Arte urbano

Belin: "He pasado de que llamaran al 091 cuando me veían pintar a tener un mural en el Museo de la Policía"

El reputado grafitero se encuentra en Alcantarilla haciendo una pieza dentro del programa ‘Octubre Joven’, en el que también participan los británicos The London Police

Belin posa para La Opinión sobre la grúa con la que está trabajando en Alcantarilla.

Belin posa para La Opinión sobre la grúa con la que está trabajando en Alcantarilla. / Israel Sánchez

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Dicen los responsables de Murcia Street Art Project que Alcantarilla es «una de las ciudades con más murales interesantes de toda España». De hecho, durante el pasado mes de febrero, una pieza del británico Dale Grimshaw en la calle Matemático Férez, en un lateral de la plaza de Abastos de San Pedro, fue elegida como una de las cinco mejores obras de arte urbano de 2021 en todo el mundo. Pero, al parecer, aquello solo era el comienzo; o, si acaso, un acicate para que, en el marco del programa ‘Octubre Joven’, nuevos artistas de relevancia internacional dejen su sello en localidad.

Así, dos nuevos murales han comenzado ya a tomar forma en el Jardín de Campoamor, en el Polideportivo Municipal, y en el descampado de la calle Senador Bartolomé Romero. El primero es responsabilidad de The London Police (TLP), firma bajo la que se esconden los británicos Chaz Barrison y Bob Gibson. Veteranos del movimiento urbano, llevan veinte años combinando con maestría dos estilos a priori antagónicos: la aparente simplicidad de los característicos y comiqueros personajes de uno con el recargado y seudo arquitectónico arte del otro. Hoy día han hecho de su obra una marca, y el suyo es uno de los proyectos más reconocibles del muralismo europeo.

El mural de The London Police en el Polideportivo Municipal del Jardín de Campoamor lucía en la tarde de ayer bastante avanzado.

El mural de The London Police en el Polideportivo Municipal del Jardín de Campoamor lucía en la tarde de ayer bastante avanzado. / L. O.

Y si este muro apunta desde ya a convertirse en uno de los más destacados de toda la Región, el de la calle Senador Bartolomé Romero tiene pinta de que vaya a romper todos los esquemas. Principalmente porque quien desde ayer está allí subido a una grúa no es otro que el jienense Miguel Ángel Belinchón, más conocido como ‘Belin’, toda una institución del arte urbano en nuestro país y a nivel internacional; seguramente, la firma española más demandada junto con la del cántabro Okuda.

Por supuesto, será la primera vez que el de Linares realice una intervención de estas características en la Región; ya visitó Cartagena en 2019 con motivo de la inauguración de la exposición Arte urbano. Leyendas callejeras (en el Muram), que contaba con una obra suya, pero entonces apenas nos dejó una pieza sobre paneles de 250 por 250 centímetros que desde entonces forma parte de la colección de Murcia Street Art Project. Esta vez hablamos de un trabajo mucho más potente, tanto por las dimensiones del mismo como por lo que significa en cuanto a patrimonio artístico para Alcantarilla.

Belin trabajando en su mural para Alcantarilla.

Belin trabajando en su mural para Alcantarilla. / Israel Sánchez

Además, Belin llegó este lunes a la ciudad particularmente motivado, y eso que prácticamente no sabía a dónde venía. «Si te soy completamente sincero, soy un poco ignorante para estas cosas... Yo vivo muy metido en mi propio mundo y voy descubriendo a base de viajes. Pero lo cierto es que tenía muchas ganas de venir. Y no es un decir, ¿eh? No sé por qué, pero estaba deseando ponerme a trabajar en este mural», explicaba el artista en declaraciones para La Opinión. «Para que te hagas una idea, acabamos de cancelar un proyecto en Houston y me da ‘igual’, pero esto quería hacerlo», asegura.

Según sus propias palabras, todo lo relacionado con esta intervención ha salido rodado, y así espera que continúe la cosa hasta el miércoles, cuando tiene previsto terminar el mural. «No sé el tiempo que llevarían [Murcia Street Art Project] detrás de mí porque yo para esas cosas tengo un equipo que es el que se encarga de organizarme la agenda, que yo enseguida me agobio y me enfado –señala entre risas el grafitero andaluz–, pero en lo que a mí respecta, en cuando me puse con esto me salió el boceto a la primera, los colores encajaron desde el principio... ¡Pum!, en cinco minutos lo tenía, y eso no es algo que pase a menudo...», señala Belin.

