Mañana, 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, te propongo un ejercicio de empatía. ¡Es tan saludable mirar desde otro punto de vista! Hay que ponerse unas gafas violeta parecidas a esas con las que vemos las pelis en 3D. Estas son gratis. Muchas revoluciones, como la copernicana, nacen de un cambio de perspectiva... sólo hay que aprender a mirar y veremos que otro mundo más justo es posible.

Empecemos casi por el principio, porque siempre hay una historia detrás de cada idea. Hagamos memoria y resistamos contra quienes creen que la lucha por la igualdad no es memorable, es decir, digna de ser recordada. La Ilustración inspiró los ideales de la Revolución Francesa y los principios del Contrato Social que legitiman el Estado Moderno expuestos en los preámbulos de las constituciones democráticas. En este movimiento participaron activamente las mujeres y de sus logros quedaron excluidas, se vindicaba el derecho a la educación y a la ciudadanía de modo universal porque, si las mujeres subían al cadalso y morían, también tenían derecho a subir a la tribuna y a vivir con autonomía.

En el siglo XX, después y contra la reacción conservadora de los años 50, que recluyó a las mujeres en un modelo de vida y de belleza machista, el feminismo se organizó como un movimiento civil e inventó gran parte de las estrategias de resistencia pacífica que hoy conocemos. Las mujeres se habían incorporado al trabajo remunerado y querían igualdad real, es decir, económica, social y cultural. Fueron castigadas con violencia por tal atrevimiento y expuestas como el bello mal simbólico que sirve para expiar todos los males sociales. De este modo, el patriarcado, que crea desigualdad, encuentra en las mujeres las culpables ´naturales´ que deben ´sacrificarse´ por el bien común, negando así la responsabilidad de quienes administran los recursos y las riquezas comunes en su propio beneficio.

Si seguimos contando la historia... las mujeres de este país empezábamos a ver los frutos de la dura lucha del feminismo y creíamos que el horizonte de igualdad, corresponsabilidad, conciliación, coeducación... no era tan estratosférico. Encontramos en la Ecología aplicada a la Economía y a la Política un modelo de desarrollo de la vida humana que hace perfectamente compatibles las demandas históricas de Igualdad con la riqueza de la Diversidad cultural y biológica del mundo. Creamos así una simbiosis entre Ecología y Feminismo, como alternativa real a un modelo economicista y meramente instrumental, que pisotea los derechos humanos y le pone precio al agua, a la tierra y a las personas. Hoy, en 2012, vuelve a surgir un movimiento muy fuerte de reacción contra la igualdad real, contra la libertad real, contra la justicia real. El mercado ha dado un golpe de Estado y pretende ningunear la soberanía ciudadana haciendo de la ley una referencia estrictamente formal. Las primeras personas expulsadas del club-casino cínico que están blindando son las últimas que llegaron: extranjeros, mujeres, jóvenes sin recursos y personas dependientes de nuestra responsabilidad y de nuestro cuidado.

Después de la caída del Muro de Berlín y la construcción de muchos otros, la sociedad global empieza a demandar una ciudadanía cosmopolita y un nuevo contrato social para un nuevo mundo posible. La mercantilización generalizada, la depredación suicida y asesina del mercado capitalista nos espantan; pero de nuevo aparece como mito único la sacralización de los intereses de una minoría, la naturalización de la desigualdad y, por supuesto, el sacrificio de mujeres y de niñ@s que exige el nuevo Dios-Mercado. Un Dios avaro que todo lo engulle en nombre de su propio crecimiento estúpido y sin rumbo. De nuevo se ordena, ahora desde los altavoces de los medios de comunicación, que mujeres y niños se retiren de modo silencioso a sus lugares de exclusión y de pobreza, Y, a lo sumo, se les dejará incorporarse como consumidores pasivos y dóciles esclavos.

Los derechos de las mujeres son derechos humanos. Somos muchas y diversas, pero tenemos los mismos deberes que los varones de cuidar nuestra especie y, por tanto, los mismos derechos que ellos para hacer esta tarea con dignidad. La colaboración, la solidaridad y la empatía son la muestra de nuestra inteligencia como especie y nuestro más preciado valor. Los derechos de las mujeres son tuyos, sus deberes son también tuyos. Cuando nada de lo humano nos sea ajeno, entonces seremos humanos.

Si no lo ves claro, ajusta tus gafas y cambia el color de tu mirada: verde, lila...