María Dolores Navarro Martínez (Murcia, 3 de abril de 1967) preside un club ciclista, el Moto5, donde es la única mujer entre sus afiliados. También forma parte del comité femenino de la Federación Murciana. Hace solo seis años decidió desempolvar una vieja bicicleta que tenía en su casa para iniciarse en este deporte. Tiene una pescadería en el mercado de Vistabella.

¿Cuándo entró el deporte en su vida?

A los 48 años. Hasta ese momento no había hecho nada de nada, trabajar y formar una familia.

¿Qué le llevó a coger la bici?

Fue un cambio, necesitaba tener espacio y al mismo tiempo encontrar un momento saludable, donde pudiera ser yo. Lo encontré yéndome en bicicleta a la orilla del río. Empecé de cero porque antes no hacía nada. Cogía bicicletas de paseo prestadas, no hacía nada más que eso. Todavía no me había salido el chip de querer hacer deporte. Solo notaba que un paseo por la orilla del río me hacía sentirme bien y me gratificaba. Pero eso es una droga que te va pidiendo más. Poco a poco el cuerpo me pedía hacer un poco más y me di cuenta de que podría conseguirlo. Yo veía a la gente que me adelantaba y me decía que quería ser como ellos. Fue un trabajo difícil y costoso, no fue fácil porque tenía que adaptarme a muchos cambios.

¿Y en qué momento dejó de dar paseos y se metió en marchas cicloturistas?

Habían pasado unos meses y empecé a salir los domingos por la mañana. Salía sola, pero me sentía bien y volvía a casa muy a gusto. Tenía una bicicleta vieja de carretera, de los años 80, que apenas utilicé cuando era cría. Estaba en casa de mis padres, la llevé a un taller y me la pusieron a punto. Pero no conseguía adaptarme a ella porque llevaba calas, me caía y me daba miedo. Quité los pedales y puse unos de niño pequeño. Seguí dando paseos y a los seis meses me compré una bicicleta de carbono, pero era novata y aún tenía que aprender a coger el botellín en movimiento porque solo lo hacía cuando me paraba. Poco a poco mis piernas se fueron acostumbrando a hacer más kilómetros, pero la primera vez que hice el puntarrón del Garruchal me di la vuelta. Después empecé a contactar en los talleres para encontrar gente para salir, pero no lo conseguí.

¿Cuándo encontró un grupo para salir?

Iba buscando uno y un día me encontré con dos hombres mayores en la carretera de Alicante. Los pasé, les di los buenos días y uno me preguntó dónde iba. Llevaba aún la bici vieja y les llamó la atención. Seguimos hablando un rato y les expliqué que estaba buscando grupeta para salir. Uno de ellos me dijo que su hijo salía y que tenía su propia grupeta que salía del Rollo. Le dije si me podía ir con su hijo y al cabo de un rato me explicó que era el padre de Alejandro Valverde. Lo paré en La Cueva y nos hicimos una foto. Pero aventuras de esas me han pasado muchas sola y siempre he encontrado gente buena en la carretera.

¿Cómo llegó al Club Moto 5?

Porque en la web iban publicando las salidas. Como yo ya tenía un poco de nivel y conocía alguna ruta, me fijaba y me presenté a varias. También coincidió que me había comprado la bicicleta allí y me dijeron que había un grupo que salía. Me fui ganando la confianza de los compañeros y salía los domingos, que las rutas eran más llevaderas, pero aun así tuvieron mucha paciencia y me arroparon en todo momento. A los dos años de estar saliendo continuamente con ellos, pedí meterme en el club.

¿Pero la admitieron y la nombraron presidenta a la misma vez?

No, eso fue después. Entré en 2017 y soy presidenta desde finales de 2019.

¿Por qué se presentó a la elección?

No me presenté, fue porque los compañeros me dijeron que tenía que ser la presidenta porque estaba preparada, pero en cualquier caso tengo un equipo de trabajo. Siempre he tirado para adelante.

¿Recuerda el día que se metió por primera vez en una marcha?

