Puede que haya sido la pandemia. O la anterior crisis económica de 2008. O los efectos del cambio climático. Por más que miramos a nuestro alrededor, no hacemos más que encontrarnos migas en el suelo que nos van conduciendo hacia un camino de pesadilla. Y las series distópicas están ahí para recordarnos que todo es susceptible de empeorar y dejar las peores visiones de George Orwell como alegres cuentos infantiles. En pleno boom de las series de televisión, hemos tenido varios ejemplos de esos mundos peores y, cuando nos preguntábamos si esto ya no daba más de sí, de repente aparecía un nuevo título que lo ponía todo patas arriba. Es el caso de Silo, uno de los últimos éxitos de Apple que, antes de que tengamos la temporada final de El cuento de la criada o los nuevos episodios de The last of us, nos presenta otro mundo postapocalíptico dispuesto a dejar su huella.

La serie adapta una de estas sagas de novelas tan buscadas ahora por las plataformas ávidas de encontrar potenciales pelotazos para incorporarlos a sus contenidos que se conviertan en el próximo título de moda. La obra postapocalíptica de Hugh Howey seguro que no tardará en volver a las estanterías de las librerías especializadas para aprovechar el tirón. Aunque parece que la serie no sigue al pie de la letra lo mismo que lo que se cuenta en el papel. Silo se ha convertido en uno de los últimos hits de la plataforma, que está consiguiendo un muy respetable catálogo de títulos de ciencia ficción. La primera temporada de Silo ha dejado allanado el camino para la segunda temporada de Fundación, la adaptación de la saga de Isaac Asimov, que en su día no fue el boom que los ejecutivos de la plataforma querían que fuera y que ahora regresa a nuestras pantallas con vistas a cazar nuevos espectadores.

La trama de Silo nos mezcla algunas de las situaciones a las que me refería al principio. Tras un apocalipsis que no se sabe muy bien ni cuándo ni cómo fue, la Humanidad sobrevive en un silo subterráneo que se extiende hasta 144 pisos bajo tierra. Por cierto, sin ascensor. Una especie de confinamiento subterráneo donde la sociedad está dirigida por un régimen que no admite la disidencia y que castiga mandándoles a la tóxica atmósfera exterior. La metáfora social está servida, porque las distintas clases sociales están repartidas a lo largo de los distintos niveles del gigantesco túnel. Las clases más altas viven arriba y en el fondo se encuentran los currantes de a pie, a pesar de que sin su duro trabajo podrían provocar la caída de todo el sistema. Algo parecido a lo que vimos en otra distopía, Snowpiercer. En aquella serie de Netlix hoy venida a menos, los últimos supervivientes de la Humanidad sobrevivían en un tren en movimiento perpetuo por una tierra congelada. Aquí estamos en un túnel con un exterior igual de hostil y peligroso. ¿Tardaremos mucho en ver distopías ambientadas en otros planetas con atmósferas tóxicas para el hombre como la Luna o Marte? El primer episodio de Silo nos sirve para hacernos una presentación de este nuevo mundo y explicarnos cómo funcionan sus normas, porque la verdad es que no conocemos a la protagonista de la serie hasta el segundo capítulo.

La actriz Rebecca Fergusson, a quien recordarán los fans de la saga Misión Imposible, interpreta a Juliette Nichols, la nueva sheriff del silo, que recibe la placa contra su voluntad. Sin embargo, no tarda en ver este legado como una oportunidad para saldar sus propias cuentas y poder ahondar en hechos traumáticos de su pasado. Su perfil de persona independiente, procedente de los niveles bajos y no muy acostumbrada a recibir órdenes, la convierte en un personaje incómodo para las altas esferas, que preferirían para el puesto a una persona más dócil. No hay sorpresas al comprobar que la nueva sheriff entra como un elefante en una cacharrería y no vacila en tocar a las puertas que tenga que tocar y detener a quien sea que tenga que detener para poder arrojar algo de luz sobre los hechos que están investigando. Las pesquisas en torno a una dudosa muerte a la que se dio carpetazo clasificándola de suicidio va sacando a la luz una serie de hechos y evidencias de que las cosas que mantienen un cierto equilibrio en ese entorno social no son lo que parecen y que podrían poner patas arriba el status quo, convirtiendo a la comunidad en una olla a presión a punto de estallar. Era inevitable que nos encontráramos con gobiernos corruptos y teorías de la conspiración en esta sociedad postapocalíptica. Para el papel del villano, tenemos a Tim Robbins que parecía desaparecido desde 2019. Nadie como él para interpretar al político corrupto.

A partir de ahora vienen spoilers tanto del final de la serie como de la manera en la que podrían continuarla, por lo que avisados quedan quienes quieran seguir leyendo. El episodio termina con la revelación de que el exterior es tan tóxico como nos habían dicho desde el principio. Los conspiranoicos ya pensaban que fuera los prados eran verdes, los pájaros cantaban y el cielo era azul, pero no. Parece que esas idílicas imágenes no eran más que hologramas de los que, de momento, ignoramos su propósito. En el plano final del último episodio asistimos a la revelación de que hay más silos en el mundo como el que hemos conocido a lo largo de esta temporada, cuyos dirigentes están conectados entre sí. Sospecho que la protagonista ha podido sobrevivir tanto tiempo en el exterior por toda esa cantidad de alimentos que le llevaron sus más allegados a la celda en los momentos previos a ser "enviada a limpiar"(la manera que tiene el sistema de ejecutar a los disidentes) de alguna manera la han podido proteger de la radiación. Eso ha hecho posible que Juliette haya podido llegar más lejos que sus antecesores y poder explorar el mundo exterior. Según los libros, Juliette tendría que entrar en contacto con otro silo en el que queda una única persona debido a que, tras un intento de rebelión, las altas jerarquías decidieron eliminar a todo al mundo para sofocarla. Un aliciente para que los gobernantes de cada silo se pongan las pilas a la hora de mantener a raya la disidencia. Esta primera temporada nos ha dado las bases de un nuevo mundo apocalíptico para acabar con nuestras ansias buenrrolleras y que se irá expandiendo y haciendo más grande a medida que nuestros protagonistas se sumerjan en él.