Como perros y gatos

¿Enemigos o víctimas del Real Murcia?

Abrazo entre Felipe Moreno y Agustín Ramos.

Abrazo entre Felipe Moreno y Agustín Ramos. / Javier Martínez

Ángela Moreno

Ángela Moreno

Felipe Moreno se levanta todos los días a las seis de la mañana para salvar al Real Murcia y cómo se lo agradecen. Se lo agradecen poniéndole zancadillas por todos sitios. «Son personas que no quieren al Real Murcia», decía hace unos días en una entrevista en Onda Regional, «solo defienden sus intereses», añadía al referirse a sus enemigos. Enemigos a los que no nombró, porque él es un hombre de paz, una persona que no ha matado una mosca en su vida, pero tampoco hace mucha falta ser muy listo para saber a quién se refería.

Escuchando las palabras entre sollozos del presidente del Real Murcia daban ganas de lanzarse a las redes sociales e iniciar una campaña con el hashtag ‘#me too Felipe Moreno’ o de regalar a los aficionados granas camisetas con el lema ‘Felipe, yo si te creo,’ y que acudieran con ellas al próximo partido en casa para apoyar a su salvador.

Menos mal que las grandes ideas me duran en la cabeza el tiempo en el que empiezan a sonar las vocecitas de mis saboteadores, esos saboteadores que destrozan a mi yo bueno para demostrarme que ‘piensa mal y acertaras’. Porque si el Real Murcia fuera una novela negra, por mucho que Felipe Moreno llorara y llorara, por mucho que Felipe Moreno intentara sacar partido a eso de dar pena, los buenos lectores sospecharían desde la primera página, porque ya saben eso de que ‘ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos’. Es más, nunca olviden que ‘el principal sospechoso, nunca es el culpable’.

Me hace gracia escuchar a Felipe Moreno mostrase tan dolido porque uno de esos enemigos, que no es otro que Agustín Ramos, le ha traicionado después de prometerle que «yo nunca te pondré una pega, nunca te pondré un obstáculo, no haré contigo lo que han hecho conmigo». «No está cumpliendo», añadía, elevando su actuación al ‘nivel Belén Esteban’, con un «no puedo más, se me va la cabeza».

Y me hace gracia porque Felipe Moreno habla de traiciones cuando no había pisado los despachos de Nueva Condomina y ya se había convertido en el representante de Judas Iscariote en la tierra. Porque el Felipe Moreno que acusa de traiciones a Agustín Ramos, que lloriquea en la radio porque no sabe qué ha hecho mal para que le ataquen, es el mismo que traicionó a Ramos el pasado mes de marzo, y no lo hizo una vez, lo hizo hasta en dos ocasiones.

Porque, por si lo han olvidado, Agustín Ramos iba a ser el presidente de Felipe Moreno el tiempo que Agustín quisiera. Y no lo digo yo. Lo dijo Felipe Moreno en la misma Junta en la que unos segundos antes, por la espalda, le había dado la cuchillada del siglo a un Agustín Ramos que se enteraba por un papelito de que se quedaba fuera del consejo de administración.

Le traicionó en aquella Junta del 8 de marzo y lo volvió a hacer solo 20 días después, cuando tras una reunión entre ambos, con foto incluida, informaba a los medios de que «nuestro pacto sigue intacto. Agustín será presidente con todas las atribuciones», dando por hecho que el de Abarán entraría en un consejo al que posteriormente nunca le abrieron la puerta.

No debió pensar en ese momento Felipe Moreno, tan encantado de conocerse, en ese refrán que dice que «quien siembra vientos, recoge tempestades», porque no tardó en seguir atacando a un expresidente que lleva un año siendo el típico ‘cornudo y apaleado’.

Porque ese Agustín Ramos que había actuado con generosidad, vendiendo sus acciones al cordobés para cobrar los dos millones en 2025, es el mismo Agustín Ramos al que al cierre de temporada llamaron a filas a las oficinas para darle otro par de guantazos en toda la cara, acusándole de mala gestión, de pérdidas millonarias y amenazándole con llevarle a los juzgados.

Porque ese Agustín Ramos, al que Felipe Moreno abrazaba el 8 de marzo, es el mismo Agustín Ramos al que no han permitido recuperar los 170.000 euros de póliza que puso cuando llegó al Real Murcia para abrir una cuenta corriente y que ya ha vencido. Porque ese Agustín Ramos que, según Felipe Moreno, le está atacando sin motivo, es el mismo Agustín Ramos al que no dieron ni la oportunidad de pujar por mantener la publicidad de una camiseta que ha acabado siendo subastada por dos ‘perras gordas’ entre amigos.

Porque ese Agustín Ramos, que para Felipe Moreno es enemigo del Real Murcia, es el mismo Agustín Ramos del que se rieron el pasado verano, toreándolo cuando pidió alquilar un palco VIP, obligándole casi a suplicarles y dejándole finalmente el más arrinconado, pese a cobrarle una tarifa más elevada que a los demás.

Porque ese Agustín Ramos, que consigue que se le vaya la cabeza a Felipe Moreno, es el mismo que lleva pagando el alquiler de la tienda del centro desde marzo y al que ya le adeudan casi 40.000 euros, 40.000 euros que no tienen mucha intención de pagarle si sale adelante el Plan de Reestructuración. Porque esa es otra, el famoso Plan de Reestructuración que va a dejar a cero a todos los accionistas, autocoronando a Felipe Moreno como el único rey de la fiesta, por mucho que diga, como si repetir muchas veces una mentira se convirtiera en verdad, que el primero que pierde es él.

Traiciones, amenazas, impagos, reuniones canceladas a última hora, menosprecios, burofax, filtraciones interesadas e incluso ataques gratuitos como el de los famosos jamones... y todo a un ex presidente del Real Murcia que durante su gestión solo hizo lo mismo que Felipe dice estar intentando hacer ahora, salvar al Real Murcia. Pero aquí al único que se le va la cabeza es a Felipe Moreno.

Ese es el trato que el cordobés le ha dado a la persona que se apartó para abrirle las puertas del Real Murcia sin exigirle el pago inmediato de los dos millones de euros de las acciones que le vendió para que pudiese convertirse en el dueño y señor de NC. Dos millones que posiblemente nunca cobre. Ese es el ‘modus operandis’ del Felipe Moreno que llora por la radio, pero que traiciona por la espalda.

No sé qué piensa Felipe, no sé si es que, por venir de Madrid y de Primera División, nos toma a todos por tontos; no sé si cree que por tener tropecientos mil millones en el banco puede pisotear a cualquiera; no sé si él mismo se cree sus propias mentiras; lo que sí sé es que un presidente del Real Murcia, al igual que la mujer del César, ‘no solo debe ser honesto, debe parecerlo’. Y lo que también sé es que cuando te empeñas en meter el dedo en la boca de alguien, al final lo normal es que te acaben mordiendo.

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