Arte

Ángel Toren y la evolución del grafiti

El murciano, además de ser uno de los grandes destacados de la escena regional del arte urbano, se ha convertido en un gran ejemplo del desarrollo de este movimiento

Este fin de semana terminaba un gran mural en Alcantarilla

Ángel Toren posa con el mural  que acaba de terminar en Alcantarilla.

Ángel Toren posa con el mural que acaba de terminar en Alcantarilla. / Francisco Peñaranda

Asier Ganuza

Asier Ganuza

En muy poquito tiempo, la percepción que las administraciones públicas de la Región tienen del grafiti –mejor ‘arte urbano’, por aquello de las connotaciones negativas– ha cambiado radicalmente. Piezas –no todas– que antes eran consideradas ‘vandalismo’ hoy son protegidas y hasta, con frecuencia, restauradas; y no solo eso: la conciencia de que un muro en blanco o una fachada vistosa son lienzos potenciales para este tipo de creadores ha llevado a las autoridades a contratar los servicios de algunos ‘gigantes’ de este movimiento, como es el caso del brasileño Kobra, que en 2017 llenó de color uno de los laterales del Centro Cultural Puertas de Castilla con su particular homenaje a Salvador Dalí. Y como él, otros grandes maestros del spray han dejado en los últimos años su sello en las calles de nuestra comunidad: L7M, Médéric Turay, Pang, Dale Grimshaw, The London Police, Belin...

Por supuesto, Murcia es la ciudad que en mayor medida ha trabajado en su ‘museo al aire libre’, pero también lo han hecho otras como Cartagena, Los Alcázares y, sobre todo, Alcantarilla. De hecho, algunas de las mejores piezas que tenemos en la Región se encuentran en esta localidad, con mención especial a la que hizo Grimshaw hace un par de años en la calle Matemático Férez, en un lateral de la plaza de Abastos de San Pedro, y que fue elegida como el quinto mejor mural del mundo en 2021. También el de Belin, quizá uno de los mayores exponentes del grafiti en nuestro país; un artista cotizadísimo que el año pasado, con motivo del festival Octubre Joven –y el patrocinio de Murcia Street Art Project, quienes consiguen traer hasta aquí a todos estos artistas–, nos dejó una espectacular pieza de grandes dimensiones en una fachada del descampado de Senador Bartolomé Romero.

Pero el interés creciente por el grafiti en la Región no solo ha servido para acercar a todas estas firmas a la Región; también lo ha hecho para potenciar las autóctonas. El cartagenero Kraser, por ejemplo, un artista de talla internacional, tiene más trabajo en ‘casa’ que nunca, mientras que otros como Carlos Callizo han gozado de oportunidades hace no tanto tiempo inimaginables, como la cesión de todo un costado de un gran edificio de la Avenida Primero de Mayo para desplegar su arte. Pero ambos –tanto Kraser como él– son creadores reconocidos, veteranos y ampliamente valorados desde hace ya unos cuantos años. Sin embargo, en la Región siguen surgiendo firmas como las de Dante Arcade y, muy especialmente, Ángel Toren, protagonistas –junto con el valenciano Deih– de la última edición del festival alcantarillero, finalizada este fin de semana. Ambos han dejado grandes muros en la localidad que no hacen más que refrendar esa apuesta del municipio –y sus subcontratas– por el grafiti.

De Murcia para el mundo

«Tanto Murcia Street Art Project como la Oficina del Grafiti [dependiente del Ayuntamiento de la capital del Segura] han apostado fuerte por nosotros desde el primer momento. De hecho, estamos permanentemente en contacto y a menudo salen oportunidades para hacer cosas, no solo como esta o los murales de la Fremm, sino también como una subasta que hicimos en julio en Estrella de Levante con unos cuadros que pintamos en directo en el Gaya con motivo del Día de los Museos. Son formas diferentes de llevar el arte a la gente y creo que los vecinos lo agradecen». Quien habla es el propio Toren (Murcia, 1992), que no solo destaca a nivel regional, sino también a escala nacional e internacional. Es más, el año pasado cruzó el charco para dar respuesta a un encargo llegado desde Estados Unidos. «Fuah, aquello fue un bombazo. Querían que hiciera un edificio de seis plantas en la Avenida Broadway, y la verdad es que... estuvo guapísimo», afrima entre risas.

Por supuesto, esta no fue la primera vez que trabajó fuera de nuestras fronteras. Antes de pasar por USA –cuna del grafiti tal y como hoy lo entendemos–, viajó con su mochila (cargada de botes de pintura) por Francia, Polonia, Italia, Holanda, Bélgica..., a veces por trabajo; otras, «por gusto». Aunque hoy se considere más bien como un «artista visual», esto y lo de ocultar su rostro (en la medida de lo posible) le delatan. «Realmente mis inicios sí que están en el grafiti como tal. Ya sabes: calle, letras, grafía (de ahí viene el nombre)... La cosa es que un familiar mío pintaba y, de muy crío, empecé a irme con él. Primero era solo para ver lo que hacía, pero luego aquello de coger un bote y hacer algo en una pared me llamó mucho la atención», rememora Toren, que dice que aquello le llevó a interesarse, no solo por el arte urbano, sino también por el diseño. «Y eso que no tuve ordenador hasta los 16 o así –recuerda el artista–; tenía que irme a casa de mis tíos para trastear con el Photoshop».

