En su rincón

Patricia Gómez, la curiosidad está en la base

Patricia Gómez, artista plástica y profesora.

Patricia Gómez, artista plástica y profesora.

Javier Lorente

Javier Lorente

Hay impagables privilegios como el de pasear por la calle La Magdalena de Murcia y encontrarte, a través de un escaparate, a la artista Patricia Gómez Carrasco, pintando como si de una performance se tratase. Allí tiene su estudio y su Academia, trabaja e imparte clases de dibujo, pintura. El local, coqueto y ordenado, está lleno de caballetes, mesas y tableros, hay alguna reproducción en yeso de esculturas clásicas y obras en proceso. Se está fresquito y hablamos en torno a una cerveza que ahora sienta tan bien. A Patricia la vengo siguiendo desde hace unos años, admirando su obra que he visto expuesta en bastantes ocasiones, destacando Latente, aquella muestra individual que le vi en el Museo de Bellas Artes.

Nació en Alicante y estudió Bellas Artes en Valencia, se vino a Murcia por amor y aquí hizo su doctorado en «Educación a través del Arte». Es una mujer de una elegancia natural que a mí siempre me ha dado la sensación de ser francesa, lo cierto es que su aire moderno coincide con una obra que conjuga el dominio del dibujo con la experimentación, el colorido y la creatividad desbordante. Mantiene un equilibrio divino entre la figuración y las manchas de color con fuerte dosis de transmisión de conceptos, no exentos, en ocasiones, de mensajes críticos o reivindicativos: «Me interesa mucho el mundo de la mujer, hablo de sus emociones y sentimientos, no me inspiran los viajes o los paisajes, sino la observación de los días cotidianos. En el rostro de la mujer me veo reflejada y creo que hay todo un mundo detrás una mirada», dice.

Me cuenta que a los tres años ya iba a una academia porque ya tenía claro que quería ser pintora. Su abuelo materno fue diseñador gráfico y escaparatista y su madre hacía esculturas, investigando materiales diversos y nuevos y también obras de joyería: «Mis padres fueron ejemplares y me apoyaron y alentaron, me repetían que yo podía conseguir lo que quisiera, si me lo proponía. Ellos me enseñaron a ser la luchadora que siempre he sido». También hablamos de sus referentes y artistas que admira y me cuenta que sus gustos son amplios, incluso contradictorios, que lo mismo le gusta Velázquez y Sorolla que un artista conceptual, y me llega a decir: «Lo importante es aprender a mirar, que es aún más necesario que aprender a crear, y eso lo traslado a mis clases, como objetivo prioritario en la enseñanza. Falta aún mucha cultura del Arte, que debería estar más presente en la enseñanza».

En la Facultad estudió pintura y grabado, y añade: «Siempre he sido muy curiosa, en la curiosidad está la base de todo. También es fundamental el sentido crítico, tener criterio, no dejarte llevar por los vientos cambiantes ni por la masa y cultivar el mundo interior en estos momentos en que solo se potencia lo superficial». Me confiesa que «al principio no me gustaba hacer retratos, pero después de tantos encargos empecé a interesarme cada vez más por el rostro humano, sin caer en la perfección relamida. El cuadro pierde si se insiste demasiado, no me transmite el excesivo tiempo de trabajo que pueda tener una obra. Lo insinuado, el gesto, pueden transmitirnos mucho más que el abuso del detalle y el pincelito fino. No siempre la perfección es lo más bonito. Disfruto mucho pintando, pero mi ideal es conseguir el mejor resultado con los menos elementos posibles; la genialidad puede radicar en una simple, certera o meditada pincelada más que de horas de encaje de bolillos».

Hablamos de algunas de sus magníficas exposiciones como las de los Museos de Alicante, Ibiza o La Haya, y de algunos de los premios obtenidos, como el del Gran Salón de Artistas de París. Y sobre el momento actual: «Los artistas en este tiempo nos dedicamos a subsistir, la cosa está muy difícil», pero dice que estos momentos siempre los aprovecha para seguir concibiendo nuevos proyectos.

Tal vez, esta gran artista es una visionaria, adelantándose a los acontecimientos, por eso hablamos de aquellos Besos Envasados al Vacío, todo un anticipo de lo vivido en la pandemia, o aquellos rostros realizados con billetes triturados. ¿Qué crisis?

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