Hagamos que la migración beneficie a los migrantes y los países por igual. Se lo debemos a los millones de migrantes que, con su valentía, su vitalidad y sus sueños, ayudan a que nuestras sociedades sean más prósperas, flexibles y diversas». Mensaje del Secretario General de la ONU en el Día Internacional del Migrante

18 de diciembre de 2013.

Desde el Informe del Foro Ciudadano del año 2003 se viene mencionando a los «nuevos actores: los jóvenes inmigrantes» que han pasado a perder el «protagonismo» en el Informe actual de 2014 ´El otro estado de la Región´, compartiendo ahora la escena con los «jóvenes migrantes», esto es, los jóvenes autóctonos que abandonan nuestro país o, más exactamente, #NoNosVamosNosEchan (iniciativa que denuncia la situación de exilio forzoso de la juventud precaria1).

Vale la pena invertir unas líneas en el plano semántico; según la RAE, ´migrar´ tiene dos acepciones: ´emigrar´ e ´inmigrar´; por ello, tanto los que emigran (dejan o abandonan su propio país con ánimo de establecerse en otro extranjero), como los que inmigran (llegan a un país para establecerse en él), son migrantes. Un joven murciano de los muchos que han abandonado nuestra región desde que comenzó la crisis, es emigrante en el Aeropuerto de San Javier e inmigrante al aterrizar en Londres, Berlín o Quito.

Según el ´Diagnóstico de la Población Joven en la Región de Murcia 2011´ publicado por el Observatorio Regional de la Juventud, en los últimos años la Región de Murcia ha destacado como uno de los principales territorios de acogida de personas inmigrantes. En la última década, la proporción de personas de origen extranjero en relación al número total de murcianos y murcianas ha pasado del 0,8% en 1996 al 16,54% en 2010. Este incremento ha sido aún más intenso entre la población joven (entre 15 y 29 años), ya que las personas de origen extranjero han pasado de representar tan solo un 1% en 1996 a que más de uno de cada cinco jóvenes en 2010 es de origen inmigrante (22,13 % de la población entre 15 y 29 años en 2010). La población joven extranjera residente en la Región de Murcia comprende un mayor peso en el tramo de edad de 25 a 29 años. Igualmente se concentra en mayor medida entre la población extranjera masculina que en la femenina. Con el contexto citado, se explica que sea el colectivo que representa la mano de obra inmigrante el que tenga un aumento poblacional más considerable. Por eso, la población extranjera masculina es superior a la femenina, así como la concentrada de manera especial en el tramo de edad superior a 25 años, correspondiéndose con las cifras más altas de inmigrantes.

Este baile de cifras se traduce en que tú, joven lector de este artículo, cuando sales de fiesta un sábado cualquiera por nuestra región con cuatro amig@s más, uno de ellos debiera de ser inmigrante (si tú no lo eres); probablemente se trate de un chico entre 25 y 29 años y tenga el gesto cansado por ser considerado ´mano de obra inmigrante´. Si no es así, la interculturalidad (si es ése el modelo por el que la administración y nuestra sociedad han apostado) no ha funcionado.

La interculturalidad consiste en interacción, intercambio, solidaridad y reciprocidad. ¿Y cómo andamos los jóvenes en España de interculturalidad? Usando como termómetro el Informe de 2012 Juventud en España del Instituto de la Juventud, al 12´4% de los jóvenes entre 15-29 años les importaría que su vecino fuera inmigrante (por debajo de ex delincuente, ex drogadicto, musulmán, gitano y enfermo de SIDA, por ese orden).

Es notable la negación expresada por un más que notable grupo de jóvenes españoles, que consideran que estas personas no deben tener derecho a voto en las elecciones municipales (la cuarta parte de quienes tienen 18 a 24 años) o a crear asociaciones para la defensa de sus derechos, obtener la nacionalidad e incluso a traer a su familia (alrededor del 20% en todos los casos). Aunque el porcentaje es menor, también un grupo nutrido de jóvenes considera que los y las inmigrantes no deben tener derecho a cobrar el subsidio de desempleo a pesar de haber cotizado para ello (10%).

Ciertamente no parece que estemos ante un panorama extremadamente integrador y de acercamiento a una conciencia de ciudadanía global entre nuestros jóvenes, pero tampoco entre los y las jóvenes del conjunto de Europa. Según los datos de la European Social Survey 2010, en la escala 1-10 los jóvenes tanto españoles como del resto del entorno europeo se colocan en el punto medio de la escala (como promedio) a la hora de valorar los beneficios y/o desventajas de la inmigración para la construcción del país en el que viven. Es decir, no apuestan claramente por que las personas inmigrantes contribuyan a mejorar la economía, la vida cultural o la vida en general del país.

Tal vez ahora que nos hemos convertido en emigrantes cambie nuestra visión de la inmigración.

Y mientras escribo, miles de jóvenes de los que podrían enriquecernos con sus propias ideas y culturas -como lo hacen nuestros jóvenes en el extranjero- esperan en condiciones infrahumanas en el monte Gurugú o deambulan invisibles ´sin papeles´ por nuestras calles. Que la suerte aparezca a su encuentro.