El pasado martes, día 2, tuve el honor de presentar, en actividad coordinada por el catedrático de Historia de la Universidad de Murcia (UMU), Pedro María Egea Bruno, a Enrique Javier Díez Gutiérrez, profesor de la Universidad de León, que disertó ante el alumnado de Grado y Máster de Historia sobre el silencio, el miedo y el olvido que, en temas de Memoria Histórica, impuso la dictadura franquista, y que aún se puede percibir en las páginas de los libros de texto.

Dicha conferencia telemática fue una más de las actividades organizadas por AFErEM (Asociación Futuro de la Educación de la Región de Murcia), por la UMU y la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), en el contexto de las VII Jornadas ‘Una Educación para el siglo XXI. Miradas desde las Ciencias y las Artes’, que vienen celebrándose en la Región.

DESCONOCIMIENTO DEL ALUMNADO.

Enrique Javier Díez Gutiérrez expuso una síntesis del contenido de su libro La asignatura pendiente (Plaza y Valdés, 2020), afirmando que generaciones enteras de alumnos y alumnas españoles siguen sin conocer bien en qué consistió la Guerra Civil, la represión franquista y la lucha contra la dictadura tras la Guerra Civil, lo que le llevó a escribir ese libro.

«Fuimos conscientes de ello cuando participamos en la producción y realización del documental Los campos del silencio, dirigido por Eloina Terrón, sobre los campos de concentración franquistas», nos aclara. En la última parte del documental se preguntaba a un grupo de estudiantes de Fabero del Bierzo (León) sobre el que había estado ubicado en su pueblo, de 1939 a 1947, y en el que unos 250 presos republicanos trabajaban como esclavos para una empresa privada (Minas Moro), afecta al régimen. Los alumnos y alumnas del instituto no sabían que en su propio pueblo hubo uno de esos campos de trabajos forzados.

Decidido a colmar dicho vacío, impulsó, junto a otros profesores universitarios, una ‘radiografía’ de los libros de texto de secundaria y bachillerato que abordan esa época histórica, al tiempo que elaboraron una encuesta, entrevistando a más de seiscientos profesoras y profesores de Historia de institutos de todo el país, sobre su percepción de los contenidos en los manuales.

LEY DE AMNISTÍA, LEY DE PUNTO FINAL. El profesor afirma en su libro que el desconocimiento de nuestra Memoria Histórica viene de lejos, pues, durante la Transición, la supuesta necesidad de consolidar el régimen democrático y, al tiempo, la continua alusión al ruido de sables condicionó la posibilidad de desarrollar una política de la Memoria que permitiera señalar, responsabilizar y juzgar a los torturadores y cómplices de la dictadura. «La Transición», afirma, «se edificó sobre una amnesia inducida que establecía una falsa equidistancia entre vencedores y vencidos, y eso se ha acabado plasmando en los libros de texto». A mayor abundamiento, la Ley de Amnistía de octubre de 1977, una Ley de punto final, está impidiendo, de hecho, juzgar los crímenes contra la humanidad de ese aciago régimen, pues los jueces vienen inhibiéndose en las sucesivas demandas que vienen presentándose por parte de los familiares, amparándose en la prescripción de esos delitos y en la existencia de esa misma ley.

LOS ‘MASS MEDIA’ Y LAS EDITORIALES NO SON NEUTRALES. Tanto los medios de comunicación como el universo editorial no son neutrales, pues se muestran proclives al falseamiento de la realidad y al mantenimiento de una ‘memoria cómoda’, nada inquietante, y blanqueadora, hoy, del fascismo emergente. En 2º de bachillerato, más de la mitad de los libros analizados (el 60%) aporta una visión sesgada de las causas de la Guerra Civil. El texto de Anaya, por ejemplo, afirma que «la vida política española se vio asfixiada por el radicalismo proletario y la degradación del orden público», situando claramente la responsabilidad de la guerra en la clase obrera y en la incapacidad de las autoridades republicanas para mantener el orden.

El libro de 5º de primaria de esa misma editorial explica que «la guerra se produjo porque no se respetaron las normas democráticas», pero no aclara quién las incumplió: obvia la responsabilidad directa de las élites dominantes, el Ejército, los monárquicos y sectores de la Iglesia en la preparación y ejecución del golpe de Estado contra la legalidad republicana.

Pero, además, los textos escolares, en general, omiten directamente o tratan muy por encima cuestiones como la resistencia antifranquista de los años 60 y la lucha guerrillera durante los veinte años anteriores; los mecanismos de incautación de bienes de familias republicanas, lo que está en el origen de las grandes fortunas de empresas que hoy cotizan en el Ibex35; el exilio republicano, interior y exterior; los campos de concentración de Franco, documentados por Isaías Lafuente y Carlos Hernández de Miguel, entre otros; la brutal represión sobre las mujeres republicanas, humilladas con el rapado de pelo y la ingesta forzosa de aceite de ricino, para mayor escarnio público por las consecuencias físicas que ello les producía, además de ser víctimas de violaciones; los experimentos con las prisioneras para descubrir y erradicar el ‘gen rojo’ de Vallejo-Nájera; o el secuestro y el robo de bebés para traficar con ellos, etc.

UNIDADES DIDÁCTICAS CONTRA EL OLVIDO Y LA EQUIDISTANCIA. Lo anteriormente expuesto demuestra que, en relación con la Guerra Civil, se refuerza la teoría de la equidistancia: al citar a los ‘bandos’ enfrentados se obvia que en realidad hubo, es cierto, un bando sublevado, pero de ninguna manera puede considerarse como tal [bando] a quienes se vieron obligados a tomar las armas para defender la legalidad republicana.

Esta situación no es ajena a la labor diaria del profesorado a pie de aula, porque, aunque protegido por la libertad de cátedra, si no rompe con la sujeción al libro de texto, está muy condicionado por los contenidos ideológicos que imponen las editoriales. Por ello, es muy difícil mantener en el aula una actitud crítica, a la vista de que en la sociedad se ha impuesto una amnesia colectiva y el relato de la derecha conservadora y de grupos de extrema derecha (Vox), impulsando el ‘pin parental’, para relegar al olvido la verdad sobre el ominoso régimen franquista y la represión de esa dictadura.

Por eso, Díez Gutiérrez y el equipo de profesores/as de la Universidad de León, en vista de que los contenidos, relativos a la II República, la Guerra Civil y el franquismo, que suponen el 10% en los libros de texto, no se corresponden a los 44 años reales que abarcan esos periodos, se pusieron manos a la obra y realizaron unas unidades didácticas tendentes a recuperar la parte de la memoria olvidada o silenciada en el currículo escolar, porque, recuerdan, «no se puede construir un futuro con un pasado basado en la impunidad, porque para ser demócrata, en definitiva, hay que ser antifascista». Esas unidades didácticas, pronto agotadas, han vuelto a ser publicadas por la editorial Plaza y Valdés.

Los autores, además, han puesto las mismas a disposición de la Secretaria de Estado de Memoria Democrática, para su envío a todas las comunidades autónomas y que lleguen, a su vez, a todos los institutos de secundaria.

Estiman que lo ideal sería que esos contenidos fueran integrados en los libros de texto y en el currículo ordinario, para salvar situaciones embarazosas para muchos profesionales. Una profesora confesó que «cuando yo llego a la época de la Guerra Civil, paso de puntillas por el tema y no entro mucho porque hay alumnos de los dos bandos, hay que ser equilibrado en la docencia».

Ese argumento, el de la equidistancia, está muy presente en muchos libros de texto y forma parte de una cultura educativa muy preocupante que hay que superar.