Gastronomía

Las barracas arrancan la primavera

Las peñas huertanas abren con ganas sus salones para poner sobre la mesa la delicias de la gastronomía murciana tras tres años sin Fiestas de Primavera

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

Peñistas huertanos tomando las curvas entre mesa y mesa a velocidades de vértigo con platos rebosantes de morcillas y tostadas de sobrasada con queso, grifos que arden mientras vierten cerveza fresca y un olor..., ese olor en el que Murcia quería volver a rebozarse tras tres años sin que la primavera sonriera plenamente a sus vecinos de la vega huertana. Terminada la Semana Santa, en los últimos compases del desfile del Resucitado, los nazarenos y espectadores de la última procesión pusieron rumbo a las barracas para degustar la gastronomía murciana más típica.

Horas antes, el trajín en las cocinas y salones dentro de esas fortalezas de cañizo era propio de esas peñas huertanas que esperan con anhelo volver a la normalidad. Desde 2019 no encendían los fogones para un público con ganas de fiesta, pero estaban preparados. «Hace 15 días que no tenemos mesas libres para el Bando de la Huerta y este domingo también estamos completos», explica José Pujante, presidente de la peña El Zaragüel, quien coordina los últimos compases antes de abrir las puertas. Quedan por delante seis días de zarangollo, pisto, arroz, michirones o acelgas fritas, junto con los ancestrales montaditos.

Las agrupaciones consideran justificada la subida de los precios por el encarecimiento de los alimentos

La primera barrera de obstáculos que han superado las peñas es qué hacer con la covid. Sin protocolos de por medio que ajusten el funcionamiento de los salones de comida, en muchas barracas han optado por mantener un mínimo de distancia entre mesas, con gel hidroalcohólico en la puerta, para recordar que el virus sigue aquí y debemos tener cuidado. «Aunque no tuviéramos una norma sanitaria que nos indicara qué hacer, hemos querido ser responsables en este punto», subraya Pujante.

La segunda barrera, la de la crisis de los precios, se ha superado con cierto recelo desde la sociedad murciana antes de este día de apertura. «Creo que la subida de precios en las barracas está justificada. En octubre del año pasado un bote grande de alioli nos costaba entre 6 y 7 euros y ahora pagamos por él 14 euros», explica Marisol Piñero, tesorera de la peña huertana La Seda, ubicada en el Jardín Chino. Una vez abiertas las puertas de los recintos, no parece importar mucho estos precios: «A lo mejor puede que las familias no repitan tanto como otros años para comer en las barracas pero siempre van a tener público», señala Joaquín, vecino de San Antolín a las puertas de la barraca de la peña El Almírez.

"En octubre un bote grande de alioli nos costaba entre 6 y 7 euros y ahora pagamos por él 14 euros"

Los proveedores no fallan, un punto positivo para las agrupaciones huertanas ante una crisis de suministros que ha dejado sin género a muchos hosteleros. «Seguimos teniendo a nuestros proveedores de confianza, la cocina sigue llena de verdura fresca que era lo que más temíamos», explican desde El Ciazo.

Como pollo sin cabeza

Las peñas siguen estrategias distintas con el tema de las reservas. En la mente de muchas está la facturación final que quieren conseguir para obtener algo de rentabilidad tras dos años tirando de las cuotas de los peñistas. Algunas optan por las reservas para rellenar días de cara a esta larga semana y otras prefieren probar con la libre demanda, sin depender de turnos. «Esperamos atender a más de 200 personas en cada comida», cuenta Marisol, «este primer día vamos todos como pollo sin cabeza pero es que no somos hosteleros profesionales. Para mañana ya habremos cogido carrerilla».

Y es que dejar pasar tres años desde la última vez que se encendieron las planchas y los fogones tiene sus inconvenientes. Lucía, presidenta de la peña El Candil, trata de poner todo el orden que puede para que sus camareros no se vean saturados por el golpe que supone el primer día de fiestas. «Muchos son nuevos, en las peñas algunos han entrado y otros han salido, por eso no todos tienen la experiencia de las barrascas». Pequeños detalles que los comensales pasaron por alto para volver a disfrutar de la gastronomía murciana.

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