Para aquel chaval, de padre cristalero y madre ama de casa, aquello fue como descubrir un nuevo mundo, y decidió matricularse en el Bachiller de Artes del IES Floridablanca. «Aunque no lo llegué a terminar. Tampoco la Escuela de Diseño, a la que accedí un tiempo después tras hacer la prueba para mayores de 18. Pero es que yo solo quería pintar, pintar y pintar; viajar por ahí y experimentar un poco con mi estilo. Eso sí, aprendí mucho de aquello: me animó a querer formarme (por mi cuenta) y a intentar desarrollar algo estético», cuenta. Ese fue el inicio del Toren que hoy fascina a los entendidos tantos en nuestro país como en el extranjero. «Me di cuenta de que con algo muy simple se podían hacer cosas realmente buenas. Empecé a poner mi firma con tipografías sencillas y a jugar con ellas: las cortaba, las repetía, las desplazaba... Hasta que al final aquello perdía todo el sentido como ‘texto’; lo importante era lo que esas piezas me ofrecían en términos de composición», explica.

Toren pone un ejemplo sencillo: «Es como lo que hizo Picasso, que comenzó haciendo realismo para continuar deformando su estilo hasta generar el cubismo. Lo mío, salvando las distancias, fue algo así», señala el murciano, que añade: «Fue un proceso un poco inconsciente, lo reconozco. Porque al principio yo solo pensaba en poner mi nombre y que quedara guapo», confiesa entre risas. Pero el tema es que dio con la tecla, con un estilo muy particular que enseguida comenzó a llamar la atención, a generar encargos y a evolucionar hasta definir tres líneas de trabajo: «por un lado tengo la de la tipografía deformada, que sigue ahí; por otro, la del grafiti abstracto, con formas geométricas, y, por último, la de la abstracción pura, centrada exclusivamente en la composición. El grafiti de Alcantarilla es un buen ejemplo de esta última», señala.

El mural de Toren en Alcantarilla.

El mural de Toren en Alcantarilla. / Francisco Peñaranda

Además, esta será una de sus últimas intervenciones este año. Cuenta que todavía, este próximo mes de noviembre, tiene un evento «muy muy guay» en Totana, Abstracta, un festival en torno a este movimiento artístico que le tendrá a él como uno de sus grandes protagonistas (en una primera edición centrada en el color, otra de sus fuertes), pero que en lo que queda de 2023 estará centrado en su nuevo estudio, en Beniaján. «Antes estaba en Espinardo, pero quería un local que tuviera también vivienda. Y lo encontré allí y ahora estoy reformándolo, centrando mis fuerzas en generar un buen espacio de trabajo», comenta el murciano, que, en cualquier caso, anuncia que está «cerrando algunas exposiciones» para 2024, y que ha enviado varios cuadros para una colectiva en Portugal.

En cualquier caso, no pierde la oportunidad para dar un toquecito a las autoridades. «Desde luego, iniciativas como esta –la de Alcantarilla– son geniales para acercar el arte a la gente humilde, a aquellos que igual no han tenido la oportunidad de ir a museos y formarse; al final, nosotros trabajamos en la calle, a la vista de todos... Pero, por supuesto, hay ciudades en los que esto avanza mucho más rápido, como en Barcelona», apunta el artista, que defiende la inversión en el arte urbano como «una forma de embellecer la ciudad, de ofrecer a los turistas otras alternativas (al margen de los grandes monumentos, conocidos por todos). Porque me consta que cada vez hay más gente interesada en esta historia», añade. 

"Necesitamos un sitio al aire libre al que poder ir a pintar, porque el problema es que hay mucha gente que quiere y no se atreve"

En este sentido, agradece la apuesta de Murcia Street Art Project por los artistas de aquí y pide a la Administración mayores facilidades para los creadores. «Igual que se hacen eventos como el Octubre Joven y exposiciones en los principales museos de la Región, sería interesante que se cedieran espacios para la gente que está empezando. Bueno, y para los que llevamos ya algún tiempo. A Clemente [García, director de la Oficina del Grafiti] se lo digo siempre: necesitamos un sitio al aire libre al que poder ir y pintar. Pero sin mayores pretensiones, simplemente por practicar, experimentar o probarte (y que luego llegue otro y pinte encima). Porque el problema es que hay mucha gente que quiere y no se atreve», subraya Toren.

Mientras tanto, él seguirá buscándose los muros. «Yo tengo la suerte de que empecé de muy pequeño y con gente que conocía sitios para pintar (fábricas abandonas, balsas y demás), pero también con el tiempo me he convertido en un friki del Google Maps: me paso el día navegando y poniendo corazoncitos en sitios que igual pueden estar bien para hacer una pieza. Y luego cojo un día y me voy a investigarlos, incluso sin pintura. Si el Ayuntamiento no te facilita los muros... tendrás que buscártelos tú, ya sea así o hablando con particulares», reflexiona Toren. «Aunque..., bueno, eso también es una experiencia», concluye con picardía. Porque sí, él es un artista, pero con alma de grafitero.