El yoga, como bien es sabido, requiere de equilibrio para la ejecución de sus posturas y, aunque resulte increíble, se puede realizar en una superficie tan inestable como es el mar. El vaivén del agua no es un impedimento para aquellos que se atreven con la nueva tendencia de la disciplina física y mental por excelencia, el Stand Up Paddle Yoga (SUP) que ya está siendo un éxito en la Región gracias a Esther Bobadilla.

Enfermera en el Servicio Murciano de Salud, Esther se interesó por el yoga durante su estancia en el Reino Unido; su idea, «ser más sensible y estar más tranquila». La práctica y el entusiasmo que fue adquiriendo por esta práctica le llevó a realizar una formación específica en Malta de la variante «más activa y divertida» del yoga, aunque no tan común como se podría esperar. Esther es pionera en impartir clases de SUP Yoga en el litoral de Cabo de Palos, concretamente en las aguas de la playa de Levante. Tras recibir varios noes cuando ofrecía su actividad a los que ya tenían tablas de paddle surf, no desistió y ella sola puso en marcha unos cursos que han generado todo un boom de inscripciones en el Mediterráneo. Las clases se dividen en grupos reducidos con horarios que varían en función del tiempo meteorológico previsto, un factor importante para adentrarse en el mar. Toda la información se encuentra en la web supyogamurcia.com.

La práctica del yoga acuático con respecto a los ejercicios en el suelo multiplica la fuerza isométrica, ya que este tipo de entrenamiento activa con más frecuencia los apoyos, haciendo un esfuerzo abdominal que prepara todo el core. Aun así, y a pesar de que la forma física juega un papel importante, el SUP Yoga está dirigido a cualquier persona, ya que las secuencias de los movimientos se ajustan al nivel de cada cual. «Puedes hacer una postura complicada o la que le precede, que es más fácil», señala la monitora, que asegura que por sus clases no paran de pasar murcianos entre los que «algunos jamás han hecho yoga o paddle; se apuntan a la experiencia». De hecho, Esther adapta los ejercicios hasta a aquellas personas a las que les cuesta ponerse de pie durante la sesión, proporcionándoles alternativas que seguirán centradas en la ‘conciencia corporal’, lo más importante para mantener la estabilidad sobre las tablas de paddle surf (de tres metros, aproximadamente). La elección de este material para principiantes se debe a la comodidad que proporcionan al usuario, que son hinchables, menos rígidas y, por tanto, nada dolorosas al resbalar sobre ellas.

En cualquier caso, advierte Esther que las caídas están aseguradas, pero también las risas; incluso para ella misma, experta en el estilo más refrescante del yoga, que afirma «no tomarse la vida tan en serio» cuando habla de la frustración que se genera cuando algo no sale demasiado bien. Esther prefiere volverse a subir a la tabla -si las risas se lo permiten- cada vez que se cae para relajarse sobre ella «como una esterilla que flota». La instructora destaca, en este sentido, la tranquilidad que le aporta el Mediterráneo y la conexión que realmente le une con el mar: «Nuestro organismo es un 80% agua», recuerda.

La ola expansiva del yoga flotante comenzó en lugares como California o el Caribe que, tras arrasar en redes sociales, ha inundado la costa catalana, valenciana e, incluso, los lagos de Madrid. Ahora, la disciplina sigue creciendo con vistas al Faro de Cabo de Palos y en la superficie de un jardín de posidonias a través de la cartagenera Esther Bobadilla.