El tic tac del reloj suena permanentemente en la cabeza de Ronald Koeman, de día y de noche, no le deja dormir, no le deja descansar. Es el tic tac de la desesperación, porque sabe que sus horas como entrenador del FC Barcelona están contadas. Un profesional de su talla conoce al dedillo que dirigiendo al que hasta hace bien poco era el mejor equipo del mundo, no se puede perder de nuevo ante el Bayern 0-3 en casa en la Champions y luego empatar 1-1 en la Liga ante el Granada en el último minuto. Eso significa sentencia de muerte. Aunque hubiera muchos espectadores bienintencionados que le despidieron a él y al equipo con aplausos, conociendo sus carencias.

Koeman ha tenido la mala suerte de dirigir al Barça en un momento equivocado. En una mala etapa de su historia. Cuando no funciona casi nada. Ni el presidente, al que Koeman considera un traidor, ni los directivos que son en algunos casos esperpénticos. La plantilla no está diezmada sino quemada y para remate la lesión de Dembelé y las salidas de Messi y Griezmann lo han venido a complicar todo.

Por eso cuando algún directivo ‘chiripitifláutico’ viene a echarle la bronca por la mala actuación del equipo, Koeman dibuja una sonrisa en sus labios y se esconde, se escabulle sin contestar, porque es un tipo educado y nada grosero, que llegó al FC Barcelona pensando que podía mantenerlo en el nivel más alto del fútbol mundial. Esa fue su principal equivocación. Pero tenía tanta fe en su éxito que no dudó en pagar seis millones de euros de su bolsillo a la federación holandesa, para que le dejaran venirse al Barcelona, abandonando a la selección de los Países Bajos.

Ahora si se va del Barça naturalmente querrá recuperarlos. Y, además, el club azulgrana tendrá que abonarle los servicios prestados, por muy insatisfactorios que éstos hayan sido y que alcanzan una cifra millonaria que algunos calculan en unos doce o trece millones de euros. Y eso son palabras mayores para la economía de un Barcelona que tiene la caja a cero. Y encima debería contratar y gastar en un nuevo entrenador. 

Tal vez, eso es lo que le mantiene a Koeman en el cargo una semana más. Pero un entrenador no puede estar pendiente de las agujas de un reloj y de su tic tac. Sabiendo, como sabe, que antes o después, caerá. 

Cuando el Barça contrató a Koeman fue para seguir la estela que marcaron Johan Cruyff y Guardiola. Pero como dice Koeman: «El Barça de hoy no es el de hace 25 años cuando Cruyff lo entrenaba ni el de hace ocho años o nueve años, cuando lo hacía Guardiola». El de hoy no es un Barça de ‘jugones’, sino un Barça que por distintas razones ha llegado a donde está sin haber acometido la renovación necesaria con tal de mantener a Messi y su sueldo millonario. La salida de Messi es lo mejor que le ha podido ocurrir al Barcelona. Ahora tendrá que llegar, aunque con cierto retraso el momento de la renovación. Y el club deberá pensar como solución en su excepcional cantera. Otrora se arreglaban los asuntos del juego, tirando de chequera. pero ahora no hay dinero para eso y tendrán que ser los jóvenes quienes deberán salvar al club.  

Llevar a cabo ese trabajo será lento, duro y agotador. Difícil para cualquier entrenador. Y no se puede arreglar con medias tintas. Queriéndole dar los galones a Jordi Cruyff, porque que yo sepa no ha llegado a emular jamás a su padre ni como jugador ni como entrenador.

¿Por qué creen ustedes que Xavi se niega a entrenar al Barça actual? ¿Por qué no viene Guardiola a rescatar al equipo de sus amores habiendo afirmado que incluso estaría dispuesto a ser en un futuro seleccionador español? 

Tal vez sea el tiempo de Koeman. No parece una joya como entrenador, pero es educado, correcto, y está dispuesto a seguir intentándolo tirando de la juventud. Y quizás también esté dispuesto a cambiar el estilo de juego, porque como él mismo dice «no tenemos velocidad en banda, Coutinho juega para adentro, Demir no busca mucho la profundidad. Con Ansu Fati y Dembelé se conseguiría esa profundidad, pero de momento no están y hay que seguir tirando hacia adelante».

Para mí Koeman es mejor apuesta que Luis Enrique, porque aun siendo verdad que en los tres años que estuvo el asturiano al frente del Barça se lograron títulos importantes, el pasado, pasado está. Y es tiempo de revolución. 

Pero ahí está el maldito reloj. Tic tac. Tic tac.