Joan Manuel Serrat nos presenta un nuevo trabajo; dicen que no es un recopilatorio de sus canciones, más bien que se trata de un cancionero con cincuenta temas de su repertorio en catalán y en castellano. Muchos de ellos interpretados en compañía de otros cantantes, más de una treintena de colaboraciones con sus amigos para dar luz a nuevas versiones de sus éxitos, nuevos arreglos y la voz de ahora, alejada de aquella que dio vida al estreno de sus composiciones. Nuevos registros que nos sonarán algo raro pero que guardarán, a buen seguro, armonía y belleza a cántaros. Sus poemas musicados „eso son sus canciones„ nos han acompañado desde hace décadas; él ya ha cumplido los setenta y nosotros nos acercamos; se plantea este disco como un acontecimiento que celebra sus cincuenta años sobre el escenario de la música. Bienvenido sea. ¿Quién me regala el nuevo disco de Joan Manuel Serrat?

Serrat es un icono de nuestra cultura, le hemos visto madurar, sazonando peripecias sociales y políticas y siempre guardando la gran sabiduría de lo hermoso. Imposible recordar algunos versos de Machado o de Miguel Hernández sin tararearlos con su partitura y su musicalidad. Inténtenlo, verán que es imposible. «Caminante no hay camino€»; no nos llega a la garganta sin su sinfonía de acordes mágicos.

Aquel chico del Poble Sec que se presentaba hijo de catalán y aragonesa a cantar por primera vez en la radio, en el programa para estudiantes insomnes de los sesenta. Joaquín Prat y Radio Madrid Madrugrada, que comenzaba sus emisiones de la noche, con aquella cabecera de espíritu múltiple: «Para quien no puede dormir, para quien no puede hacerlo porque está cumpliendo con alguna obligación€». Lo nuestro ya era, por entonces, devocionario a una nueva oferta para el alma de aquellos tiempos grises; oscuros y temerosos. Nada sabíamos del futuro, poco pudimos acertar en sus previsiones. La andadura de Serrat ha sido la nuestra propia, la de una generación desdichada y al tiempo recuperada con arrugas y desengaños. La música de este ser luminoso, claro, abierto y decidido nos ha infundido ánimos viscerales, nos ha descargado de angustias y sufrimiento sin cuento. También nos ha enamorado, nos ha servido de coartada a nuestros besos furtivos, a nuestras pasiones de lunas diáfanas de día y olas de mediterráneo eterno. Serrat es un artista grande, ya inolvidable, para ese siempre que prometemos y nunca cumplimos, que supera nuestra engañada lujuria.

Obstinado en el preciosismo, adormecido en los valses marchitos de la memoria colectiva y sentimental de un pueblo. Vivo y eterno, como se vuelve a presentar hoy.