Soy un apasionado -también podría decirse un incondicional- del fútbol. Y no lo niego. Me gusta ver a esos tíos que cobran en un año más de lo que yo ganaré en toda mi vida cada fin de semana. Y practicarlo. No dejo la oportunidad de otorgarme un par de pachangas a la semana. Pero reconozco que el verano y el deporte rey, no son compatibles. Un partido a las cinco de la tarde en pleno mes de julio es, cuanto menos, temerario. Buena cuenta da de ello mi frente... Así que, durante estos meses tan simpáticos he optado por cambiar de deporte y caer en brazos de los juegos de mesa. Y me da lo mismo echarme un mus, que un subastao, que una brisca o un dominó. Así que me paso los días libres tirando órdagos a grandes -y pares, por qué no-, arrastrando con el as de oros, cambiando el siete por la muestra -y el dos por el siete, que en Cartagena siempre hemos sido un poco piratillas- y doblándome a pitos. He de reconocer que bueno no soy, más bien todo lo contrario y mis compañeros dan fe de ello con sus caras, pero poco a poco... Y vosotros,

¿os echáis una partidita?