El Teatro Romea acoge esta noche un espectáculo deportivo -bueno, teatral- de primer nivel: el prestigioso torneo de tenis Wimblendiot. El público que pueble las gradas -o, más bien, el patio de butacas...- se enfrentará a un «intercambio de golpes» entre dos estrellas como son el desprestigiado McArron y el gran Boris Peper. Eso sí, fuera de los límites que marca el escenario ellos responden al nombre de Mikel Marcos y Alberto García Tormo. Formados en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia y curtidos en infinidad de proyectos -Marcos es miembro del laboratorio Rivas Cherif del Centro Dramático Nacional y García Tormo ha trabajado en series de éxito como El secreto de Puente Viejo y La verdad-, ambos se unen ahora bajo el sello El Redil para protagonizar esta alocada comedia de humor absurdo y gestual en la que se reparten una docena de personajes. Para entenderlo mejor, Alberto García Tormo explica a LA OPINIÓN en qué consiste Wimblendiot.

Este miércoles va a convertir el escenario del Teatro Romea en una pista de tenis. ¿Qué me puede contar de Wimblendiot

Se trata de un espectáculo cómico, a través del lenguaje del gesto y la onomatopeya, desarrollado en el marco de un importante torneo de tenis. Humor absurdo y personajes disparatados que cohabitan en ese universo tenístico.

Un proyecto que protagoniza junto a Mikel Marcos, que ya no es solo su compañero, sino también su socio, ¿no?

Así es. Nos conocemos desde hace más de diez años, pero hace como seis empezamos a trabajar juntos más a menudo y, a raíz de ello, a hacer equipo y generar ideas en común. Ambos somos productores, creadores de la idea, intérpretes y codirectores con la inestimable ayuda de Pablo Gomis.

Y ambos se han formado en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia. ¿Estudiaron juntos en la ESAD?

Pues somos de distintas promociones. En la época en la que coincidimos yo estaba terminando la carrera y él trabajaba de técnico en el teatro.

Como me decía, han trabajado juntos en un buen puñado de espectáculos, pero este es el primero que corre enteramente por su cuenta. ¿Qué da más miedo, enfrentarse a un auditorio lleno o lanzarse -en los tiempos que corren, que no son precisamente boyantes- a montar tu propio proyecto dentro de la industria de las artes escénicas?

El auditorio no nos da miedo, de hecho amamos los auditorios llenos [Risas]. Un proyecto propio, como este, depende tanto de ti para salir adelante que no lo puedes descuidar. Pero, a la vez, esa responsabilidad, cuando es algo tuyo, es la que da la fuerza y la confianza para que pueda avanzar.

Si no me equivoco, este es su primer espectáculo como El Redil -firma con la que trabajan de manera independiente Alberto Gómez Tormo y Mikel Marcos-, ¿no?

Realmente El Redil ha generado otros productos anteriores, pero este es el primero puramente teatral, que hemos coproducido con Ribalta Teatro.

Volviendo a la obra: tampoco debe ser nada fácil interpretar a 12 personajes entre dos personas, como hacen en esta obra...

No, no lo es; aunque nos divierte mucho y lo hacemos con gusto. Creamos una imagen y les dotamos de una disparatada alma, cual doctores Frankenstein.

Sin embargo, hay dos en Wimblendiot

Sí, ellos son los principales (dos leyendas del tenis que se enfrentarán en un partido de puntos y estrategias inverosímiles), pero ninguno es accesorio. Cada uno aporta su golpe de raqueta particular a esta comedia.

Un espectáculo, decía, de humor gestual, de onomatopeyas... ¿Quiénes son sus referentes en cuanto a este tipo de comedia?

La Cubana, Peter Sellers, Jackes Tati, Monty Python...

Por cierto, señalaba también que han tenido un asesor de lujo para esta obra: Pablo Gomis, otro 'murciano' que, en este caso, ha llegado a traves del clown hasta el Circo del Sol. ¿Qué tal ha sido trabajar con él?

Desde luego. Ha sido un lujazo haber trabajado con él. Hemos aprendido mucho en este proceso. Es un maestro.

Bueno, y antes de terminar: ¿Alguna advertencia para el público de cara a la función?

Que vengan con los dientes limpios, que los van a enseñar [Risas].