Siempre me quedaba atrás y no conseguía terminar ninguna. Siempre me iba al coche escoba o me ayudaban para entrar en la cápsula. Donde la pasé peor fue en la Luis León, que estaba lloviendo, pero coincidí con un hombre que ya me conocía y se descolgó conmigo. Logré terminarla cuando ya habían desinflado incluso el arco, pero estoy satisfecha.

Me contaba que siempre va de coche escoba.

Siempre voy tirando del coche escoba, eso va conmigo. Lo tengo asumido porque he empezado de cero con 48 años. No llevaba kilómetros en mis piernas como otras personas que llevan toda la vida en el ciclismo. Para mí es una gran satisfacción hacer una marcha aunque llegue la última y fuera de tiempo. Me da igual, la cuestión es llegar. Para poder hacer marchas completas he tardado cuatro años.

¿Cuántas mujeres de su edad hacen lo mismo que usted?

Pocas, hay una mayor y otras dos de mi edad.

Es decir, que le sobran dedos de la mano para contarlas.

Que yo conozca sí, pero ellas llevan kilómetros en las piernas de muchos añosy yo voy a mi ritmo, pero he conseguido hacer la Perico Delgado, Moratalla, Sierra de la Pila, Treparriscos, en Sabiñánigo… Este verano he subido parte de los Lagos de Covadonga, el Mirador del Fito, el Pontón, Pandenes… Ahora ya puedo decir que he hecho todo eso porque recuerdo que la primera vez que intenté subir la Cresta del Gallo me caí y no lo logré, no tenía fuerzas en mis piernas. Y la segunda ocasión tampoco lo conseguí. Nadie lo sabe, me caí y lo volví a intentar.

¿Sus hijas qué opinan?

No dicen nada, lo asumen. Pero sí que mi madre y mi hermana, con su afán protector, me lo dicen. He sufrido dos caídas gordas y en la primera mi hermana me pidió que se acabara la tontería.

¿Y no le dio miedo volver?

Al principio cogí mucha precaución, me monté con mucho cuidado, pero no quería prescindir de ese deporte que tanta vitalidad me había aportado.

Pero claro, todo eso en contra de la opinión de su familia.

Mi entorno me decía que me dejara la bici, pero no quise. Las primeras salidas fueron muy duras.

¿Cómo es presidir un club donde la mayoría de componentes son hombres?

Todos son hombres. Hubo una chica hace tiempo, pero dejó el club. Ahora mismo la única mujer es la presidenta.

Pero ya sabe que en muchos ámbitos el machismo sigue existiendo.

El machismo existe, pero ellos me ven como compañera. Cuando el anterior presidente, Pepe Sánchez, estaba cansado y quiso dejarlo, se barajaron varios candidatos, pero yo tiré para adelante.

Vamos, que era la más insensata el grupo.

Seguramente, la más loca, pero antes de presentarme busqué gente para que me ayudara.

¿Le gratifica hoy en día tanto o más que cuando empezó?

Me gratifica de distinta manera. Veo que mi progresión desde que empecé en el deporte ha ido a más en todos los ámbitos, en mi desarrollo como persona y deportivo, ya que me siento más fuerte. Además, ahora soy miembro del comité femenino de la Federación Murciana y me siento muy involucrada, como la Semana Santa.

Cierto, porque es cofrade.

Soy ayudante de cabo de andas, la primera junto con dos compañeras en el Resucitado. Conseguir que las mujeres entraran ha sido un gran reto. En el deporte ha empezado a igualarse un poco más, pero en la Semana Santa no.

Sí, pero siguen siendo minoría en el deporte. No entiendo por qué más mujeres no se animan a hacer deporte.

Pero es por las cargas familiares.

Pero la carga es de todos.

Así es, pero la primera que se tiene que mentalizar es la mujer. Si no lo hace, no das el paso. Del hombre no va a salir y tenemos que posicionarnos. Las mujeres somos muy protectoras y tenemos que llevarlo todo para adelante, pero te das cuenta, como me ha pasado a mí, que sale todo adelante. Para llegar a eso hay que ser valiente. Para mí empezar a dar pedales fue una energía que se fue regenerando. Aún recuerdo que lloré cuando llegué por primera vez con la bicicleta vieja al pantano de la Pedrera.