Esto es la disección de un artefacto diseñado con el propósito de asaltar una parte de su cerebro. Y de mantenerse dando tumbos dentro de él, al menos hasta que acabe el verano. Todo de ti es de manera incontestable la canción número uno de la banda sonora estival que acaba de empezar a reproducirse. Suena por cuadrigésima vez en un stories de Instagram de su sobrino. Es esa melodía que canturrea el que hace cola delante de usted en el súper. También el de detrás. Y está en muchos otros lugares, como en ese garito que ha vuelto a abrir.

Su autor es el puertorriqueño Rauw Alejandro, reguetonero que ya antes jugaba en la Liga de las Cifras Mareantes, que ha logrado algo que no parece fácil: proponerse hacer la canción del verano, y hacerla.

Cuenta Rauw que en su cabeza el tema se llamaba Todo de ti, vamos a romper. Por la confianza que tenía en él y por la sacudida que suponía en lo que él venía haciendo: reguetón. «Estaba escuchando mucha música indie, mucha música de los 80s-70s, más ‘old school’, con sintetizadores, sonidos más electrónicos. Me he inspirado mucho en el funk americano, el soul...». Dice que tenía «dos temas en la mente» mientras hacía la canción: Lockout of heaven, de Bruno Mars, y Close to you, de Dayglow.

Así que Todo de ti sale de este batiburrillo para crear un estilo diferente buscado a conciencia que le ha ayudado «muchísimo» a conseguir el éxito y nuevos oyentes. «Quisiera acaparar todo tipo de gente y tener una gran variedad de fanáticos», resume. «El género está un poco saturado en sonido y estaba tratando de buscar esa curva, ese tema que hiciera respirar…», añade.

El reguetón va ligado al descaro y a las letras explícitas. En Todo de ti Rauw se queda a un pasito de esto, muchas veces diciendo cosas sin llegar a escupirlas por la boca.

«Esta es mi meta, el intermedio. No te puedes ir para los dos lados. Ni para el lado explícito al 100%, ni para el lado fresita, más bueno, dulce… Hay que buscar el balance entre el romanticismo y la sensualidad», apunta. «Yo le canto a las chicas, y a las chicas no les gustan los chicos malos, pero tampoco los buenos. Hay que buscar el medio», considera.

Por ello enmascara algunos versos que seguro que en su libreta mutaron.