Entrevista | Miguel Ángel Pérez-Sánchez Profesor de Psicología Básica y Metodología de la UMU

"Las instituciones educativas tienen en cuenta cada vez más que los adultos sufren todavía síntomas de la dislexia"

El tratamiento de este trastorno no tiene una única receta válida para todas las personas, remarca el profesor: "Ellos tienen la dificultad de pasar del código escrito al código hablado o fonológico"

«Las instituciones educativas tienen en cuenta cada vez más que los adultos sufren todavía síntomas de la dislexia»

«Las instituciones educativas tienen en cuenta cada vez más que los adultos sufren todavía síntomas de la dislexia»

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

¿Qué es la dislexia?

La dislexia es un trastorno específico en el aprendizaje de la lectura. Se comienza a manifestar en la niñez, cuando los más pequeños tienen dificultad para adquirir el mismo ritmo que sus compañeros en cuanto al nivel lector esperado para su edad. Es una dificultad que se cataloga técnicamente dentro de lo que se llaman trastornos del aprendizaje. Es específico del aprendizaje de la lectura.

¿Qué se puede hacer para sobrellevar este trastorno?

Todos los tratamientos son de carácter paliativo o de compensación porque, como tal, la dislexia es un trastorno de carácter crónico, es decir, persistente y que va a acompañar a la persona prácticamente durante toda su vida. Deben desarrollar estrategias que compensen esa dificultad específica para leer mediante alguna serie de técnicas que le hagan tener una lectura lo más eficiente posible. Los tratamientos consisten en hacer ejercicios enfocados en trabajar con la fonología del lenguaje para alcanzar un nivel de precisión mayor, como el que tienen las personas sin dislexia. Ellos tienen precisamente esa dificultad de pasar del código escrito al código hablado o código fonológico. También se plantean ayudas personalizadas para mejorar el estudio.

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¿Se plantean siempre las mismas soluciones para todos?

No hay una receta que valga para todas las personas con dislexia. Se les dan orientaciones, por ejemplo, para que hagan una primera lectura del texto con un subrayado o con alguna marca que sirva para identificar las palabras que les pueden resultar problemáticas. Después, esas palabras se pueden trabajar aparte, se sacan en una lista, se hacen ejercicios específicos con esas palabras. Por otro lado, se trabaja bastante en lo que sería la compensación que tienen las personas con dislexia en las pruebas de evaluación.

¿Hay concienciación?

Es cierto que cada vez más las instituciones educativas tienen en cuenta que hay personas adolescentes y adultas que sufren todavía los síntomas de la dislexia. Se toman medidas para compensar, por ejemplo, con el tema de los errores ortográficos o reestructurar las preguntas en un examen para que puedan resultar más fácilmente comprensibles.

¿Qué avances se necesitan para lograr un bienestar mayor para estas personas?

En España una persona con dislexia no está considerada técnicamente como una persona con discapacidad. Yo creo que eso podría avanzar bastante para que aquellas personas que tienen este trastorno tuviesen un reconocimiento a todos los efectos que tiene una persona con discapacidad. En otros países, como Reino Unido, sí se hace.

Algunos expertos apuntan a que detrás de los datos sobre la baja compresión lectora de los alumnos en algunos países está un porcentaje importante de niños con dislexia.

Ahí hay varios factores que podrían estar actuando. Al hilo de lo que comentaba antes, habría que ver si las personas que tienen algún tipo de dificultad lectora con un diagnóstico de dislexia están dentro de esos porcentajes o si, al estar consideradas como personas discapacitadas, los han sacado fuera de la ecuación. Desconozco los datos pero imaginemos que sí están detrás de esas estadísticas. Otra de las posibles causas estaría en el hábito lector. En el cómo se comprende bien la lectura. Nos parece muy fácil porque cuando hemos aprendido a leer todo nos resulta mucho más rápido, pero la coherencia semántica y discursiva que encierra un texto es siempre más compleja que la que encontramos en el lenguaje oral. Hay estructuras gramaticales complejas con muchos elementos que se relacionan de una forma muy particular. Entonces, ¿cómo podemos ayudar a nuestros estudiantes? No hay otra solución que la lectura. Puede ser una respuesta muy obvia, pero hay que leer.

¿Qué hay que leer?

No solo leer lo que hay que estudiar, sino hay que leer fuera del ámbito académico. Hay que leer cuentos, hay que leer literatura, novela, poesía... Ahí es donde está la complicación. Ahí es donde vamos a encontrar autores que juegan muy bien con el lenguaje o con los dobles sentidos. Toda esa complejidad está en ese texto no académico.