Algo más le costó –antes de ponerse a dibujar– encontrar la temática. «Estuve informándome sobre la ciudad y barajando opciones: pensé en homenajear a un artista de aquí, también en hacer algo sobre las Fiestas de la Bruja..., pero la verdad es que no me inspiraba demasiado. Y, de repente, lo pensé: un susto», recuerda Belin, consciente de la cercanía de la noche de Halloween. Además, y pese a que la pared reservada para el linarense se encontraba ayer en una etapa muy temprana de su transformación, el artista no quiso hacerse el misterioso: «Es una reinterpretación de El grito de Munch, pero a un solo trazo, y con unos ojos en clave hiperrealista», explica el reputado creador, que incluso ha utilizado a su hijo Bruno como modelo para esta parte: «Así que una parte de mí se va a quedar siempre en Alcantarilla».

Estilo y calle

Preguntado sobre su estilo, que muchos han calificado como ‘postneocubismo’, el artista reconoce que se encuentra más cómodo pintando. «Yo no sé definir mi obra; más bien, creo que mi obra se define sola», aunque ofrece algunas claves: «No busco proporción, sino expresión e impronta». Y su intervención en Alcantarilla va a ser un buen ejemplo de ello: «Esta pieza va a formar parte de un concepto que yo llamowall-line cromático’, en la que, a través de una línea única, intervienen diferentes colores generando armonía o, incluso, desarmonía, que esas combinaciones no funcionen en tu cabeza. Me gusta mucho experimentar con esta cuestión», reconoce.

Y si alguien se ha ganado el derecho a jugar con el espray ese es Belin, artista autodidacta y reconocido en el mundo entero después de comenzar en el grafiti como cualquier otro: en la calle. Mucho han cambiado las cosas para él desde entonces, admite. «Imagínate: de que los vecinos me tiraran cubos de agua o llamaran al 091 cuando me veían pintando a tener un mural en el museo de la Policía Nacional en Linares, cuando poco tiempo antes me habían abierto un juicio por algo parecido...», recuerda con sorna. «Al final, con trabajo y tesón hemos demostrado que nuestra intención era crear y utilizar la calle como soporte. Tanto la gente de a pie como las autoridades se han dado cuenta de que lo nuestro es arte y, no solo eso, es arte que dejamos allí para ellos, que es patrimonio del pueblo, para la ciudad», reflexiona el hábil creador.

"El que no pinta en la calle nunca va a tener tanta repercusión como el resto", asegura sobre los artistas urbanos que se han retirado al estudio

En ese sentido, y desde la posición que le otorga el haberse formado como grafitero en la calle, Belin destaca como el síntoma inequívoco de cambio el que ahora sean los artistas más ‘tradicionales’ los que hayan abandonado el estudio en busca de paredes vírgenes. «Eso ha roto en mil pedazos esa concepción negativa que se tenía de este arte. Porque, claro, ahora los que pintan cuadros también quieren hacer una fachada. Y aunque el muralismo no es nuevo –subraya la tradición mexicana de esta corriente–, sí que desde hace unos cuantos años hay una nueva filosofía. Las reglas del juego han cambiado», asegura. «Y a quien no le guste –añade–, que no mire, que pase del tema. Y no pasa nada. A mí no me gusta la publicidad del McDonald’s y me la tengo que comer todos los días. Aunque es raro que, si te mola el arte, esto no te enganche...», matiza Belin.

La fachada sobre la que trabaja Belin.

La fachada sobre la que trabaja Belin. / Israel Sánchez

Además, asegura que, en esto del street art –que hoy día ha tomado las salas de los museos más importantes del mundo y está presente en las colecciones más valoradas del sector–, «el que no pinta en la calle nunca va a tener tanta repercusión como el resto». Porque el grafiti o el muralismo han sido concebidos para estar ahí, a la vista de todos. Eso sí, después de años de viajes y de patearse ciudades enteras, Belin reconoce las bondades de pintar en casa. «A mí me encanta hacer proyectos como este porque puedo trabajar en gran formato, pero también me gusta mucho hacer cosas en mi estudio, donde tengo todos mis pinceles a mano, donde puedo montar mis bastidores y tensar mis lienzos..., tiene su misterio», explica. Por otro lado, ofrece una intimidad que el jienense reconoce que a veces necesita: «En la calle estamos desnudos y expuestos; la gente ve todos nuestros trucos. Y te juzgan. En mi casa eso no pasa: estoy en mi castillo, en mi fortaleza».

Por eso Belin recomienda encontrar un «equilibrio» entre estas dos vertientes del arte urbano. No obstante, desvela que para 2023 está pensando en no salir a la calle. «Es que si me paso el día viajando no puedo hacer un seguimiento de la evolución de mis obras, ¿sabes? Hoy, por ejemplo, me he venido para Alcantarilla y he dejado tres cuadros a medias, y cuando los retome como que no va a ser lo mismo; va a ser un poco frío. Así que el año que viene me quedaré en mi estudio para seguir creciendo y experimentando con nuevos soportes y materiales; es lo que me apetece», reconoce. Lo que, por otra parte, otorga si cabe más valor a la pieza que estos días está realizando en la localidad murciana, que -insistimos- es «una de las ciudades con más murales interesantes de toda España», como dicen en Murcia Street Art Project.

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