Música

La Navaja Producciones: porque nadie lo iba a hacer por ellos

Nace en Murcia una promotora de conciertos «autofinanciada, asociativa y asamblearia» que quiere romper con el ‘modus operandi’ habitual de la industria

Miembros de La Navaja junto a Boys Kissing Boys tras el concierto  del pasado mes de octubre.

Miembros de La Navaja junto a Boys Kissing Boys tras el concierto del pasado mes de octubre. / L. O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Como ocurre con todo en la vida, en esto de la música hay varias formas de hacer las cosas (o de no hacerlas). Porque puedes esperar a que todo te llegue dado –y, spoiler: el cosmos rara vez está de tu parte– o arremangarte los vaqueros y enfangarte, meterte en el lodo hasta que te roce la barbilla y, quién sabe, quizá alcanzar eso que, como un crío en una feria, esperabas a que los mayores consiguieran por ti. Y..., nuevo spoiler: el gancho de esas máquinas está trucado para que nadie, ni siquiera ‘los mayores’, se lleven el peluche de Pikachu.

Ante eso, los movimientos contraculturales y la escena indie –de ‘independiente’, no de Izal– adoptaron, sobre todo en los países angloparlantes y durante las décadas de los setenta y ochenta, una filosofía conocida como DIY (‘Do it yourself’); o lo que es lo mismo: el ‘Hazlo tú mismo’, en castellano. Porque nadie lo iba a hacer por ellos. Pero aquello, lejos de ser una reliquia ideológica, ha trascendido; ha superado las barreras del tiempo y ha llegado hasta nuestro días, y hasta Murcia. Porque la ‘escena’ no nace en los grandes festivales, sino en las calles y los baretos. Y esto es algo que en La Navaja Producciones tienen muy claro.

«Nuestra idea es apostar por el circuito de salas, que a nivel musical creemos que es un actor clave en la creación del tejido musical y cultural de una ciudad: sin espacios vivos no hay posibilidad de que la gente vea propuestas novedosas, y desde luego no hay posibilidad de que los grupos locales toquen y crezcan, ni de que florezca una escena sana y estimulante», señala Manuel Romero, de Grabaciones Vistabella. Él es una de las cabezas visibles de La Navaja, «una promotora de conciertos autofinanciada, asociativa y asamblearia» que ha empezado a hacerse un hueco a codazos en la hermética agenda cultural murciana con una propuesta atípica.

«Asociativa y asamblearia»

«Pues en la previa de un concierto. De Perro, si no recuerdo mal», responde Romero cuando se le pregunta por el origen del proyecto, por cuándo y dónde nació. «Un grupo de colegas estuvimos conversando sobre el Club 44, una asociación de Euskadi que funciona organizando conciertos gracias al trabajo y la aportación de sus socios. Si bien ellos organizan conciertos acústicos y de sonidos más enmarcados en el jazz y el blues, nos pareció algo superinteresante», recuerda el activo promotor murciano, que junto con un puñado de amigos –personas asociadas a Grabaciones Vistabella, el festival Zorroclocos e Lobos, la Cooperativa Ítaca y el CSO Kasa Blanka, entre otros– empezaron a darle forma a una idea que cuenta ya con varios exitosos bolos a sus espaldas y un próximo a las puertas, el próximo fin de semana.

«El primer evento, pensado para darnos un poco a conocer, fue organizar una listening party del grupo valenciano La Plata en Ítaca, para promocionar su último EP. Y luego organizamos una actuación de una banda local, Media Playa, a finales de junio. Pero esta se hizo un poco ‘derrapando’ por una cuestión de tiempos, plazos e inexperiencia... Aun así, creo que supimos responder rápido y bien para que las personas que en un primer momento confiaron o se interesaron en el proyecto siguieran a bordo», explica Romero. Aquello, claro, fue un calentamiento; después llegaron los conciertos: Pedro Q y Valdivia en Ítaca –el primero, a finales de junio, y el segundo, después del verano, el pasado 22 de septiembre– y Boys Kissing Boys en La Yesería –hace unas semanas, en el ocaso de octubre, primer bolo cien por cien eléctrico de La Navaja–, y este viernes, el madrileño Gonzalo Barbero, alias ‘Corte!’, también en el local de la calle Santa Quiteria.

