Continúa hablándose profusamente del fallido debate de la SER sobre las elecciones autonómicas de Madrid, por ese levantarse Pablo Iglesias de la mesa de debate y ser seguido un poco más tarde por Ángel Gabilondo, candidato del PSOE, y Mónica García, candidata de Más Madrid. Y sinceramente, yo creo que se equivocaron. Y se equivocaron porque la desmesura hay que combatirla con la templanza. Porque, en democracia, la palabra es la que tiene que tener su lugar para rebatir aquello que haya que rebatir y porque los políticos, no pueden estar pendientes de las redes sociales para ver cómo reaccionan (éstas siempre lo hacen al toque de corneta de quien sabe manejarlas), porque eso es simple y llanamente populismo.

Al hilo de ese debate fallido el señor Iglesias cuenta en las redes que los ‘asesores’ de los candidatos del PSOE y Más Madrid (olvida al de Cs, Edmundo Bal) que les acompañaban ese día, entraron en el tiempo de publicidad al estudio para decirles a sus candidatos «tendríais que estar viendo lo que está diciendo la gente, hay que salir de aquí, irse de aquí, no porque se haya ido Pablo Iglesias, sino porque la gente está diciendo que está en peligro la democracia y no se puede seguir estando sentado en una mesa con el fascismo y la ultraderecha». Es decir, en ese momento, lo más importante no fue que se hubiese dado el espectáculo de intolerancia que se dio. No, lo importante fue el movimiento en redes que condicionaba el que se continuara exponiendo a los oyentes la manera de entender el Gobierno de Madrid por parte de los candidatos, porque como ha dejado claro el señor Iglesias, «nosotros fuimos el click que sirvió para que se viera lo que piensan cientos de miles de personas en este país, para que vieran que lo que se vota el 4 de mayo es entre fascismo y democracia». Y en su continua lucha contra los periodistas que no aplauden todas las cosas de Podemos ha dicho eso de «cuando un pueblo señala a los fascistas, los partidos toman nota y muchos periodistas valientes dicen la verdad». Es decir, solo son ‘periodistas valientes’ aquellos que dicen ‘la verdad’ de Podemos. Puro sectarismo, como el de Vox.

Todos vimos que el señor Iglesias pretendía cargarse ese debate, al pedir que Monasterio se retractase de unas declaraciones que no había hecho allí, y sí en RNE, porque él sabía que la ultraderechista candidata de Vox, una mujer de sonrisa que hiela la sangre, no se disculparía por algo que no había dicho en ese foro, antes al contrario, Monasterio ponía sobre la mesa su enorme frialdad para sacar de sus casillas a todo el que estaba allí, incluida a la presentadora, Ángels Barceló (llegó a llamarla activista), que aguantó magníficamente los envites de esta señora y que tuvo que pasar por el mal trago de suspender el programa que llevaban tanto tiempo preparando.

Aquel tsunami de intolerancia, se ha llevado por delante los debates que estaban preparándose en dos televisiones, con lo que nos quedaremos con las ganas de saber qué proyectos tienen todos para gobernar Madrid; aparte de acusarse de fascistas y comunistas, provocando que el PSOE y Más Madrid, le hagan el juego a Podemos, e Iglesias cayera en la trampa de Vox, porque lo que no quiere la ultraderecha es debatir.

Y es fácil preguntarse a quién beneficia esto, y permítanme que les diga que yo creo que el señor Iglesias ha cometido un error de cálculo, porque la no celebración de diálogos no beneficia a las izquierdas: antes al contrario, les perjudica claramente, teniendo en cuenta que Díaz Ayuso, la candidata del PP, ya dijo que ella no participaría en ningún debate más (tenía mucho que perder y poco que ganar) y éstos se presentaban como una gran ocasión para mostrar el deseo de la izquierda por debatir y la huida de la derecha para hacerlo, y el diálogo es la esencia de la democracia.

Sí, al señor Iglesias, una vez más, se le fue la mano del cálculo populista.