Opinión | Así lo veo

Aznar, la funesta manía de mentir

Cada vez que habla parece querer poner 'las cosas bajo su control'

Penis Diderot fue una importante figura de la Ilustración, y en su calidad de escritor, filósofo y enciclopedista francés, dejó para la historia expresiones a las que, a veces hay que acudir, para reflexionar sobre el hoy. Por ejemplo, oyendo decir al expresidente José María Aznar que el PSOE ha llegado dos veces al Gobierno «en circunstancias muy especiales: una fue en el año 2004, como consecuencia de unos ataques terroristas que utilizó», en referencia al 11M, y otra «con la moción de censura», es inevitable acudir a Diderot y a esto que dejó escrito: «Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control».

Y esto es lo que parece pretender Aznar cada vez que habla, ‘poner las cosas bajo su control’. Un control que perdió cuando aquel atentado terrorista del 11 M; sus cálculos electorales le jugaron una mala pasada y no dudó en mentir descaradamente a los ciudadanos diciendo aquello de que era un ataque de ETA, cuando él sabía perfectamente que el atentado se había producido por una célula terrorista islamista. Y su Gobierno en pleno, con él a la cabeza, intentaron engañar, una y otra vez, a un electorado con más capacidad de análisis de lo que ellos creían, y pasó lo que pasó, que perdieron las elecciones, porque aunque, según Goebbels, una mentira repetida se convierte en una verdad, no siempre ocurre así, y aquella mentira mil veces repetida por Aznar y los suyos solo sirvió para la movilización de un electorado que, roto de dolor, no pudo soportar tanta falacia.

Por eso perdieron aquellas elecciones, pero esperar de José María Aznar un gesto de reconocimiento de un error es un empeño inútil. Pasado el tiempo, su arrogancia continúa impidiéndole ver más allá de sus ensoñaciones, y lo mismo que cuando ya se sabía quiénes eran los autores del terrible atentado continuaba diciendo en televisión eso de «lo mantengo íntegramente. Digo que los que idearon estos atentados yo creo que no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas. Lo dije entonces y lo repito ahora, sean quienes sean», incapaz de reconocer que se había equivocado, y que había intentado equivocar a los ciudadanos, ahora regresa poniendo en cuestión aquel triunfo electoral de Rodríguez Zapatero, lo que viene a ser poner en cuestión la propia democracia. Y no bastándole con esto, dudando de la legitimidad de una moción de censura absolutamente legal y contemplada en nuestro ordenamiento jurídico.

José María Aznar nunca se caracterizó por su modestia, es más, siempre puso de relieve su prepotencia y ese estar en posesión de la verdad absoluta que solo se encuentra al alcance de personajes como él, que cuando hablan dan la sensación de buscar el asombro en el resto de los mortales, que no están a la altura de tan preclaro personaje.

Es por esto que en la mayoría de las ocasiones en las que Aznar suelta sus prédicas nos queda la sensación de que este país salió ganando con aquel arrebato suyo de limitar su mandato, porque cada vez que habla nos queda la sensación de que sí, de que a él, sobre todo, le gusta que las cosas ‘estén bajo su control’, y si se tiene que mentir sin el más mínimo rubor, pues se miente. Como mintió cuando nos habló de que habían armas de destrucción masiva en Irak, ávido de figurar en los libros de historia, no importa de qué manera. Y si no era en los de historia, por lo menos en aquella foto de las Azores, donde aparecía con George Busch y Tony Blair (al presidente de Portugal Barroso se lo limpiaron). Una foto que simboliza una inmensa equivocación que provocó una terrible guerra y la destrucción de un país.

George Bush pidió perdón, Tony Blair pidió perdón. José María Aznar ni lo hizo ni lo hará, porque su soberbia le impide reconocer una equivocación. Como jamás aceptará que aquellas elecciones del 11M las perdió él por su funesta manía de mentir.