La Opinión de Murcia

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Belén Unzurrunzaga

Salud y Rock and Roll

Belen Unzurrunzaga

Días de muertos

Belén Unzurrunzaga.

Son días de calaveras y fantasmas, de Don Juan Tenorio y la niña del exorcista. De catrinas mexicanas de azúcar y huesos de santo. Es tiempo de Halloween, de ser un niño y pedir truco o trato por las calles. De ir a los cementerios a limpiar lápidas y comprar flores a precio de caviar para ponerlas a nuestros seres queridos que ya no están. Es tiempo de difuntos, de atrasar la hora y que anochezca antes. Es tiempo de despedir ahora sí, el verano, que últimamente parece que es eterno.

Es tiempo de ánimas, y que Don Juan, en el purgatorio pida perdón a su amada Doña Inés. Es tiempo de cumplir años, de soplar velas y decir adiós a los pares, para darle la bienvenida a los impares. Es tiempo del ecuador de mi vida, o al menos eso espero. Pero sobre todo y cada día lo tengo más claro, es tiempo de celebrar la vida, de los que estamos y los que se fueron.

No me gusta cómo vivimos la muerte en nuestro país, cómo la ocultamos, cómo parece que no va con nosotros, cuando la única certeza al llegar a este mundo es que nos vamos a ir. La vejez y la muerte son dos cosas que nos estorban, que no vivimos con naturalidad. No me cansaré de repetir, nos lamentamos cuando nos faltan nuestros seres queridos, no somos eternos. Cuando se va alguien a quien queremos entonces pensamos en todo lo que podríamos haber dicho, y tampoco hicimos... en vez de vivir siendo conscientes de que un día todo acabará, y aprovechar cada día, para decir, tocar y sentir a las personas que queremos.

Entiendo las tradiciones, pero díganme qué sentido tiene limpiar lápidas una vez al año y sustituir las flores de plástico a las que el sol se les ha comido el color por unas nuevas. Más celebrar en vida y menos en muerte y si lo hacemos, a mí festéjenme como en México, con color, comida y tragos. Vayan a la barra de un bar y brinden por lo compartido, recuerden las anécdotas más divertidas y los momentos que vivimos juntos. Háganme un alboroque, nuestro día de muertos a la murciana. Pero no se vistan de negro ni me lloren, y si lo hacen que sea de risa por aquel día en el que juntos nos ocurrió algo divertido.

Por mi parte, mientras ustedes se acuerdan de sus seres queridos durante este puente, soplaré 45 velas. Un 2 de noviembre del 77 a mediodía, en Lorca, un día de muertos llegué a este jodido mundo. En un abrir y cerrar de ojos aquí estoy, con cuatro canas contadas a conciencia, algunas arrugas, veinticuatro tatuajes, alguna estría y unas ganas de comerme el mundo que dan miedo. Me da vértigo lo que viene, porque todo va muy rápido, no le tengo miedo a la muerte, no a la mía. Pero no puedo soportar pensar en la pérdida de las personas que quiero, dejar de tocar, oler, sentir… y con cada vela soplada la vida se va yendo un poco más. Y no sé a ustedes, pero al pensarlo aparece el nudo en la garganta.

No soy de dar consejos, pero confíen en mí y háganse un favor: menos flores de plástico en las lápidas, quieran y besen más en vida, digan Te Quiero, pasen más tiempo con las personas a las que quieren, y si tienen que recordar a los que ya no están, háganlo sonriendo, recordando los momentos compartidos, mantengan viva su memoria con amor que sintieron por ellos y que nunca se irá. La vida a pesar de las hostias está llena de momentos por los que merece la pena estar aquí. No siempre ganan los malos, hasta en Don Juan Tenorio gana el amor ante la muerte.

Celebren la vida de los que se fueron y brindemos por la que nos queda por vivir.

Feliz día de muertos.

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