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La mítica Ferretería San Antón de Murcia cierra tras 35 años: "El monstruo Amazon me está comiendo"

"Me gustaría que la fiesta de los buñuelos se siguiese haciendo en el barrio, por lo bonica que es", dice el dueño

Ginés Monserrate, en el exterior de la Ferretería San Antón de Murcia, que cierra tras 35 años.

Ginés Monserrate, en el exterior de la Ferretería San Antón de Murcia, que cierra tras 35 años. / Francisco Peñaranda Saura

Ana Lucas

Ana Lucas

La mítica Ferretería San Antón, ubicada en la calle Las Norias de la capital murciana, cierra sus puertas después de 35 años. La razón, según indica a La Opinión el dueño, Ginés Monserrate, es que «el monstruo Amazon me está comiendo», en referencia a las compras por Internet.

El propietario del negocio explica que el cerrojazo, para el que no hay fecha definitiva, se produce por un conjunto de circunstancias, entre las que cita «la subida de precios, la subida de impuestos, Amazon y estas plataformas que compran y devuelven sin problemas». En la misma línea, se refiere a los centros comerciales, a los que califica de «monstruos que nos montan cerca» y cuya existencia «es la muerte de los negocios», tiene claro.

Monserrate es consciente de que «la gente cambia la forma de comprar», aunque hace hincapié en que «yo siempre he reivindicado el comercio pequeño, porque es lo que da la vida a tu barrio».

Ginés Monserrate, en el interior de la Ferretería San Antón, que cierra tras 35 años.

Ginés Monserrate, en el interior de la Ferretería San Antón, que cierra tras 35 años. / Francisco Peñaranda Saura

Recuerda que, cuando la movilidad se limitaba al barrio, las cosas fueron mejor: «Con la pandemia, la gente cambió. Yo tenía aquí colas que en la vida volveré a recuperar, tenía aquí colas exageradas. Fue pasar la pandemia… y de los comercios pequeños ya no nos acordamos», lamenta, para reiterar, con tristeza, que «el monstruo, el señor Amazon, me está comiendo».

"Tenemos que apagar"

A Ginés Monserrate, que atiende a este periódico por teléfono entre cliente y cliente, se le ocurren varias ideas para visibilizar la extinción paulatina de los comercios de barrio de toda la vida. Por ejemplo, sugiere que «tenemos que apagar todo el mundo las luces de nuestros escaparates, que la gente vea lo triste que es tener todos los negocios cerrados». Para, de este modo, valorar lo que pueden perder si todas estas tiendas desaparecen. 

El comerciante asegura que «es más lo sentimental que lo material» lo que le pesa a la hora de bajar la persiana, y valora el afecto de sus vecinos: «Todo el mundo… que si se me ha roto esto, que si me he separado… Soy cercano, si se te rompe una cosa, puedo ir a tu casa y ¿tú crees que te voy a cobrar por ponerte el tubo fluorescente? Y la gente me tiene el aprecio que me tiene». 

Monserrate era el impulsor de la degustación de buñuelos con chocolate que se organizaba cada año en la ferretería con motivo de las Fiestas de Primavera de Murcia. A esta cita no faltaban huertanos, sardineros o el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras. «La fiesta de los buñuelos, lo bonica que es...», suspira el comerciante, que tiene un deseo: «Que se pudiese mantener, que se siguiese haciendo en el barrio». Aunque la próxima vez falte su escaparate, decorado con elementos tradicionales de festejos como el Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina.