PINTANDO AL FRESCO

La tragedia del militante

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Van apareciendo las listas de los partidos para las próximas elecciones municipales y autonómicas, y, como siempre, en las casas y en los campos de esta reseca Región corren ríos de lágrimas mientras que por otros cauces se baila y se canta al son del ‘Eres tú, uuuúu’, según acaba de escuchar por teléfono ‘el elegido o la elegida’, ‘que no me lo esperaba en absoluto, mamá, te lo juro por Platón’.

Estos ojos que se ha de comer la tierra han visto escenas que les pondrían a ustedes, los no iniciados en el mundo de la política, los pelillos como escarpias. Recuerdo una ocasión en la que acudí al congreso de un partido, a fin de escribir la correspondiente crónica, donde fui testigo de la desesperación de un militante al que su líder acababa de comunicarle que ya no iba a ir en las listas del Senado, según era costumbre de la casa. Había que ver a aquel hombre llorar como un niño, agarrado a las cortinas del escenario del lugar donde se celebraba el encuentro. «No tengo más remedio que dárselo a los de Lorca o me hunden el congreso votando que no a todo», le explicaba el líder, también compungido, porque él mismo era el padrino del hijo del que tan desgarradoramente lloraba y su amigo desde la infancia, «pero tengo que ganar el congreso, que fíjate tú cómo están los enanos».

Y luego está el tema de los independientes o ‘fichajes estrella’ que tanto dolor producen en los militantes y militantas que esperaban con ansia continuar, o bien comenzar, una carrera como diputado o, en su defecto, como concejal, o ‘consejal’, como también se les llama en ciertas comarcas de esta Región, y que ven frustradas sus esperanzas después de haber estado semanas, meses, años o lustros, e incluso décadas, esperando a que el líder pusiera los ojos en su aguerrida trayectoria pegando carteles y barriendo a fondo la sede del partido, además de decir ‘sí’ a todo lo propuesto por los enchufados, a veces cayéndosele la cara de vergüenza. Los líderes que pescan en las aguas de la independencia y la no militancia, poniendo el cebo del número tal de la lista, «que sales seguro, tía», o ‘tío’ no se dan cuenta del dolor que provocan entre las mujeres, los hombres y los LGTBI+ de su partido. «¿Qué tiene esa que no tenga yo?», «¿Y el viejo para qué lo queremos, si va a empezar con las lumbalgias y los problemas de próstata de un momento a otro, si es que no los padece ya?», «Como se mee en un mitin ya verás la que se va a liar». Todas estas frases son dichas por la militancia a sus parejas en la cocina de sus casas, mientras pelan las patatas de la comida, eso sí, él con el traje todavía puesto y la corbata como castigo, pues hasta este momento ha ejercido como asesor de Protocolo en la alcaldía de su pueblo de 1.500 habitantes.

Las listas producen mucho dolor, oiga. Yo nunca he militado, pero me cuentan los que lo hacen que es menester estar muy pendiente, siempre en guardia, por si hay que hacerle la pelota al líder en cualquier momento del día o de la noche. Tengan ustedes en cuenta que, si realmente estás interesado en hacer una carrera política, el único camino es que el o la que manda se fije en ti, y en un partido político con miles de afiliados eso es complicado.

Algunos líderes, como, por suerte, varios de los nuestros, son aficionados a tomarse unos quintos o unos cubatas de vez en cuando en lugares públicos de fácil acceso. Estar allí cuando ellos o ellas llegan es un logro enorme, porque probablemente seas saludado/a, quizás abrazado/a, si el líder viene ya caliente, y es seguro que se va a quedar con tu cara. De esos quintos compartidos puede salir perfectamente tu puesto en una lista, o un carguico, que tampoco está nada mal a la hora de aplicar el ideario por el que luchas.

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