Ciclismo

El Giro se humanizará en 2024 para evitar el tedio de los últimos años

La prueba comenzará el 4 de mayo a las puertas de Turín y repartirá la montaña a lo largo de tres semanas para evitar el bloqueo de la prueba con un final que asustaba a los participantes

Primoz Roglic.

Primoz Roglic. / EFE

Sergi López-Egea

El Giro de Italia 2024, presentado este viernes en Turín, humaniza el recorrido, evita una última semana excesivamente cargada de dificultades, lo que produjo un bloqueo de la carrera en las dos últimas ediciones, y reparte mucho mejor que en años precedentes los diferentes obstáculos instalados en el recorrido para animar una carrera que había quedado como la más sosa y tiesa de las tres grandes citas de la temporada ciclista.

Todavía es muy pronto para saber si alguna de las grandes estrellas se animará a viajar por Italia (con una breve incursión en Suiza) entre el 4 y el 26 de mayo de 2024, aunque los organizadores han tratado de restar montaña excesivamente dura para que no haga imposible la doble cita Giro y Tour, el intento por conseguir el doblete, que las figuras de verdad evitan desde que en 2015 Alberto Contador no pudo con la hazaña en París tras la conquista de la ronda italiana. De hecho, desde que Marco Pantani consiguió ambas carreras en 1998 -en un año salpicado por el dopaje que casi provoca la suspensión del Tour- nadie ha vuelto a subir a lo más alto del podio con el jersey rosa y amarillo en un mismo año.

Pensando en el doblete

2024 llega con una invitación bajo la manga para intentar el doblete. Todavía no se conoce el trazado del Tour, que se presenta el miércoles 25 de octubre en el Palacio de Congresos de París, pero por lo que está trascendiendo a través de las páginas webs especializadas, no será una ronda francesa diferente en cuanto a guion a la expuesta últimamente. La Vuelta, por su parte, baraja el mes de diciembre para exponer las novedades dibujadas para el año que viene.

Centrados ya totalmente en el Giro, la prueba empieza en la localidad de Venaria Reale, colindante con Turín, ya cargada de dificultades en una etapa de apenas 136 kilómetros, distancia común en Tour y Vuelta, pero que hace unos años habría sido catalogada como un sacrilegio para los puristas de la ronda italiana. De hecho, en 2024 solo hay tres etapas por encima de los 200 kilómetros, con dos contrarrelojes, una de ellas con los 4.000 metros finales en subida y en honor a San Francisco de Asís, para que ningún escalador se atasque más de la cuenta con medio Giro por delante.

De entrada, Oropa

Al Tour y a la Vuelta no les ha temblado el pulso últimamente para llevar a los ciclistas por cuestas complicadas en los primeros días de competición. El Giro, en cambio, mantenía el inicio dedicado a las ‘volatas’, el esprint en términos italianos. En cambio, en 2024 ya aparece la subida a Oropa en la segunda etapa cuando se visite un santuario que casi le cuesta el Giro 1993 a Miguel Induráin ante las garras de Piotr Ugrumov y donde Pantani, en 1999, superó a todo el pelotón tras sufrir una avería en la base del puerto para luego triunfar en la cima y en solitario.

En cualquier caso, la organización quiere evitar el bloqueo de la carrera como sucedió este año tras la retirada de Remco Evenepoel por covid al término de la primera semana de competición. O como se produjo en 2022 cuando la vigilancia entre los tres primeros de la general (Jai HindleyRichard Carapaz Mikel Landa) sólo se rompió en los tres últimos kilómetros de la subida a La Marmolada, penúltimo día, con un ataque del ciclista australiano; todo lo que se recuerda de una edición sosa como una paella sin sal.

De Turín a Pompeya

Para el año que viene, en cambio, se van repartiendo las barreras, mientras la prueba baja desde Turín a Pompeya antes de iniciar el camino hacia los Alpes. Así, el Giro se adentra por los caminos sin asfaltar propios de la Strade Bianche, en la más bonita y entrañable Toscana, para subir luego por los Apeninos pero sin pasarse con llegada al macizo del Gran Sasso, donde en 2023 no pasó nada, con los fines de semana con un trazado más animado para que la gente no se aburra en su merecido descanso laboral y antes de prepararse para el mejor polvorín de montaña, previsto entre el domingo 19 y el miércoles 22 de mayo, citas previas a un pausado final de Giro que acabará con una llegada masiva en Roma con tiempo suficiente para descorchar alguna botella de ‘prosseco’.

El final de la prueba

De este modo, el penúltimo domingo de competición, tras pasar por tierras suizas, la carrera subirá al Mottolino, etapa reina, con 5.200 metros de desnivel positivo y un final inédito a través de 1.800 metros por una pista de esquí asfaltada para los ciclistas.

Tras la segunda jornada de descanso se asciende al famoso Stelvio, uno de los grandes monumentos del Giro con sus 2.750 metros, que servirán de homenaje al irrepetible Fausto Coppi, antes de las dos etapas íntegramente por los Dolomitas con finales en el Monte Panna y el Passo Broco. Desde ahí, la ‘maglia rosa’ o los aspirantes a la prenda, sólo tendrán la dificultad del Monte Grappa, a un día de Roma, aunque con final en bajada para que a nadie se le ocurra como hizo Primoz Roglic este año o Hindley en 2022 jugárselo a una carta en la última partida del Giro.