Se nos pide a las amigas hablar de Pepa García, difícil tarea en estos momentos en los que se vacía el cerebro y se llena el corazón.Por eso encabezamos esta semblanza con un poema que leeremos en su funeral:

«Querida Pepa:

Hoy no tengo el corazón para poemas

que tanto te gustaban de mi propia cosecha.

Hoy solo tengo recuerdos y nostalgias

que arrancan de la tierra sequedades,

Lluviosas soledades empapadas,

pues nos dejas, huérfanos de amistad,

apretujados, para darle calor a este quebranto

Buscabas firmamentos llenos de lunas,

de nubes y de estrellas puestas aquí, en la tierra,

por eso la poblaste de familia de amigos€

También fuiste maestra.

Estabas orgullosa de Miguel,

Hernández como tú en el apellido.

Un día me pediste recordarte estos versos:

«Vientos del pueblo me llevan

Vientos del pueblo me arrastran

Me esparcen el corazón

y me aventan la garganta».

Ese día eras alcaldesa y ese verso llenaba tu corazón.

Hoy que transitas aventando Universos hechos de pensamiento

Gravitando en sus notas, recogidas del viento€. sigue Pepa, sin cesar

recogiendo los olvidados cuentos... todos los nuestros

También de tu apellido Federico García

Nos prestas estos momentos.

DUERME, VUELA, REPOSA€ también se muere el mar».

No cuenta el tiempo (que es mucho) cuenta la intensidad.

Nos amamos como amigas, discutimos como buscadoras de verdades y nos respetamos en profundidad. Tanto le gustaba amar y ser amada que su afán de perfección y servicio iban enganchados a una cometa de libertad que la llevó a mantener una inquietud intelectual y cultural durante toda su vida, inquietud que materializó siendo maestra, orientadora, presidenta de Cáritas y fundadora de la Asociación contra el Cáncer en San Javier. Llevaba a su pueblo en el corazón, los amaba y valoraba uno a uno. Por eso a la hora de ser alcaldesa fue conciliadora, como presagio de un futuro que todos deseamos.

Parafraseando al poeta diremos: «Abarcaba mucho, como si temiera irse muy temprano».