El encuentro que disputarán este próximo domingo Marbella y Cartagena (18.00 horas en el Municipal de Marbella) tiene muchos ingredientes para convertirse en un choque imperdible. Son dos equipos con grandes proyectos que aspiran a ver al resto de rivales desde lo más alto, dos conjuntos que han arrancado la competición presentado su candidatura a dar guerra y, en el caso del Cartagena, el comienzo de un puerto de montaña cuyos puntos de control serán, además del equipo marbellí, el Córdoba, Recreativo de Huelva y San Fernando. Argumentos más que llamativos para estar, este fin de semana, pegados a la pantalla y ver a unos albinegros que, hasta la fecha, no han fallado lejos del Cartagonova.

Pero, además, será una cita especial para alguien que vistió la camiseta de los dos conjuntos y que, desde casa, estará pendiente, y con el corazón dividido, durante los 90 minutos. Se trata de Chus Hevia, futbolista que llegó a militar en dos etapas con el Cartagena y que en Marbella vio como una lesión de rodilla le obligaba a dejar el fútbol con tan solo 27 años.

Ahora, como segundo entrenador del Langreo y primer técnico de su juvenil, intenta hacerse un hueco en los banquillos. Quiere, desde la banda, sacarse la espina que lleva clavada por culpa de interminables molestias que le impedían poder sacar todo el talento que poseía. «Siempre se lo digo a mi padre, que ojalá hubiera sido entrenador antes que jugador. Veo cosas que antes no veía. Entiendo al futbolista en ciertos aspectos. Eso sí, jugar es más divertido», explicaba el asturiano a este periódico.

Hevia desembarcaba en Cartagena procedente del Marino de Luanco, donde había hecho 10 goles y se destapó como un jugador con un futuro prometedor. Aquella temporada 14-15 siempre será recordada como el año del casi descenso, un club que era un circo en el que no se pagaba a los trabajadores y en el que Manolo Palomeque tuvo que hacer un sobresfuerzo casi inhumano para poder convencer a su plantilla, psicológicamente hundida, de que la salvación podía ser una realidad. Y Chus Hevia, le acompañó en ese despropósito de temporada.

El ovetense jugaba lesionado. Se infiltraba partido sí, partido también, para poder aguantar el dolor. Fueron muchas las veces que pensó en rendirse pero nunca dio el paso. Aquel curso hizo 12 goles. «El recuerdo allí es bueno por la gente. Me encantaba Cartagena por su gran afición. En la primera etapa, futbolísticamente, pasó lo que pasó. No nos pagaban y hubo mil problemas, pero aún así fue un buen recuerdo porque nos juntamos todos y conseguimos sacar aquello que parecía imposible», explicaba.

Tras 6 meses donde no le terminaron de salir las cosas en tierras cántabras, recibió una oferta para regresar a la ciudad portuaria. Un año y medio donde tampoco contó con el favor de Alberto Monteagudo. «En mi segunda etapa se portaron fatal conmigo y por eso tengo el mal recuerdo», decía. Y esa etapa negra lo tiene clavada muy profunda porque el futbolista considera que tanto su técnico, como Paco Belmonte y Manolo Sánchez Breis «me la jugaron. Lo piensas y te jode. Siempre fui honesto y de cara, y ellos me la metieron. Pero rencor tampoco porque el fútbol es así. Nunca he vuelto a hablar con ellos». A falta de pocos días para finalizar el mercado, le comunicaron al jugador que no contaban con él, lo que le llevó a tener poco tiempo para encontrar un nuevo acomodo. Al final, el Linares fue su refugio. Tras un año allí, aterrizó en Marbella.

«El año que jugué no tengo buen recuerdo. Fue jodido. Siempre con lesiones. Puede ser el peor año de mi vida, no por el fútbol sino por la rodilla. Pero también, cuando pienso en ello, me dieron la oportunidad de quedarme en el cuerpo técnico y formarme como entrenador», contaba.

Y así pasó. Bajo la protección de Padilla, Hevia empezó a labrarse un futuro desde la banda. Su sueño se truncó por culpa de la rodilla pero, ahora, asegura estar «bien y contento con la ilusión de tirar para arriba. Te cambia la vida».

Desde su Asturias natal verá a sus dos ex-equipos. Miles de recuerdos se le reproducirán a la mente cuando disfrute de dos equipos que «tienen proyectos para aspirar a todo. He visto algún partido de los dos. El Cartagena tiene muy buen equipo. Es más rocoso. No hacen tan buen fútbol pero es difícil ganarles. Creo que va a ser un partido de pocos goles y entretenido. Por su parte, el Marbella renovó la base de jugadores que tenía y firmó gente con talento. Juegan a encajar poco y a tener su oportunidad. A día de hoy, todavía no han perdido», analizaba.

Y, ¿se imagina Chus Hevia entrenando alguna vez al Cartagena? De momento, no podría hacerlo puesto que necesita el nivel III para poder dirigir como técnico principal, una cosa que el ex futbolista ve «muy lejos», aunque confiesa que «siempre sería buena noticia que me volvieran a llamar».

Es difícil predecir si, en el futuro, el mediapunta volverá a pasar por el feudo cartagenerista. Lo que sí es más fácil adivinar es que, a pesar de la distancia, su etapa en la ciudad departamental no le dejó indiferente, marcó un capítulo importante de su carrera y siempre tendrá grabado en su retina grandes tardes de fútbol y ovaciones infinitas desde la grada.