FIESTAS EN MURCIA

La Morenica vuelve al Santuario de la Fuensanta arropada por miles de fieles y el buen tiempo

Devotos de toda la Región acompañaron a la Morenica en su retorno a la Fuensanta, en un arduo recorrido a pie de ocho horas

La Fuensanta durante la Romería.

La Fuensanta durante la Romería. / Juan Carlos Caval

Desde buena mañana, sobre las 6.00 horas y con las estrellas todavía brillando en el negro cielo, los primeros fieles ya comenzaron a tomar los mejores asientos en la Catedral, junto al altar de la Morenica. A las 7.00 de la mañana empezaban a resonar en el templo las primeras palabras del obispo. El lleno era absoluto, por lo que muchos tuvieron que aguardar a la salida. Una salida que este año, por primera vez en la historia de la capital, se efectuó por puerta de la plaza de la Cruz, en lugar de hacerse por la puerta principal, conocida como la de San José, debido a las obras de restauración que se están llevando a cabo en el imafronte. El cielo estaba despejado y el sol en lo alto, disipando las dudas sobre el temido mal tiempo.

La Virgen portaba este año un manto verde con bordados plateados. Esta tuvo que doblar la esquina y pasar para llegar hasta la Plaza Belluga. Muchos coincidían en que no se recordaba tal afluencia de gente en las calles desde hace años. La Morenica dejaba llantos, «¡vivas!» y «¡guapas!» a su paso, mientras llevaba consigo miles de promesas y deseos. 

Algunos privilegiados pudieron ver desde lo alto de la noria la estampa del paso de la patrona por el Puente de los Peligros y el lanzamiento de las primeras flores a la talla, guardando un sus memorias un recuerdo que será difícil de olvidar. Con calzado o descalzos. Eran miles de personas las que escogieron recorrer el retorno al Santuario de la Virgen sin zapatillas. Los motivos eran muchos: peticiones a la Virgen «agradecimiento», «promesas», o «simplemente devoción».

Tras pasar por la plaza Camachos y Floridablanca hizo su tradicional parada junto a la iglesia del Carmen, donde los empujones y los nervios afloraron, pues la muchedumbre era espesa y todos querían ver como la ‘madre de todos los murcianos’ recibía su segundo y más multitudinario baño de pétalos y el canto de la salve. Tras una traca que enmudeció a los presentes precedida por una gran ovación que hizo pasar el mal trago del agobio a algunos, la Fuensanta prosiguió su camino por la calle Torre del Romo, donde hizo una parada para recibir más pétalos desde los balcones hasta llegar a Santiago el Mayor.

Era turno del Barrio del Progreso. Sus vecinos, expectantes durante todo el año por el paso de la Morenica, la recibieron con los brazos abiertos. El clima continuaba acompañando en el largo recorrido hasta el Santuario. Nada quedaba de la lluvia que el pasado año asustó a los feligreses, pero que no pudo parar finalmente la Romería. Un sol de justicia abrazaba a los peregrinos, que mediante abanicos y paraguas a modo de sombrilla, buscaban paliar los efectos el calor. También en este barrio caían pétalos y gritaban vivas a la Virgen además de alzar cerca de ella a los más pequeños para que les diera protección.

"¡Viva la madre de Dios!"

Juan Daniel presentó a su bebé recién nacido a la Morenica, y contaba a este medio que le imploró que le sirviera de guía para el resto de su vida. Sonaban las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza al paso de la Fuensanta por la avenida del Progreso. El repique era atronador. «Viva La Virgen de la Esperanza», se podía oír en las calles, momento en el que ambas Santas se encontraban cara a cara, antes de continuar el recorrido.

Dos hermanas acompañaban a su padre para ver la talla de María. Se resguardaban del sol en la sombra de un árbol, ya que la temperatura iba en aumento. «Hoy no llega a tiempo al Santuario», lamentaba una de ellas. Otra mujer contemplaba con alegría desde la ventana de su casa el trasiego de la calle.

La próxima parada era la pedanía de Algezares. Los miles de fieles ya vislumbraban el final del camino, y continuaban animosamente el tramo final. Los bares colindantes con el recorrido de la Romería disfrutaban de la ocasión y veían sus terrazas llenas de clientes, que gozaban de ver pasar a la Morenica. Desde un bar se oía gritar un «¡viva la madre de Dios!». Los algezareños recibían con euforia la llegada de la Fuensanta. Le dedicaban vivas, cánticos y rezos en cada parada en la que le arrojaban pétalos. En el centro de la localidad, en un balcón, podía verse a la Reina de la Huerta, Andrea Sánchez Barceló, y a la reina infantil, África Peñalver Lozano, que presentaban sus respetos a la Morenica.

Ya en la salida de la pedanía, decenas de tiendas se encontraban dispuestas para aprovechar la ingente cantidad de fieles que subían hasta el Santuario, con productos de todo tipo: desde refrescos o comida, hasta pulseras, colgantes y juguetes. 

Quedaba poco para el tramo de la siete cuestas. Solo los caballeros de la Real Hermandad de la Fuensanta pueden cargar a la Virgen en esta parte del camino, por la dificultad del recorrido y los riesgos que ello entraña. Pese al tambaleo momentáneo de la Santa, no hubo altercados en la subida, arropada por miles de fieles que la acompañaban, mientras otros tantos la esperaban.

Finalmente, llegaba la Virgen de la Fuensanta a su Santuario. Sonaban las campanas, y la casa de María estaba a rebosar de fieles. Antes de entrar, se despidió de todos ellos.