Me atrae la épica del fútbol inglés, el ambiente y la leyenda que lo envuelve. Ahora, que extranjeros exquisitos pueblan los terrenos de la Premier, me gusta incluso el juego. Brian Clough está considerado uno de sus mejores entrenadores, si no el mejor. Con sus peripecias, Tom Hooper llevó al cine la evocadora The Damned United. Michael Sheen, que hizo de Blair en The Queen, encarnó al protagonista de la historia. Clough cogió al modesto Derby County en la cola de Segunda y en el 72 lo hizo campeón de la Liga de los grandes. Lo único superior a sus métodos era su ego. Resultaba tan insoportable que, a pesar de la hazaña, el presidente del Derby vio el cielo abierto cuando, tras echarle el enésimo pulso, el técnico le presentó la dimisión convencido de que la directiva no se atrevería, pero el máximo mandamás se la aceptó tembloroso de placer. No era portugués, aunque al luso en el que están pensando le atrae la isla con locura y por algo será.

A continuación Clough dejó tirados al Brighton y a Peter Taylor —su Sancho Panza asistente que sufrió ataques de corazón para mantenerlo con los pies en el suelo— por ir al todopoderoso Leeds. Debutó con una entrevista en la que menospreció a su nuevo equipo por la animadversión que sentía hacia Don Revie, recién investido seleccionador nacional. Los jugadores lo esperaron para demostrarle que llevaba razón en cuanto a lo sucios que eran y en 44 días consiguieron que lo echaran. Se recompuso y, acompañado de Sancho, hizo al Nottingham Forest bicampeón de Europa. Sus dirigentes actuales están locos porque el hijo abandone la dirección del Derby y se vaya con ellos tras recorrer las escasas millas que separan una ciudad de otra por la carretera que lleva por nombre Brian Clough.

Siendo como es dentro de ese mundo, Vicente del Bosque tiene desde luego un pedazo de película. Pero de ciencia ficción.