que Abascal habló para reforzar a su clá y del que se desprendieron incompatibilidades manifiestas con el núcleo moderado del PP. Si Vox entrara en el Gobierno de Feijóo no lo haría para figurar, y aunque sus políticas se redujeran a los departamentos encomendados, desbarataría la imagen del proyecto popular en su conjunto. De ahí que haya quien piense que cuando la izquierda proyecta el miedo a Vox en realidad trabaja para Feijóo, pues esto redundaría en el voto útil al PP.

Otro gancho para la remontada sería la alta participación observada en el voto por correo. Cuando dos millones y medio de personas han recurrido a este medio significa que hay un clima de entusiasmo por el voto, lo que podría traducirse mañana en una muy alta participación. Los datos históricos reflejan que los socialistas ganan cuando las urnas rebosan por encima del 60% (ZP lo hizo con el 70%). Lo que en el PP interpretan como un síntoma de entusiasmo antisanchista podría ser también y a la vez una evidencia de movilización de la izquierda. Los analistas demoscópicos suelen coincidir en que las causas de retracción electoral de la izquierda se registran en los índices de abstención. Pues bien, si las mesas reproducen el efecto Correos, esta vez la participación, a pesar de los calores, será muy alta.

En cuando a la izquierda del PSOE, el hecho de que Sumar haya conseguido unir a todos los grupos de esa tendencia consiguiría que no se desperdicie ningún voto, compensando así lo que el PP se añade al engullir a Ciudadanos por incomparecencia. Sin embargo, nunca ha estado claro que los acuerdos preelectorales entre partidos se traduzcan en más respaldo en las urnas (recuérdese el ‘pacto de los botellines’ de Podemos e IU), y en esta ocasión es posible que el resquemor que subsiste en Podemos con Yolanda Díaz tenga alguna expresión como abstención. Pero lo cierto es que por primera vez existe una opción que pretende apurar todo lo que se mueve en ese espacio. Y a pesar de que las encuestas no parecen premiar la novedad, Sumar impulsa con solvencia a una izquierda que, sin Díaz, carecía de opciones.

Son algunos apuntes para el optimismo de la izquierda, pero dice la copla que viene «una ola de fuerza desmedida». Veremos si es para tanto.

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