Entrevista | Inmaculada Rufete Actriz

Inmaculada Rufete, la vocación de pisar los escenarios

Inmaculada Rufete.

Inmaculada Rufete.

Javier Lorente

Javier Lorente

Ella es una de las más reconocidas actrices de la escena regional, pilar de la Compañía Doble K Teatro, que está triunfando con Despedida de casada, una comedia producida por Alfredo Zamora, su pareja. Me refiero a la lorquina Inmaculada Fernández-Rufete Muñoz, que me recibe en su casa de El Esparragal. La pillo leyendo Sira, de María Dueñas, en una fresca terracita orientada al norte y a una arboleda. En el sótano del dúplex tienen gran parte del almacén de la Compañía, incluidos las máscaras, instrumentos y tocados que ella misma fabrica para su otra especialidad: los cuentacuentos y narraciones para el público infantil, al que transporta a mundos mágicos y lejanos. La foto se la hago con parte de lo que usa en una pieza que ha escrito para el Festival de las Tres Culturas.

Me cuenta que su padre, Alejandro Fernández-Rufete, actor y director de teatro, le inoculó el amor por las tablas. Actuó en muchas ocasiones con él, aunque «al principio no quería que yo estudiase Artes Escénicas, pero luego se sintió muy orgulloso de mí. Aunque como la cosa de vivir exclusivamente de la cultura siempre ha sido un tanto difícil, máximo en las cíclicas épocas de crisis, para asegurarme el sustento estudié FP Agropecuaria, que siempre me ha gustado el campo y los animales. Luego ya terminé Arte Dramático y nunca he parado de hacer teatro, pasando por diferentes compañías».

Y me va contando su trayectoria, empezando por la Compañía del Teatro Guerra, con Ginés Bayonas, la representación de La tragedia fantástica de la gitana Celestina, de Alfonso Sastre, dirigida por César Oliva; luego, La Zapatera Prodigiosa, a la que siguió Las Criadas, de Jean Genet, obra en la que también actuaba Maria Luisa Merlo, que representaron en la Expo de Sevilla en 1992. Finalmente, tras su trabajo en Las Planchadoras se vino a vivir a Murcia.

«De los personajes que más me han marcado, quizás sea Nora en La casa de Muñecas, por la fuerza que te contagia, o cuando hice Yerma, de Lorca, que te llena de un abanico inmenso de sentimientos», dice, y añade: «Con Alfredo, que ya lo conocía, me enrollé cuando hicimos Entre bobos anda el juego, que tonteamos entre bambalinas, y ya no hemos dejado de estar juntos, como pareja, como compañeros y como socios. Menos para las pocas obras de personajes exclusivamente masculinos, Alfredo siempre ha contado conmigo sobre el escenario y ya te puedes imaginar lo bonito que eso es y, a la vez lo complicado, con discusiones y disparidades que luego llegan a buen fin, tras el estreno».

Lo de los cuentos es una forma de diversificar la oferta de la Compañía: «Me encantan los cuentos tradicionales, las historias, las canciones y todo lo que sea tradición oral, y me gusta componer historias con elementos diversos, recrearlas, reescribirlas y actualizarlas, siempre trabajando con la improvisación, en directo. Ésta que estoy haciendo ahora va sobre tres muchachas, una judía, otra cristiana y la otra mora, a las que yo interpreto, a la vez. Los niños se lo pasan pipa, sus padres también y yo mucho más»,

Cuando le pregunto sobre su método interpretativo, me confiesa: «Yo soy un poco anárquica, no sigo una metodología para construir el personaje, pero casi siempre es la lectura del texto, las palabras, lo que me atrapa y se me mete dentro. Yo creo que voy de adentro afuera, saco el personaje de dentro de mí, primero interiorizo y luego me sale con suavidad o a borbotones.»

También me habla de la importancia de unirse las gentes del teatro, a ella le gusta participar en La Unión de Actores de la Región y, como no podía ser de otra manera, hablamos de los efectos de la pandemia, el confinamiento y las restricciones, con todas las artes escénicas paradas y la cantidad de compañeros que no tenían el privilegio de tener ningún otro ingreso y me dice: «Cuando hay crisis lo primero que se abandona a su suerte, lo primero que se recorta es la cultura y la educación. Pero lo que se ha demostrado es que necesitamos la cultura para vivir, los creadores y el público ¿No te pasa a ti?». Sí, maestra.