Salud

Ser madre soltera es una cuestión de sentimiento y de amor, no un capricho

María, a sus 43 años, consiguió tras una ovodonación ser madre de Triana, de quince meses

María Mirete y Triana.

María Mirete y Triana. / Juan Carlos Caval

Adrián González

Adrián González

Decidida a cumplir su sueño de ser madre, María Mirete se embarcó en el viaje que la llevaría a través de tratamientos de fertilidad -incluyendo inseminación artificial y fecundación in vitro hasta llegar a la ovodonación- el proceso que finalmente le permitió quedarse embarazada y ser madre en solitario. Ahora, comparte su vida con su hija Triana, que tiene quince meses. «Siempre he creído en la importancia de los valores familiares sólidos», comparte María. «Para mí, la esencia de la familia trasciende más allá de las definiciones tradicionales. Después de varias relaciones, no encontré al compañero adecuado para decidir ser madre». Esta murciana de 43 años, dedicada al cuidado de los demás como técnico en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) en un hospital de la Región de Murcia, comenzó hace unos tres años su periplo para conseguir ser madre.

Así, decidió probar a través de la reproducción asistida, una etapa que no fue fácil y que le cambió la vida desde el primer momento en el que comenzaron las pruebas hasta que logró que todo fuese bien.

«Una vez que te dicen que sí vas a poder lograrlo, te enfrentas a una montaña rusa de emociones, desde la euforia hasta el miedo», recuerda. Pero, a pesar de toda la carga emocional y física que supone llevar este trance ella sola, deja bien claro que la gente no debe pensar que esto «es un capricho que decidimos las mujeres o que lo hacemos porque odiamos al hombre; nada de eso. Muchas veces se asocia ser madre soltera por razones como el feminismo, por ser lesbiana o de un partido político concreto. No, no es así; es por un tema de sentimiento y de amor», defiende.

«No lo cambiaría por nada»

A pesar de los estigmas sociales que rodean a la maternidad soltera, María encuentra fortaleza en su relación con Triana. «No soy solo María, soy la mamá de Triana», proclama con orgullo. «Ser madre soltera puede ser desafiante, pero no cambiaría esto por nada del mundo. Podría pasar doscientas mil veces por lo que he pasado».

Pero no está todo el camino hecho, dice. Sigue habiendo obstáculos adicionales con los que se enfrenta: desde las dificultades en el acceso a la vivienda hasta los permisos laborales limitados y los desafíos en el sistema educativo, las barreras son numerosas. «Mi hija merece los mismos derechos y oportunidades que cualquier otro niño», insiste.

Mientras que desde hace poco está comenzando a llevar a su hija a la guardería, aprovecha las mañanas para los distintos quehaceres del día a día con la vista puesta en encontrar pronto un trabajo: «Estoy viendo cómo hacerlo. No me gustaría dejarme mi rama sanitaria, pero a lo mejor la tengo que enfocar de otra manera», asume. Ya por las tardes, una vez que Triana es recogida de la guardería, pasan las tardes juntas las dos en la calle o en la casa, ubicada en la huerta de Murcia.

Un camino «más fácil»

Para ella, Triana es su maestra y su mayor inspiración. «Ella me ha enseñado más sobre la vida y el amor de lo que jamás imaginé», dice con una sonrisa. Comprometida con brindarle a su hija un futuro lleno de oportunidades, María se ha involucrado activamente en la delegación de Asociación de Madres Solteras por Elección en la Región de Murcia. «Me metí en la asociación para ver qué podía aportar yo para hacerle el camino a mi hija más fácil en su día a día», argumenta. «Todos tenemos un papel que desempeñar en la creación de un mundo donde cada individuo sea valorado y respetado por igual».

A pesar de los desafíos que enfrenta, María mira hacia el futuro con esperanza y determinación. «El día de mañana, si llego a encontrar una pareja, siempre seré madre por elección», afirma con convicción. «Mi amor por Triana y mi compromiso con su bienestar son inquebrantables», resume.