Bando de la Huerta

La huerta gana el corazón de los murcianos

El desfile de las peñas huertanas, unos de los más multitudinarios de los últimos años, exhibe músculo y recupera la capacidad de atracción que había perdido tras la llegada de la pandemia

Alejandro Lorente

Alejandro Lorente

El buen tiempo, con temperaturas que rondaban los 25 grados y un cielo totalmente despejado, terminó por hacer del desfile del Bando de la Huerta de 2023 uno de los más multitudinarios de los últimos años. Ya quedan lejos las restricciones que limitaron las últimas ediciones por culpa de la pandemia y la exaltación de la primavera murciana y de las raíces huertanas que marcan la historia del municipio se mostró este martes libre y eufórica. 

En el desfile participaron más de 1.500 personas, la mayoría subidas en alguna de las 60 carrozas que exaltaron las costumbres y repartieron los productos típicos de la tierra desde su inicio en la calle Mozart y Marques de Corvera hasta su desembocadura en la plaza Juan XXIII, pasando por una abarrotada Gran Vía, con un trasiego constante de vecinos. Se dejó notar la intención de la Federación de Peñas Huertanas de volver a los orígenes y apostar por los animales en vez de los tractores para tirar de las diferentes estructuras. Se vieron más carros tirados por burros y caballos que nunca. 

El cortejo abrió con el sonido de los cascos de los caballos y los portadores de las diferentes banderas oficiales del territorio y los emblemas de las peñas huertanas. Los gigantes y cabezudos hicieron las delicias de los más pequeños, que ante la llegada de las carrozas costumbristas, cerca de una treintena este año, recibieron las oportunas explicaciones de los padres sobre aquellos oficios que corren el peligro de desaparecer y cuyos últimos maestros reivindican que se protejan como un patrimonio inmaterial de la historia y la identidad murcianas, como el trabajo del esparto, la seda, el hierro, el bolillo, a las faenas de labranza, entre otros muchos vinculados con la gastronomía murciana, desde la vendimia con el ‘pisao de la uva’, los lecheros portando en sus bicicletas los cántaros y lecheras, hasta los molinos de harina. También se pudieron disfrutar de otras recreaciones que funcionaban como una alegoría viva del pasado huertano: como las lavanderas a la orilla del río, o juegos que todavía sobreviven al tiempo como los bolos huertanos o el juego del caliche.

Mención aparte merecen las carrozas que pasearon a las Reinas de la Huerta, la mayor y la infantil, Andrea Sánchez y África Peñalver, que compartieron con los presentes su alegría por ostentar el cargo en uno de los días más señalados de la gran fiesta murciana. 

Este año, las peñas han decidido que en otra de las carrozas también luzcan sus mejores galas las jóvenes que conforman la corte de honor de ambas reinas y todas aquellas candidatas que no resultaron elegidas para portar la corona de azahar. A todas ellas, se sumaba también la Reina de los Centros de Mayores con sus respectivas damas de honor.

«Ha sido impresionante»

No faltó a su cita la carroza del ‘Perráneo’, desde la cual se recitaron los ácidos bandos panochos, que entre otras cosas no se olvidaron de celebrar las proezas del tenista de El Palmar, Carlos Alcaraz, o arremeter contra las dificultades para pagar una hipoteca que tienen los murcianos. Desde esta carroza se repartieron cientos de octavillas. 

Tras casi una treintena de carrozas costumbristas llegó el momento más esperado por muchos, el que puso a todos en pie: el de las carrozas de reparto.

Entre los asistentes sobre todo destacaba la presencia de familias enteras, cuyos miembros se turnaba en la labor de acercarse a alguna de las carrozas para hacerse con las codiciadas longanizas, morcillas, salchichas o habas, o algún vasito con cerveza y vino. Los murcianos con más empeño y paciencia también pudieron degustar sabores un poco más elaborados gracias a los platos típicos del municipio como los michirones, el zarangollo o la ensalada murciana, que a eso de la media tarde, con la digestión de la barraca bien hecha, apetecía.  

«Somos de Caravaca, y es la primera vez que vemos las carrozas huertanas y es impresionante», señala Vicente, al que le acompaña su mujer, sus dos hijas y un nutrido grupo de familiares y amigos. «Teníamos mucha curiosidad por conocer de cerca una de las fiestas más potentes de la Región, aunque siempre nos frenaba esos comentarios que se ven por internet sobre la masificación o los robos durante este día, pero no me arrepiento: es increíble ver cómo toda una ciudad se vuelca con sus tradiciones y lo vive con tanta pasión», indicaba este hombre que iba pertrechado únicamente con un chaleco. «Me lo ha dado mi suegro esta mañana para no desentonar», comentaba entre risas.

Pero sin duda, entre los manjares murcianos, quien conquistó la más alta de las demandas fue el postre huertano por excelencia: los paparajotes, que este año han desempeñado un papel protagonista en el desfile ya que una de las carrozas estaba dedicada exclusivamente a repartir esa sabrosa masa de harina, leche y huevo con su característica hoja de limonero, su azúcar y su toque de canela. Esta carroza estrenaba su paso y cogía el relevo a la que estuvo dedicada el año pasado sobre los buñuelos. 

«Le hemos hecho al crío la típica broma de la hoja de limón, pero claro, luego nadie le ha dicho después al pobre que no se comía, y se la ha zampado entera», confiesa divertida una mujer a La Opinión.

Desde una de las tribunas de Gran Vía, María, vecina de Beniaján, sostenía en sus brazos a su hijo Damián de pocos años. «Parece que no, pero se entera de todo, sobre todo está disfrutando con los caballos y con la música; aunque soy de aquí al lado, es la primera vez que nos animamos a ver el bando desde la grada, y es una gozada».

La del paparajote no fue la única carroza conmemorativa. Este año, la Federación de Peñas Huertanas también ha querido reservar un hueco en el gran desfile para honrar la larga tradición de las pelotas de Patiño y los trovos, que tuvo a Los Cardoso como sus máximos exponentes: Pedro Cardoso, padre e hijo, los pregoneros de las Fiestas de Primavera.

Sin problema con las sillas

Aunque había cierto recelo en cómo se iba a comportar la gestión de la venta de la sillas y tribunas, cabe destacar que no se registraron incidentes de gran consideración. Algún pequeño tumulto a pocos minutos de que comenzara por la confusión de alguna numeración fue rápidamente disuelto por los agentes de Policía Local. Al margen de estas pequeñas excepciones, el acomodo de los compradores fue ágil, gracias a los trabajadores de la empresa Romian Producciones. 

También preocuparon las aglomeraciones que se produjeron en las zonas de paso de gran Vía, donde tuvo que intervenir en varias ocasiones la Policía Local para frenar a los más impacientes. Cabe recordar que un total de 545 agentes de Policía Local, 28 bomberos y 55 voluntarios de Protección Civil conformaron el Plan especial de seguridad del Bando. 

El desfile, que transcurrió alegre agilidad y sin incidentes reseñables, abre la exaltación murciana de las Fiestas de Primavera que ya miran hacia la próxima gran cita con el Entierro de la Sardina, cuyo catafalco será instalado esta noche en la plaza Martínez Tornel.