Opinión | Pintando al fresco

‘¡Oh, virtud de la amistad!’

Feijoo, Ayuso y Casado

Feijoo, Ayuso y Casado / EFE

Todo este trajín en el Partido Popular, lo de Casado, Teodoro, Ayuso, etc., me ha llevado a meditar (yo medito) para intentar comprender cómo son las relaciones personales entre los políticos. Durante mucho tiempo, he permanecido cercano a la Política y he tratado a las mujeres y hombres que se dedican a esto de lo público, sobre todo, porque tenía que escribir sobre el tema para poder ganarme la vida y sacar a mis hijos adelante. Siempre he intentado respetar al máximo las cuestiones personales y dedicar mi atención a lo que hacían y a cómo lo hacían en sus cargos y encargos políticos, e, incluso, he tratado de acercar sus figuras a los ciudadanos escribiendo sobre ellos, en estas ocasiones, sí, de un modo amable y sin críticas.

Pero hoy de lo que me gustaría hablar aquí es de sus relaciones interpersonales dentro de los partidos, a veces, mandando y otras siendo mandados. Ya sé que muchos de ustedes estarán recordando ahora la famosa frase: ‘Hay enemigos, enemigos a muerte y, lo peor, compañeros de partido’, pero, aun así, no me digan que lo que ha ocurrido estos días no les ha dejado perplejos. Entre los que se han tirado a matar en el PP hay seres humanos que se conocieron a la tierna edad de 18 años, en las Nuevas Generaciones, y que han compartido décadas de compañerismo y camaradería, y quién sabe si algo más íntimo, porque la carne es débil. Varios de ellos se han ayudado para acceder a puestos importantes, porque, como pasa en la vida civil, ¿a quién vas a llamar cuando tienes la posibilidad de crear un buen puesto para alguien?, pues, a tu compañero/a de colegio, a tu amigo/a de la infancia o de la universidad y nosotros los mayores a los compañeros de la mili incluso. Lo peor siempre es ver que se puede ganar pasta en algo y llamar a tu hermano, pero esa es otra cuestión.

He conocido yo a políticos que eran tan amigos que –es un ejemplo – uno de ellos tuvo un hijo y le pidió a su compañero que fuese el padrino del nene, y que este lo aceptó, y que viajaban juntos los matrimonios, y salían a cenar, y ellos hablaban de las cosas del partido y ellas les afeaban su conducta porque ‘siempre estáis igual, con la matraca de la política’. Hasta que llegó una ocasión en la que a uno le convenía que el otro cayera en desgracia y él mismo le disparó el tiro, dejando al chiquillo sin padrino porque desde ese momento no volvieron a hablarse, claro.

Por eso, no dejo de pensar en lo que ha ocurrido con Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado cuya relación cumple con todos los puntos que arriba les señalo: amistad temprana, camaradería, promoción de ella a puestos de responsabilidad en cuanto él llega al poder, incluso con la oposición de compañeros que no la veían con capacidad; ambición desmedida por parte de ella, intento de frenarla por parte de Casado y adláteres, y reacción asesina de ella que aprovechan todos los demás para quitarlo de en medio.

Asimismo, está lo de Fernando López Miras y Teodoro García Egea con Casado por en medio también. ¿Qué no habrán vivido juntos Teo y López Miras? ¿Qué amores no se han demostrado en público los tres a los que cito, con fotos medio abrazándose, manos que pasan por encima de los hombros y unas sonrisas que expresaban no poder estar en mejor sitio ni agarrándose más a gusto a alguien que no fuera a ellos? Y ya ven ustedes lo que ha ocurrido. En cuanto dijeron en la tele que el único barón del PP que apoyaba a Casado y a Teo era el presidente de Murcia, se abandonó el buque y sálvese el que pueda, o mejor, salvaros como podáis, que hace falta un congreso extraordinario para que tome la corona Feijoo, que es lo que necesita el partido, y no a vosotros, amigos míos.

¿Se recuperarán las amistades? ¿Volverán aquellos tiempos de llamadas pidiendo socorro, que me ponen una moción de censura, macho? Espero que así sea. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro, dicen.

*(La venganza de don Mendo. Acto II)

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