La Feliz Gobernación

La espantá

El hecho de que Feijóo no se presentara el pasado miércoles en el plató de TVE está enviando un mensaje claro: hará lo mismo que hacía Sánchez, con la coartada de que éste no le podrá censurar lo que él mismo hacía

Ilustración de Miguel López-Guzmán

Ilustración de Miguel López-Guzmán

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Dicen los evangelistas de Feijóo que Sánchez carece de autoridad moral para reprochar al líder del PP que no acudiera al debate a cuatro convocado por la televisión pública, ya que él no se permitió debatir con Pablo Casado en el anterior choque electoral. Es un mal pretexto, tan malo que anuncia lo que realmente está por venir cuando Feijóo gane las elecciones.

Porque ¿no venía el PP a derogar el sanchismo? ¿Y no ha sido una práctica del sanchismo no comparecer en debates cuando el titular no los necesitaba para crecer al percibirse con ventaja? Pues bien, Feijóo, en el hecho de no presentarse el pasado miércoles en el plató de TVE, está enviando un mensaje claro: hará lo mismo que hacía Sánchez, con la coartada de que éste no le podrá censurar lo que él mismo hacía. Pero, entonces ¿esto significa un cambio de política? No. Significa un cambio de partido, que mantendrá las mismas prácticas que el que ha venido a sustituir.

Por ejemplo, cuando Feijóo designe al fiscal general del Estado veremos que se trata de una persona afín al PP. ¡Ah! ¿pero no venía a cambiar usos y costumbres del sanchismo? No lo llamaremos sanchismo, porque Sánchez no estará, pero será lo mismo que ha hecho Sánchez. Y así en Correos, en RTVE y en todo lo demás. Sabemos que Feijóo hará lo que ha venido criticando porque el pasado miércoles ya empezó a hacerlo: escurrirse de la obligación democrática de debatir con sus adversarios y con su potencial aliado. A ver cómo se explica esto: eludir los debates es una característica del sanchismo si quien lo hace es Sánchez; si lo hace Feijóo es una opción de estrategia personal. Pues bien, así será en todo. Lo que Feijóo haga o deje de hacer estará bien hecho por ser él quien lo hace, y además la oposición socialista no se lo podrá afear. Así, el sanchismo que el PP viene a derogar se convertirá en un espejo a imitar. El PP no pretende derogar el sanchismo, sino practicarlo. A eso se limita el cambio que propone a la vista de cómo se desenvuelve Feijóo ya antes de tocar poder.

La espantada de Feijóo en el debate que debiera haber sido a cuatro tenía como fin, aparte de no arriesgar en un segundo envite, mantener la opacidad sobre sus pactos para formar Gobierno, que habrán de ser inevitablemente con Vox. Es algo que todo el mundo sabe de antemano pero que el líder del PP se niega a admitir. En el plató de TVE, Sánchez y Díaz no pudieron ser más transparentes: gobernarán en coalición si les dan los números, pero Feijóo se niega a reconocer que necesitará a Abascal. El modelo que se avecina es una estructura de bloques, uno de los cuales ya está definido para la opinión pública (PSOE/Sumar), pero el que lideraría el PP no es presentado como tal ante los votantes. Feijóo aspira a una mayoría suficiente que eluda a Vox, pero la realidad y el deseo suelen ser categorías opuestas. Y si no, que se lo pregunten a nuestro López Miras.

Pretextan los evangelistas peperos que en realidad en el debate que se propuso a cuatro no estaría completo el panel de los potenciales aliados del PSOE, pues a éste no le bastaría con el Sumar de Díaz y tendría que recurrir a sus actuales socios parlamentarios. Feijóo habría ido, pues, al debate si en él hubieran estado PNV, Bildu, Ezquerra y otros. Bien, tuvo la oportunidad de participar, la semana pasada, en el debate a siete que también organizó RTVE, para lo cual habría bastado proponer que en vez de los portavoces parlamentarios se hubiran hecho cargo los líderes de los partidos. No lo hizo.

A pesar de que el periodo electoral es relativamente corto, cruzarlo incluso con la vitola de ganador conlleva el riesgo de ir perdiendo perlas por el camino. Así, la primera proclama de la operación Feijóo, derogar el sanchismo, se va deshaciendo, tanto en lo formal como en sus contenidos, pues ha ido acogiendo maneras y políticas ya consumadas, y sólo queda la carcasa. En realidad, el líder del PP nos pedía que le votáramos a él contra Sánchez, pero en el tramo electoral se ha ido constatando que no basta con una campaña en negativo, sino que hay que ofrecer algo más, es decir, se requiere ser propositivo. Es posible que la fuerza del antisanchismo sea suficiente para el derribo, pero cuando esto ocurra podríamos preguntarnos qué tenemos a cambio, y por lo que vamos viendo la respuesta será un corta y pega del sanchismo con otro protagonista.

Suscríbete para seguir leyendo