'First Dates' ha sido, una vez más, el escenario de un emocionante encuentro entre dos personas muy particulares. En esta ocasión han sido dos murcianos, Paula y Víctor, quienes se embarcaron en el programa de Carlos Sobera para buscar el amor dejando una de las escenas más icónicas.

Paula, una joven que se define a sí misma como una "chica medio choni medio moderna," y dejó claro desde el principio que es una persona con carácter: "no me gusta el leopardo, pero sí me gusta lucir, para que se lo coman los gusanos, que lo disfruten los humanos," expresó con seguridad. Aunque está estudiando, también colabora en el negocio familiar, lo que refleja su fuerte vínculo con su familia.

Por otro lado, Víctor se presentó como un hombre amable, simpático y polivalente, con una formación en Ciencias de la Salud y el Deporte. Paula se sintió impresionada por su porte, pero Víctor reveló que no suele fijarse en chicas con tatuajes, lo que creó un primer obstáculo entre los dos.

Durante la cena, la conversación comenzó centrándose en sus respectivas trayectorias académicas. Paula acertó al adivinar que Víctor estaba relacionado con el mundo del deporte. Sin embargo, Paula admitió que los nervios la dejaron sin temas de conversación, lo que generó algunos momentos incómodos.

La conversación se adentró en el terreno de los tatuajes, ya que Víctor mostró interés por los dibujos corporales de Paula a pesar de su desagrado. Paula, por su parte, confesó que temía que pudiera arrepentirse de ellos.

"Les ha costado cuajar"

El pasado sentimental también emergió como un tema de conversación. Paula reveló haber tenido dos relaciones que no duraron más de un mes, principalmente porque sus parejas no podían lidiar con su peculiar familia, a la que describió como "unos personajes". Víctor se sorprendió ante esta revelación, pero demostró su disposición a enfrentar cualquier desafío y se rió al escuchar que el padre de Paula solía advertir con el cuchillo jamonero sobre la mesa.

En palabras de Carlos Sobera, "les costó cuajar", pero cuanto más se aceraban al final de la cena, más se notaba la química entre ambos.

En el momento de la elección final, ambos solteros expresaron su aprecio mutuo. Víctor admitió que no sabía exactamente lo que buscaba, pero le gustaba el pelo de Paula y el hecho de que vivieran cerca. Paula también sintió una conexión y apreció la chulería de Víctor cuando tiró los billetes de veinte euros para pagar la cena y le dejó la propina con un gesto que ya ha quedado para la historia del programa: "“mira, mira y la propina”.

Finalmente, Paula y Víctor decidieron darse una oportunidad. A pesar de las diferencias evidentes, se encontraron en el medio y se dijeron lo que les gustaba el uno del otro, con Víctor incluso insinuando que podría acostumbrarse a los tatuajes de Paula.