Entrevista | Miguel Bañón e Inma Alcázar

Huracán y Dana: "Somos así: rockeros Y comprometidos, como decía el Bono de Joaquín Reyes"

El líder de Los Marañones aprovechó el confinamiento para hacer música con su pareja, y el resultado es ‘Sirius’ (2023), un western cósmico que esta noche presentan en La Yesería de Murcia. Se tratra de un álbum mínimo, esencial, en el que las guitarras y, sobre todo, las armonías vocales, llevan todo el peso. En el estudio han contado con algunos amigos, pero en directo van a pelo.

Huracán y Banda

Huracán y Banda

Huracán y Dana es el nombre artístico de Miguel Bañón e Inma Alcázar (un músico con galones y una neófita aplica en la fotografía), una pareja perfecta que dignifica la música de raíces. Juntos, al pie de La Sagra, han grabado Sirius (2023), una pequeña joya repleta de canciones bonitas inspiradas en la naturaleza y la luz. La sensación del año.

Sirius no oculta su filiación por los sonidos imbricados en la tradición country folk, asumidos con naturalidad y ternura. Transmite pasión, emoción, poder y cierto drama. Aparece también el paisaje de las montañas que circundan la Puebla de Don Fadrique. De aquellas sesiones ‘poblatas’ fueron saliendo estas canciones, tratadas de manera cotidiana, terrenal, con ironía a ratos. Los acordes acabaron juntándose con el pop y la bossa nova, y terminó cristalizando esta feliz aventura que presentan esta noche en La Yesería.

Con Miguel (uno de los músicos más prolíficos e interesantes de la actualidad, un tipo sensible y humilde, con una enorme clarividencia, que entrega una música apasionada, todo un ejemplo de honestidad) e Inma, a la que ha cedido gran parte del protagonismo en las voces, han colaborado en la grabación, realizada en su propia casa, los músicos de Bang! (Wichy de Maya, Raúl García, Ángel Galera y Quino Lucas). El concepto visual, diseño gráfico y fotografía es de José Filemón. Todo queda en casa.

Hola, Huracán y Dana, ¿cómo estáis?

Miguel Bañón: ‘Arremolinaos’. Un huracán y una dana…

¿Cómo surge este disco?

M. B.: A raíz del confinamiento. Hicimos un montón de adaptaciones de canciones propias y ajenas. Dije: «Voy a componer unas cuantas canciones para que cantemos juntos, que cantes tú, que cante yo, o al alimón». Es un rollo muy de armonías vocales.

En el que llevas tiempo moviéndote.

M. B.: Es una de las cosas que más me gustan en la música. Lo concebimos en ese sentido, como si fuéramos Simon & Garfunkel.

De color describe el paisaje que circunda Puebla de Don Fadrique.

M. B.: No exclusivamente. Es la explosión de la primavera; una metáfora del rollo vitalista, alegre. Pretende subir el ánimo asociado a la naturaleza, como muchas otras canciones en este disco.

El disco irradia alegría, felicidad. ¿Influye ser pareja?

Inma Alcázar: Yo siento una sintonía entre ese cantar y ese ser pareja, sí. De hecho, es una de las razones por las que estoy en este proyecto, porque si tiro más de lo que me dice la cabeza..., no lo haría; pero cantar con Miguel… Y gracias a ello he podido conocer la música de otra manera. No sé, lo que siento no se puede describir con palabras; es una energía..., esa dana y ese huracán en común. Es un lenguaje de la creatividad muy especial y muy espacial.

Miguel, llevas un tiempo instalado cómodamente en el mundo del folk con muchos aditamentos.

M. B.: Sí y no. Siempre tengo un ramalazo pop. En este disco hay una gran mezcla de distintos ingredientes; y sí, algunos se podrían enmarcar dentro del folk. La bossa se puede considerar folk, por ejemplo. Hay alguna en el disco..., bueno, alguna ‘bossa pop’. El viento tiene ese aire, pero es pop. En fin, fusión de ingredientes. Al final lo que importa son las canciones. Si te refieres a folk como al country, hay algunos leves ramalazos. Pero bueno, es normal: en este disco hay influencias más o menos evidentes de la música que nos gusta, pero quizá la mezcla las camufla un poco. Hablo de Jony Mitchel, Carol King, Simon & Garfunkel… Al estar aglutinadas, pasan más desapercibidas.

Ese sonido Laurel Canyon de los setenta. Canción de la tierra tiene muchas referencias country; está también el pedal steel.

