Una ballena azul gigante, que ya deslumbró en los desfiles sardineros de hace un lustro en Murcia, brillaba este sábado en las calles de Génova, para asombro de los italianos, muchos de los cuales descubrían en qué consistía El Entierro. Il funerale della Sardina. Il funerale più bello del mondo

Y junto a la ballena, más cetáceos, todos ellos hinchables, hermosos, en fila para aguardando que arrancase la comitiva, el maravilloso cortejo sardinero del que era escenario este sábado la capital de la Liguria. Un Entierro de la Sardina a pequeña escala, sin la majestuosidad que explotó el 23 de abril por la noche en Murcia, aunque con el alma intacta. 

Sobre otra plataforma, un esqueleto extendía sus huesudos brazos, pero no inspiraba temor. La Sardina, está claro, no ha viajado a Génova ella sola: lo ha hecho acompañada de sus fieles, sardineros y hachoneros, que ya desfilaban este sábado por la mañana por el centro de la ciudad que vio nacer a Colón, para hacer las delicias de grandes y pequeños, muchos de los cuales se arremolinaban alrededor de los sardineros, alucinaban ante lo brillante de sus capas y extendían la mano para coger un presente. Y aquel que lo haya visto no se olvida jamás, como dice su canción, su Himno Sardinero.

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Así se vivió el Entierro de la Sardina en Génova

Desfilaron personajes de Disney, como Mickey Mouse y Pinocho, al son de bandas de música italianas y de comparsas que danzaron con vistosas plumas de Carnaval, verdes y moradas, alrededor de coches que flotaban, con fuego, con regalos y con pitos

Hinchables en un desfile que el público de Génova contempló de pie: no se instalaron sillas. R.D.C.

Il funerale più bello del mondo, una muestra en frasco pequeño, que es donde se guarda la esencia más pura. Lo celebraba in situ el vicealcalde de Murcia, Mario Gómez, que tiene claro que «este evento servirá como trampolín para incrementar exponencialmente el número de turistas italianos que nos visitarán». 

Así fue la quema de la Sardina en Génova

Así fue la quema de la Sardina en Génova L.O.

En honor al Carnaval

Miles de genoveses (y de italianos llegados de otras partes del país para verlo) disfrutaban por la mañana del pasacalles, que partió de piazza Corvetto, y calentaban para lo que se avecinaba por la noche: un desfile con cuatro carrozas, una treintena de grupos de animación y un millón de obsequios a repartir por cientos de participantes. Y no hubo polémica por las sillas porque no hubo sillas: la gente lo vio de pie. Fue plantado el Catafalco, con vocación y destino de arder al término del maravilloso cortejo sardinero. 

Detalle del Catafalco, con las letras formando el nombre de Génova. R.D.C.

A los pies del armazón de cartón piedra, en letras grises lucía el nombre de una ciudad, la de Génova, que, según se leía en una leyenda, «se siente orgullosa de celebrar, desde el siglo XVI , el Carnevale Cinquecentesto, elegante, distinguido, donde se mezcla el disfraz con los bailes de cámara de la realeza; donde el ciudadano, siempre detrás de una máscara profusamente decorada, se esconde, con la intención de ser, por unos días, alguien que no es».  

Quema de la Sardina en el Entierro de Génova