Es una fiesta tan única como singular, tan cercana como familiar. Es la Fiesta del Niño que, un año más, los abaraneros volvieron a celebrar este sábado por todo lo alto. El Niño Jesús visitó una por una todas las viviendas del pueblo para purificarlas, ayudar a los enfermos y sembrar la paz en todos sus habitantes, es decir, con el mismo propósito con el que el acontecimiento fue creado por la Hermandad de Ánimas hace ya varios siglos.

La lluvia, que estuvo presente durante casi toda la tarde, no fue obstáculo para que un total de 24 imágenes, portadas por unos 50 voluntarios, recorrieran alrededor de 3.500 casas del pueblo y las pedanías. Aunque los 'animeros' visitaron por la mañana hospitales y residencias de ancianos de la Región donde hay abaraneros ingresados, la auténtica fiesta comenzó a las tres de la tarde con la primera salida de los 'niños' desde la iglesia de San Juan Bautista. Al caer la noche, se dio la otra gran salida desde la iglesia de San Pablo.

El día del Niño es, sin duda, el día de la familia. Todos unidos esperan en sus casas la llegada del Salvador. Mientras aguardan, las bandejas de dulces navideños y algún que otro tentempié corren de mano en mano hasta que se escucha la campanilla del animero, que anuncia que la imagen ya llega. Una vez en la casa, un sacerdote o un monaguillo la bendice al tiempo que todos sus miembros besan al Niño. Tras su ida, la fiesta y el jolgorio continúan hasta la madrugada. Mientras tanto, las charangas inundan las calles de alegría con su música y los más jóvenes con los villancicos. El sentir abaranero y el amor hacia el Niño Jesús es algo que queda palpable durante este día. Para el presidente de la Hermandad de Ánimas, Salvador Carrasco «recibir en tu casa al Niño tiene un prisma festero que también acompaña a esta tradición. La esencia es recibirlo acompañado de familiares y amigos y acogerlo con adoración cristiana».