M. B.: Es ‘la country’. Es un cántico al paisaje árido como algo bonito, con una connotación del esfuerzo, una poesía especial. Normalmente el paisaje se concibe ‘bonito: verde; seco: feo’. Esto es un canto a todo lo que conlleva el paisaje árido. Una referencia podría ser Gram Parsons & Emmylou Harris. Aquí está Ángel Galera, que en las sesiones poblatas siempre ha tocado el pedal steel.

Sesiones poblatas invitando a más gente.

M. B.: Los amigos que van a visitarnos se suman. Hacemos versiones con acústica, pedal steel y voces. Ángel Galera ha participado en el disco en canciones como Canción de la tierra donde el pedal steel pertenece al género, y en otras que no, pero mola hacer ese contraste. El disco suena muy sencillo, aunque al final metimos batería, piano u órgano Hammond y pedal steel. Yo quería que sonara tipo acústico, pero con ingredientes un poco negros, tipo Ben Harper, Kiwanuka y Jack Johnson. No he hecho ni un solo solo (valga la redundancia) de guitarra. Es rollo ‘antihéroe de la guitarra’; quería que las protagonistas fueran las voces. Los solos los asumen las voces.

El disco se llama Sirius, como una de las estrellas más luminosas.

M. B.: La más luminosa del firmamento, porque es una estrella doble; por eso da más luz. Al final, todo concuerda.

I. A.: Ha quedado un poco western cósmico.

Vuestro nombre como dúo viene propiciado por el de Huracán Bañón.

M. B.: Huracán y Dana, una catástrofe absoluta [Risas].

I. A.: O un cambio.

M. B.: El nombre de Huracán me lo puso El Pollo Rockero, que me anunció así unilateralmente en una actuación.

Se mantiene el Huracán.

M. B.: Claro, una continuidad. El disco no rompe con los de Huracán. Va muy en la línea.

Le has cedido casi todo el protagonismo en las voces a Inma.

M. B.: Mi intención era que cantáramos los dos prácticamente todas las canciones, pero luego empecé a componer para ella. Me desgañitaba, porque no llegaba a esa tesitura, para enseñárselas en su tono. Al final canta Dana en el disco un porcentaje mayor, pero hay un tête à tête también.

¿Grabasteis por sesiones?

M. B.: Hemos ido grabando poco a poco. Al principio era una cosa más sencilla. Quería hacer un disco como uno de Huracán: acústica y voz, poco más. En dos semanas tenía las canciones hechas. Lo primero que teníamos eran las guitarras y las voces grabadas; luego empezamos a meter más cosas (batería, piano, pedal steel), pero sin que el disco perdiera ese rollo ‘esencial’ de un formato de instrumentación escueto. Las cosas sencillas me gustan, más que sobrecargadas. No soy de Phil Spector.

Este disco es que lo habéis tratado de manera muy cotidiana, terrenal; con un punto de humor a ratos. ¿Ha sido para contrarrestar el tono dulce de algunas canciones?

M. B.: Sale solo, somos así: rockeros y comprometidos, como decía Joaquín Reyes haciendo de Bono.

Versioneais Rumbo sideral, de Los Marañones. Con ese tono de bossa sideral encaja perfectamente.

M. B.: Es una canción de Shangri-La, del ‘96. No soy experto en bossa nova, pero siempre me ha encantado su fusión en una vertiente más pop. Muchos grupos la han hecho: Yo La Tengo, los Kinks... Es una música con una riqueza armónica que me llama mucho la atención; transmite mucha belleza.

Inma, ¿le dices a Miguel «esta canción déjala como está»?

I. A.: Puedo sugerir, pero el jefe es el jefe.

M. B.: ¡No! Yo le he preguntado muchas veces cómo enfocar las cosas. Al hacer las letras, las he hecho pensando en que las iba a cantar Inma. Me ha abierto a hacer letras con menos vuelta irónica. Inma transmite mucha paz, no es nada cínica.

¿Con qué formato llevaréis este disco al directo?

M. B.: Por ahora los dos solos, porque funciona muy bien y así nacieron las canciones. Al haber dos voces, hay mucha música ya implícita en una sola guitarra y alguna percusión que toca Inma. Todos los solos son de armonías vocales. En prácticamente todas las canciones hay ese tipo de arreglos a base de armonías vocales. La voz humana es un instrumento alucinante; puedes sustituir con ella arreglos de violines, vientos… Es lo que hacemos. Su expresividad no la tiene ningún otro instrumento.