Los historiadores tienen su historia

El amanecer festero se remonta a 1990 y desde entonces hubo un crecimiento espectacular y momentos de gloria y adversidades, que siempre se superaron

José Manuel Parada y José Mota con una sacerdotisa de Baal-Hammón

José Manuel Parada y José Mota con una sacerdotisa de Baal-Hammón / Archivo

Carlos Illán

Treinta y cuatro años es una cifra importante. Más o menos, la tercera parte de un siglo. Con esa andadura, bien merece mirar hacia atrás para ver el nacimiento y evolución de unas fiestas que surgieron en 1990 y que en un tiempo muy corto consiguieron un fuerte enraizamiento. 

Vamos al origen. Cartagena se había quedado sin unas fiestas paganas desde que la tragedia de la Velada Marítima en julio de 1972, cuando el vuelco de la carroza marítima ‘Río Tajo’ causó diez fallecidos. Llenar ese vacío comenzó unos años después a ser objetivo de algunos cartageneros, saltando la 'chispa' buena cuando Rafael Rodríguez (presidente del Centro de Iniciativas Turísticas) y Francisco Morales llevaron a cabo un sondeo entre la ciudadanía en la recordada Radio Juventud de Cartagena. El resultado fue de una tendencia mayoritaria a crear unas fiestas de cartagineses y romanos, por delante de un carnaval de verano.

La idea comenzó a tomar cuerpo y tuvo un gran empuje con unas jornadas convocadas por el CIT en la residencia Alberto Colao. Se creó un equipo de trabajo y en 1990 era inscrita en el registro de asociaciones la ‘Asociación comisión de fiestas de Carthagineses y Romanos-Primavera 1990’. Se fueron ultimando detalles, como los símbolos de ambos bandos (dos monedas encontradas por entonces) e incluir la ‘h’ dentro de la palabra cartagineses como símbolo de identidad cartagenera. También surgieron las tropas y legiones (Senadores de Roma fue el primer inscrito de los 16 grupos pioneros) y se establecía que los festejos durasen diez días encuadrados en la segunda quincena de septiembre, alejándolas del Carnaval y de la Semana Santa.

El estreno tuvo lugar a las 20 horas del 22 de septiembre, cuando partió desde el Arsenal una marcha con destino a la plaza del Ayuntamiento. Fue una edición con bastantes ‘palicos y cañicas’ en capítulos como el vestuario y cierto descontrol sobre el ritmo en el desfile, pero había mucha ilusión y aquellos primeros quinientos festejadores sembraron lo que vino después. El ejército colaboró con tiendas de campaña para montar el campamento junto al puerto y los actos oficiales fueron la sesión del Senado, la Fundación carthaginesa y la batalla en la escalera de la Muralla del Mar.

El éxito llevó a trasladar el campamento al Parque de Artillería al año siguiente y a que en 1992 se ubicase en los terrenos situados junto al entonces hipermercado Pryca. También ese año se constituyó la Federación de Tropas y Legiones. Las fiestas iban a más, pese a que en esos primeros años ya sufrían una primera crisis social, como fue la que tuvo Cartagena a principios de los noventa.

Los grupos se multiplicaban y los actos oficiales eran cada vez más numerosos y más espectaculares, teniendo que recurrir en 1995 al estadio Cartagonova para acoger al Circo romano, al que después se sumarían las Bodas y la Fundación. De forma paralela, se iban corrigiendo datos históricos para tratar siempre de rescatar el pasado más veraz posible. También brotaban problemas que se solucionaban sobre la marcha, como la dimisión de la directiva de Federación en 1993 (se creó una gestora) y una gran tormenta que descargó al año siguiente durante los festejos y que planteó suspender el programa. Ese mismo 1994 se recibió la declaración de Interés Turístico Regional, sello que después sería nacional (1999) e internacional (2017).

Carthagineses y Romanos ya iban sin freno, como reflejaban tanto la sensación como los datos (en 1998 se contabilizó que 175.000 personas pasaron por el campamento). Todo iba a más, desde la promoción exterior hasta la presencia de afamados pregoneros y de cantantes muy populares, mientras que tropas y legiones multiplicaban sus actos internos e iniciativas como la edición de revistas y su entrada en el mundo web, además de ir incorporando fachadas de gran belleza y calidad a sus recintos de la ciudadela festera.

La gran batalla pasa en 1999 a la Cuesta del Batel, ganando en espectacularidad. Al año siguiente, Carthagineses y Romanos forma parte de las fiestas que crean la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas, siendo Cartagena el lugar de su nacimiento.

La lluvia seguía sin querer perderse estas fiestas y siguió apareciendo en diversas ediciones causando estragos, problema que en el campamento se palió con unas obras de encauzamiento de aguas en la pasada década. Sin embargo, el problema más importante llegó con ‘la crisis del ladrillo’, que generó la desaparición de varios grupos en los años siguientes, afectando también la falta de un relevo generacional.

Fue en el ‘Annus XXIV’ cuando comenzó el resurgimiento al brotar nuevas tropas y legiones. Resultó un 2013 cargado de novedades, como un encendido del fuego sagrado que tenía su culminación en la cima de Ars Asdrubalix (Molinete) y el cambio de ruta del desfile general. Fue la antesala del aniversario de plata, en el que se llevaron a cabo 375 actividades.

Ya era indiscutible la recuperación y en 2016 nuevamente estaban completadas todas las plazas de tropas y legiones con exceso, pues hay otros grupos esperando hueco. Había tenido éxito, y con nota, la labor de atracción hacia los jóvenes.

Las fiestas habían pasado de quinientos a cerca de diez mil festeros en tres décadas, en los que variados equipos directivos han estado al frente de Federación, Consejo, Senado, tropas y legiones. Unos con más acierto que otros, pero todos cargados de ilusión y sin escatimar trabajo.

En 2019 se fraguó que una representación de 400 festeros viajase en mayo de 2020 a Rumanía para mostrar estas fiestas. Sin embargo, llegó el coronavirus y el proyecto se diluyó. Había llegado el coronavirus. Las fiestas se redujeron ese año a cortometrajes sobre los actos principales que se divulgaron a través de internet. Al año siguiente se recuperaron las representaciones teatrales en el Parque de Torres, pero sin campamento, que regresó en 2022 en lo que fue un resurgimiento total cuya buena onda continúa.

De famoseo

Las fiestas también han contado con la visita de personas famosas del panorama nacional, mucho de ellos como prgoneros (Arturo Pérez Reverte, Chumy Chúmez, Tico Medina, Goyo González, Paco Vegara, José Antonio Camacho, Pepín Líria, Paula Vázquez, Belinda Washington, Los Morancos, Carlos Latre, Pilar Rubio y, entre otros, tres personajes de ‘La que se avecina’. Pero fuera de la oratoria de apertura también ha atraído conocidos rostros, especialmente en sus primeros años, como fueron el dúo ‘Cómplices’, José Manuel Parada o José Mota, entre otros. Los dos últimos se observan en la foto con una sacerdotisa de Baal-Hammón.