Manuel Romero, uno de los fundadores de La Navaja.

Manuel Romero, uno de los fundadores de La Navaja. / Lola López

La entrada para este próximo concierto, que incluye un ejemplar del fanzine del proyecto, tiene un precio de 10 euros (12 si se compra en taquilla), pero para los socios de La Navaja –y aquí está la clave del proyecto– la entrada será gratuita, igual que para los anteriores e igual que para los próximos eventos que organicen. «Cualquier persona es libre de participar y asociarse; no hay ningún requisito o filtro por parte de la asamblea, más allá de tener una actitud acorde con la filosofía del proyecto», señala Romero, quien, para convencer a potenciales miembros –en la actualidad rondan la treintena–, detalla el ‘cuánto’ y el ‘para qué’: «La cuota, que es de 15 euros al mes, da acceso a los conciertos y te permite participar en todas las reuniones, asambleas, en la toma de decisiones...».

Y esa ‘toma de decisiones’ incluye a las bandas que protagonizan los eventos de la promotora. «Los grupos que se programan son elegidos por los socios mediante una votación previa, cuyas opciones salen de un documento común en el que cualquiera puede poner las bandas que le gustaría traer», explica nuestro interlocutor, que asegura que, si bien es cierto que no compartir sus inquietudes musicales –y las del resto de la asamblea– no excluye a nadie de poder participar, está claro que formar parte de su misma escena es un factor determinante para acercarse a la asociación. En este sentido, explica: «Hay una clara inclinación por la música de guitarras, y la mayoría de los que están actualmente en ese listado [el documento común] son grupos de punk, garage y emo, pero también hay bandas más pop, metaleras, del llamado rollo urbano o raperos. Eso sí, por encima del sonido está la actitud y la forma de entender la música. Nos interesan mucho más las propuestas que a priori no nos llaman tanto la atención pero que se mueven en circuitos subterráneos y comulgan con nuestra filosofía que otras bandas más afines musicalmente pero que tiran por derroteros más comerciales», aclara.

Activismo musical

Esta postura es la que ayuda a cerrar el círculo, porque al final el ‘Do it yourself’ y la escena indie –la original– no hablaban de géneros concretos, sino de una posición política (musicalmente hablando); de activismo, en definitiva. «El simple hecho de buscarte la vida para organizar cosas que te molan sin esperar un retorno económico ya es un posicionamiento político frente a la pútrida industria musical, que extiende sus tentáculos en todas direcciones. Es una mierda ver que cualquier evento tiene detrás una marca de cerveza, que muchos grupos y sellos andan obsesionados con sus números en redes sociales o que la mayoría de festivales priorizan la rentabilidad de las mismas bandas cansinas de siempre en vez de arriesgar y tener una visión propia», lamenta Romero, consciente de que lo suyo y lo de sus iguales –hasta la comisión directiva es temporal y rotatoria– va de remar contra corriente. Y ellos, orgullosos de que así sea; sobre todo por lo que significa en términos de independencia: «Aquí no hay ingresos más allá de las cuotas de los socios y las entradas que se venden en los conciertos: no hay un patrocinador, no hay un mecenas; por tanto, no hay nadie a quien tener que rendir cuentas».

Tampoco aspiran a mucho más –«repudiamos un poco la idea de crecimiento infinito, así que con asentar el proyecto y seguir trayendo cosas que nos molan ya nos va bien», asegura–; si acaso, a hacer algo en Cartagena y, quizá, un festival autogestionado. Pero no se marcan ni metas, ni plazos. Lo único que les interesa es acercar a Murcia a bandas que los programadores tradicionales no traen –por desconocimiento o por desinterés– y trasladar al público una idea: «Que la escena musical va más allá de aquello a lo que nos tienen acostumbrados los grandes medios, salas y eventos, y, sobre todo, que cualquiera puede montárselo por su cuenta si le dedica algo de tiempo y ganas».