No sé si a estas alturas de miércoles me está leyendo antes, durante o después del sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad. Pero con independencia de ello, de estar a la expectativa, de saberse dueño de alguna pedrea o una terminación de dos cifras o bien de la decepción de no haber conseguido siquiera un reintegro, bien está que compartamos unas líneas pensando en la suerte.

¿Qué es para usted? Porque ese encadenamiento de sucesos considerado como casual o fortuito, que dice la RAE, puede ser bueno o malo, se tiene o desea, se busca o se suspira por él.

La culminación de esa gracia siempre se imagina dando el pelotazo definitivo en la Primitiva o, mejor todavía, siendo el único acertante del Euromilones.

Pensamos en la dicha como la propiciada por la conjunción de planetas, satélites y asteroides que nos haga ricos y comprobar, o no, eso que dicen los resignados de que el dinero no da la felicidad... aunque ayude mucho a conseguir algo que se le parece, que añadirían los inconformistas.

A veces la dicha se encuentra en cosas tan nimias como encontrarse en la acera una moneda de veinte céntimos teniendo facultades físicas como para poder agacharse a recogerla. Está en aprobar unas oposiciones que se resisten una convocatoria tras otra y que solucionan la vida material.

Pero en estos tiempos también es darle esquinazo al coronavirus aún contando con vacunas y mascarilla. Igualmente llegar a la parada del autobús a tiempo sin necesidad de correr en pos mientras los viajeros y el chófer por el retrovisor contemplan divertidos el inútil esprint que levanta los faldones del abrigo.

También el estar en lugar adecuado y el momento oportuno del que surgió el primer contacto que, luego ya con el interés y la entrega, fraguó en la relación sentimental, amorosa, que mantenemos con nuestra pareja.

Si realmente queremos saber si tenemos suerte, quizás hoy sea el día propicio para colocarnos delante del espejo como nos aconsejan los psicólogos conductistas, contemplarnos detenidamente, sonreírnos y respondernos con sinceridad.

Será en ese examen que traspasa la imagen para mirar en lo más profundo de nosotros donde encontraremos un baúl con los tesoros existenciales que merecen la pena y que hemos ido acumulando con el paso de los años.

Del montante de esas joyas en forma de sentimientos y sensaciones podremos llegar a la conclusión de si somos unos seres con suerte de la buena, de la que no necesita sorteos.