Concierto

Inmenso Rubén Blades

El poeta de la salsa recogió este martes el premio de la actual edición de La Mar y agradeció el reconocimiento con un concierto musicalmente impecable y socialmente comprometido'

Rubén Blades en La Mar de Músicas

Rubén Blades en La Mar de Músicas / Iván Urquízar

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Rubén Blades, figura inmensa de la creación (y todos saben que no exagero): poeta, cantante, actor, gestor, escritor... No se necesita nada más para que un festival como La Mar de Músicas haya decidido otorgarle el premio de esta edición: por ser referente de la música latinoamericana, por su talento y trayectoria, por haber ganado el pulso a la industria y, añado sin vacilar, por su humildad. Las primeras palabras que el avezado pronunció como agradecimiento a tamaño reconocimiento fueron que el galardón era para su orquesta, para esos veinte músicos que le acompañan hace más de una década y que son el respaldo perfecto para jamás decaer. 

La emoción era palpable y la noche prometía. Cincuenta años sobre los escenarios son escuela más que suficiente para salir impecable a presentar canciones ante un público que emana respeto. Eso sí, ardua tarea la de darle un giro al setlist para no repetir los temas que ya presentó el ganador de 14 Grammys allá por el 2011; tal vez por eso comenzó con la extraordinaria Mambo Gil y la comprometida Pablo Pueblo. Y sí, fue un auténtico espectáculo contemplar a todos y cada uno de los integrantes de la big band de Blades: atónita me quedé observando el método de los percusionistas, que sin soltar un instrumento agarraban otro sin perder una milésima el flow. Las orquestas no se andan con chiquitas, y esta no iba a ser menos.

El exministro de Turismo de Panamá, como buen suscitador, se marcó la promo que jamás vi hacer a un músico. Por todos los que tenemos algo que ver con esto del show business es sabido que la venta de merchandising paga muchos kilómetros, muchas habitaciones de hotel y otros menesteres (aunque no sea este el caso), pero Blades se olvidó de todas esas cuestiones y se centró en hacer crítica social, en concienciar al respetable de los problemas que invaden su país. Así, cantó Las calles, como reconocimiento a esas madres que murieron sin vacaciones, mal viviendo en barrios cargados de demonios que curiosamente suelen tener nombre de santos; Te están buscando, sin apología del mal causado por la debilidad (forma cuanto menos poética de contar los vicios); Esa casa, con la que dejó claro su rechazo a las agresiones machistas y feminicidios acontecidos en Sudamérica... Desde luego, un repertorio solo apto para desolar a los aburridos.

Por cierto, sobre este último tema (Esa casa), un dato escalofriante: en esa parte del mundo muere una mujer cada treinta horas a manos de su pareja. Hay que tenerlos bien puestos para cantar con clase incluyendo en sus letras a los desfavorecidos y víctimas de esa lacra que es la violencia de género.

Sonaron Cuentas del alma, tan a débito, y el himno Amor y control, como homenaje a la familia de sangre y a la que se elige. También hubo en el concierto momentos y dedicatorias muy especiales, y, en esas, de nuevo Susana Baca nos hizo saber que estaba allí: fue un lujo contemplar a esta señora bailar Paula C poseída por el espíritu de Njinga de Angola en su lucha contra la ocupación europea.

No faltaron los reconocimientos a músicos españoles y latinos que marcharon. Paco de Lucía, Celia Cruz, Lola Flores, Camilo Sexto, Rocío Jurado, Tito Puente... Ni la imagen del que de alguna manera los unió a todos y cada uno, nuestro Paco Martín, el patrón de La Mar. Y así fue cómo, a ritmo de jazz, salsa, bachata y son, se marcó el panameño una mesa sonora llamada Salswing para no olvidar jamás, recordando el desbordante talento patrio.

«Los boleros se escriben cuando el amor comienza o cuando el amor termina, nunca en medio». Y, claro, nos hizo bailar al ritmo de Lo pasado no importa. Ahí estaba él, con 75 añazos dando una lección inconmensurable de saber estar y buen estado físico. En un momento de intriga máxima y tras el apogeo que supone moverse mientras el maestro Berna se fundía con el teclado recordando a Ray Barretto, tuve la osadía de acercarme a su manager para indagar que tipo de sustancia lo mantenía con esa capacidad y energía. Su respuesta fue concisa: camina mucho diariamente y no conduce. Ya no me atreví a seguir preguntando.

Justo en ese momento nos dieron dos seguidas como quien da el mejor regalo de vida: no sabía si sobre el escenario del Auditorio actuaba Blades o Sinatra, pero por la manera de interpretar The way you look tonight bien podrían haber pasado por gemelos vocales. Y de ahí a mi canción favorita desde hace años entre cuantas han sido escritas por el allí presente para el erudito de la salsa Héctor Lavoe, artista principal del sello Fania Records (dónde paradójicamente ambos empezaron desde bien abajo, y miren en lo que se ha convertido ahora ese invento). Les invito a que investiguen sobre Fania All Stars y, si pueden, después parpadeen. 

Y así, amigos, fue como vivi el intachable concierto del poeta de la salsa, que culminó con el mejor baile que he tenido jamás: moverme al son de la esperadísima Pedro Navaja con mi admirado Paskual Cantero, ‘Muerdo’, fue bello. Después de esto, querido maestro, ya está la cosecha recogida, no puede haber más. Cantad, cantad y repetir los ruegos para que a la siembra no le pase nada con la lluvia de tu cielo, porque yo a una vida danzando con usted sí me resigno.