La obra ¡Por todos los dioses!, de Fernando Cayo, llega esta noche hasta la plaza de toros de Caravaca de la Cruz (22.00 horas, 15 euros). Partiendo de su infancia con su familia en Valladolid y de la afición de su padre a la pintura y a la literatura mitológica hace un recorrido hilarante, crítico y lisérgico por la mitología griega, la vida y nuestro mundo actual.

Esta noche nos encontramos un recorrido que parte de su infancia construido en tres núcleos: la mitología griega, su familia y los dioses actuales.

¡Por todos los dioses! Es un espectáculo que lo estrené ya el año pasado en Donosti. Se trata de un espectáculo con esos tres componentes, realizado desde un trabajo gestual muy potente, muy divertido, ya que la mitología griega era muy divertida y psicodélica. He querido sacar toda esa parte divertida de la mitología y la he entrelazado con las cosas que nos ocurren en nuestra vida cotidiana.

Todo apoyado en la pasión de su padre por la pintura y la literatura mitológica...

Efectivamente, este es el tercer trabajo que hago en la misma línea. Aunque voy alternando diferentes trabajos, siempre me gusta mantener un espectáculo de creación propia, porque es donde proyecto mis deseos, mis tendencias y necesidades artísticas más profundas. Esta hilado siempre con lo que yo estudie en Italia en la Escuela Internacional del actor cómico, Antonio Fava, que es la única escuela para actores cómicos que hay en el mundo. De ese centro salió toda la inspiración para todos los trabajos que he realizado y este sigue un poco de la línea de Dario Fo, que era un gran intérprete, un juglar contemporáneo, y eso es un poco lo que hago en mis espectáculos: trabajo en un espacio vacío, con una iluminación muy potente y con música en directo. En esta ocasión llevo a un músico maravilloso que es Geni Uñón, un multi-instrumentista impresionante que hace un gran despliegue de percusión y piano. Entre los dos entrelazamos un dueto para percusionista y actos que es el corazón del espectáculo, algo insólito que ahora mismo en España no existe. Trabajo mucho con los espectadores, donde vamos conformando conjuntamente el espectáculo. Me gusta mucho dar ese punto de espectáculo infantil, siempre desde una óptica muy lúdica y divertida.

En nuestros días, la sociedad sigue idolatrando a dioses, aunque no son tan enigmáticos...

Los griegos hicieron a sus dioses a su imagen y semejanza, son tremendamente humanos, muy tontos a veces, son celosos, muy lujuriosos que lo único que les interesa es su propio beneficio. En ese sentido, son muy humanos, son un reflejo de algunas de las peores partes de los seres humanos. Luego hay partes muy imaginativas y poéticas como todo lo que tiene que ver con la creación o cómo eran capaces de mezclar especies y transformarse de dioses a animales. Hay toda una parte muy imaginativa y muy interesante. Los dioses griegos son una representación de cómo somos los seres humanos y ahora mismo tenemos los ‘diocesillos’ de las finanzas, de la política, de los medios, no dejan de ser ‘diocesillos’ y reflejan un poco el ego, la vanidad, la tontería humana de la que nos podemos reír tanto para ser más sanos.

Han sido meses muy complicados para todos, pero especialmente para las artes escénicas...

La situación ha sido muy complicada en general para la cultura, el turismo y otros muchos sectores de la población. En lo que respecto a mí, hice el primer estreno después de la cuarentena, que fue Antígona, en el Festival de Mérida de 2020, y ya en ese momento percibí las ganas que tenía la gente de volver a los teatros. Piensa que la gente no hacía más que ver pantallitas y ordenadores, y tenía ganas de ver espectáculos en vivo, ya sea teatro, danza o música. La gente quiere ver lo vivo porque es algo insustituible, por más que evolucionen las plataformas, siempre la gente va a tener la necesidad de ver espectáculos en vivo. Dependiendo de la situación sanitaria y los límites, pero los aforos están llenos siempre.

Hablamos de una visión crítica de la realidad, pero con diversión y tolerancia.

¡Por todos los dioses! es una obra muy necesaria, porque nos ayuda a tener reflexiones sobre nuestro mundo y sacar tajada de las partes peores de nuestra vida para reírnos un poco. La risa es un elemento salvador, siempre.

También ha tenido mucha presencia en la pequeña pantalla y en el cine: la última, en La casa de papel.

Estamos a punto de estrenar, será en el mes de septiembre, la quinta temporada. Es algo de lo que me siento muy orgulloso, más allá de la serie o del personaje. Es algo que nos hace sentir orgulloso a todos los españoles, porque se trata de una serie marca España de la mejor calidad posible. La serie más vista ahora mismo en el mundo es una producción española,que es motivo de orgullo para toda la industria y para todo el país.

¿Cómo ve su evolución desde aquel decorador que tenía que aguantar los destrozos de Manolo y Benito?

Han pasado más de 30 años desde Manos a la obra, que la gente la recuerda con mucho cariño. Siempre he intentado aprender y creo que ha habido una evolución desde que empecé hasta ahora. He intentado utilizar registros distintos, pasar por distintos tipos de personajes y conformar una carrera variopinta. Una cosa que tenía muy clara es que no me quería quemar haciendo personajes iguales, quería que fuera una carrera variada.